Repasamos el infinito mundo de posibilidades que se abren con este postre cuyo origen se remonta a la antigua Grecia
Aunque gusta a los más golosos, aquellos que tiran para el bando del salado también encuentran en la tarta de queso un postre aliado. Al fin y al cabo, se trata de uno de los dulces más versátiles. Desde esa sencilla y pulcra tarta de queso helada, hasta las pulidísimas y extravagantes cheescakes americanas, pasando por las austeras pero exquisitas tartas de queso al horno, tan habituales en Galicia.
Las hay de todos los gustos y sabores, pero en la actualidad se imponen ciertos cánones; y nunca mejor dicho, pues es en la antigua Grecia donde se localiza el origen de este postre. Concretamente en el año 4.000 a.C en la isla de Samos. Normal, claro, que la receta haya ido evolucionando como lo ha hecho. Sin embargo, la autoría de la receta se le atribuye al escritor Ateneo, que simplemente calentaba el queso triturado en una cacerola de cobre con miel y harina para posteriormente dejarlo enfriar y servir.
Con la conquista del Imperio Romano la tarta de queso se fue popularizando en Europa, encontrando en cada país diferentes versiones, hasta cruzar el charco a Europa. Y ahí se montó el lío. Siempre a lo grande y con mesura cero, la tarta con queso crema encontró en Nueva York su lugar predilecto. Prácticamente cada pastelería o cafetería (y no son pocas) incluye en su carta un cheescake, esa elaboración que volvió al lugar donde había nacido pero con las variaciones norteamericanas. Así las cosas, los griegos, sin ir más lejos, la preparan con queso feta; los italianos con mascarpone, ricotta y miel y en Alemania le añaden queso cottage.
Tarta de Santiago tradicional
En España lo cierto es que hay multitud de opciones distintas para probar la tarta de queso. Desde la de La Viña, en el casco viejo de San Sebastián, que está considerada la mejor del país y lleva queso tipo Philadelphia, huevos, azúcar, harina, nata, y se hornea; hasta la versión de queso San Simón da Costa, que Gastronomía de Galicia incluye en su listado de platos indispensables de la cocina autóctona. Para hacer esta sencilla receta no hay más que hacerse con un pack de yogures de limón, queso de San Simón da Costa, nata líquida, harina, huevos y mantequilla y prácticamente mezclar todo y al horno. La sencillez hecha delicia.
Pero hoy estamos de celebración. Así que vamos a tirar la casa por la ventana y a saltarnos la dieta. Por eso te proponemos una versión cheescake con chocolate blanco y caramelo. ¿Te atreves?
Fuente: La Voz de Galicia
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