Una buena jornada para Congiuti está entre 700y 750 churros. Crédito: Gentileza José Congiuti
Congiuti se fue de la Argentina muy chico, pero como tiene hermanos en el país en una de sus visitas pensó que hacer los churros que comía en su casa y venderlos podría ser un buen negocio para sumar a la pastelería italiana (frittelle, panzerotti salado o chambelle) que ya fabricaba. "Me llevé la churrera y empecé a probar con la masa siguiendo la receta popular argentina, harina, agua caliente y una pizca de sal. Hice pruebas durante mucho tiempo hasta salir a la calle", cuenta a LA NACION.
El argentino, además de churros, vende pastelería clásica italiana. Crédito: Gentileza José Congiuti
Desde 1988 vende en las calles de Milán; ahora tiene tres bicicletas (una en la zona del Duomo, otra en el Castillo y la tercera en la periferia) y en un "buen día" de invierno vende unos 700 churros rellenos de dulce de leche (que compra a una importadora que lo lleva de la Argentina) a un euro. "La gente los aprecia mucho; los primeros tiempos no los conocían, ahora ya está más acostumbrada y le gusta su simpleza, que sea bien de pueblo".
Congiuti, el argentino, optó por la clásica receta argentina de los churros. Crédito: Gentileza José Congiuti
Durante los cuatro días de la fiesta del santo patrono de Milán llega a vencer unos 4000 y lamenta que en el puesto que tiene en estadio San Ciro no cuente con espacio suficiente para fabricarlos. "Lo mejor es que se vea cómo los hacemos, que son frescos, se fríen y se venden", dice.
Rutilo, de Venezuela, registró su marca en 2004. Crédito: Gentileza Churritos
Rutilo llegó de Caracas en 2001 y tres años después registró su marca, Churritos. "Me traje el carrito de acero inoxidable de Venezuela y me fui informando, probando, catando muchas recetas hasta quedarme con la de los churros clásicos españoles; pequeños y crocantes. Que sean rellenos es una particularidad netamente latinoamericana, les ponemos chocolate y dulce de leche", apunta a este diario.
Las ventas crecen en diciembre y los churros preferidos son los rellenos. Crédito: Gentileza Churritos
Cuestan entre 3,50 euros los vacíos y cuatro euros los rellenos. De marzo a octubre el fuerte de las ventas se concentra en ferias y festivales. "Al inicio explicábamos de qué se trataba, los comparábamos con las frittelles para que les fuera más familiar, era todo un poco cómico", repasa y recuerda que el primer año arrancó en un festival y "no me fui a tablas, pero apenas gané. Se vendía poco, yo insitía. En un día vendemos unos cien y en jornada de fiesta, unos 400".
El churrero venezolano cuenta con una moto a cien metros del Duomo. Crédito: Gentileza Churritos
Churritos cuenta con seis remolques para festivales y una moto eléctrica que está en Milán, que es un tuc- tuc tailandés adaptado. "No sabía nada de cocina cuando arranqué pero fui aprendiendo y formándome, fui un pionero en el tema", resume.
Por: Gabriela Origlia
Fuente: La Nación
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