A partir de las medidas de liberalización de 1959, el turismo de sol y playa invadió España y el Gobierno vio en él la fuente de desarrollo económico que la dictadura no había sabido encontrar en los 20 años transcurridos desde la guerra civil. Se buscó un turismo masivo y barato, y entre las medidas de promoción para atraer a más y más extranjeros estaba esa oferta de un menú económico, que al principio fue obligatorio en todos los restaurantes, y a un precio fijado por la Administración, según la categoría del establecimiento: el más caro, en los restaurantes de lujo, era de 250 de aquellas pesetas de hace medio siglo. Y se precisaba que debían ofrecerse especialidades de la región.
El precio obligatorio y muy bajo no hizo gracia a los mesoneros, que no le podían sacar ningún beneficio, y el menú turístico cobró pronto fama de muy mediocre, con ingredientes de escasa calidad. Así que no fue un verdadero éxito hasta que se liberalizaron los precios. El ejemplo francés también contó, sin duda: allá los precios siempre fueron libres, y aunque la base del menú del día era que costaba bastante menos que comer a la carta, no era ruinoso para el restaurante.
Podríamos especular si el propio Fraga -diplomático, muy viajado, buen gourmet, de madre vascofrancesa- participó personalmente en el nacimiento de ese antecesor de nuestros actuales menús del día. Pero, en todo caso, la realidad es que a partir de 1854 el concepto se había extendido por toda Francia y, por tanto, muchos españoles lo conocían.
Inicialmente no fue un menú del día, sino simplemente un 'plat du jour', plato del día, diferente cada día, fórmula que introdujo aquel año un cocinero que había estado trabajando en Estados Unidos, Pierre Fraysse, al regresar a París y abrir su restaurante Chez Peter's. Era un plato, eso sí, muy abundante, a menudo con verduras y patatas acompañando una carne o un pescado. En la Francia actual subsiste esa tradición, pero a lo largo de los siglos XIX y XX otros locales se pasaron a un 'menu du jour' más completo, como el que tenemos aquí.
La idea no viajó sólo a España, claro está, y vemos versiones parecidas en muchos sitios, como en Suecia con su 'dagens rätt'. Y, en todas partes, ya se sabe dónde logran dar algo muy comestible por 10 euros o menos, y donde pueden envenenarle a uno...
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