El Gourmet Urbano: #COMIDASALUDABLE | «Fake food»: del disparate de los palitos de cangrejo a la aberración del gazpacho con tomate de bote

lunes, 2 de septiembre de 2019

#COMIDASALUDABLE | «Fake food»: del disparate de los palitos de cangrejo a la aberración del gazpacho con tomate de bote

En plena revolución gastronómica algunos restaurantes y marcas todavía le dan gato por liebre al consumidor con trampas en las recetas o etiquetados confusos

Hay veces que, por mucho que amemos la comida (o precisamente por eso) nos duele el corazón más que a la conquista de Enrique Iglesias en su canción. Sacrilegios en la mesa los hay de todo tipo, aunque algunos sean más escandalosos que otros. En esta época de calor que se avecina, donde nos invade la modorra y parece que todo está permitido, hay un plato que sufre especialmente los abusos de los vagos redomados (cuyo paladar tampoco parece estar en plenas facultades). 



Al gazpacho, esa omnipresente sopa de las casas españolas en temporada estival, comienzan ahora a brotarle sucedáneos fake que son todo un atentado contra la gastronomía popular. Se han visto gazpachos con orégano, como si de una pizza deconstruida se tratase; gazpachos con hielos (¿alguien ha pedido un bloody mary?) y, lo que comienza a ser ya habitual: gazpachos con tomate frito. Esta costumbre que plaga ya infinidad de entradas de Google es una osadía digna de ser comparada con la carbonara con nata o la tortilla con patatas de bolsa. Pero repasemos otras alteraciones culinarias clásicas que, de tan integradas que están en nuestra cocina, pasan incluso desapercibidas. Y algunas, más allá de ser excéntricas, son de todo menos saludables.


Los palitos de cangrejo, esas barritas color rosa que no llevan cangrejo, son una representación típica de fake food. Un quiero y no puedo en toda regla. Parecido al fiambre, por estar hecho de restos de pescado, incluye en su mayor porción surimi. Para acabar teniendo este atractivo y artificial aspecto, la mezcla del pescado se enjuaga varias veces hasta llegar a formar una pasta gelatinosa a la que se le añaden aditivos como el almidón, sal, clara de huevo y edulcorantes y colorantes varios. Quien les llama las salchichas Frankfurt del mar no anda desencaminado, sobre todo porque para su preparación se utiliza todo menos partes nobles. Por cierto, las gulas son el hermano mellizo de estas barritas. Angula parece...

Azúcar por doquier


Las leches vegetales son otro de los inventos en los que buena parte de la sociedad, arduas campañas de márketing mediante, ha decidido creer. Aunque ya está prohibido que en los envases incluyan la palabra «leche», porque no tiene nada que ver, lo cierto es que esta es la idea que ha calado en muchos de los que han decidido dejar en segundo plano la leche animal. No obstante se trata de bebidas vegetales que, en innumerables ocasiones, están repletas de azúcares. Con lo que es peor el remedio que la enfermedad. Es importante estar atento, como siempre, al etiquetado.

El café instantáneo que tantos adeptos tiene en la actualidad por la comodidad de su preparación, seamos francos, poco o nada se parece al café molido. Al menos, en lo que el paladar percibe. Bien es cierto que es rápido de preparar y que también procede de una semilla, pero tras todo el proceso de transformación lo que realmente se obtiene dista mucho del aroma y el sabor que dejan esas tazas que valoran los más cafeteros. Mención aparte requieren esas versiones que grandes cadenas se empeñan en introducir con calzador en el mercado: bebidas frías con cargamentos de azúcar y maquilladas con extracto de vainilla o caramelo que, un día, quisieron parecerse al café. Pero muy pocas veces consiguen su objetivo.

Los que a duras penas consiguen su función son los tranchetes de queso. Si hace unos meses se armó un escándalo al destaparse de qué estaba hecho realmente el jamón york (que nada tiene que ver con el jamón cocido), su compañero de sándwich lleva el mismo camino de acabar arrinconado en el ostracismo. Porque esas amarillentas lonchas de queso no son otra cosa que lácteos fermentados, con un elevado nivel de sal, aditivos y colorantes que consiguen darle ese parecido al queso. Sin embargo, de nuevo, fake. Y para más inri los expertos revelan que es uno de los alimentos más procesados que existen.

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