Es tan fácil seguir la receta como estropear esta delicia que tan bien dominan nuestras abuelas...
Encontrar a alguien que no le guste la croqueta es tan difícil como buscar una aguja en un pajar. Y es que este bocadito rebozado, que tantos rellenos admite, es un emblema de la cocina nacional de aprovechamiento, y nuestras abuelas y padres, los embajadores.
Crujiente por fuera y cremosa por dentro, así es la croqueta perfecta
VICTOR MENESES
A pesar de haber crecido viendo hacer esta receta -que se sirve de los restos del cocido, el pollo asado o las verduras cocidas-, lograr la perfección, como ocurre con la tortilla de patatas, está reservado para expertos... ¿O no? Solo hay que conocer los errores más habituales que cometemos con las croquetas para lograr un resultado digno de cualquier familia 'cocinillas' que se precie.
1 No preocuparnos por la bechamel
Preparar una bechamel sin grumos y sabrosa está al alcance de cualquiera. Eso sí, requiere de paciencia y buena mano, pues el secreto de esta salsa está en las vueltas que se le da. Además, en el caso de las croquetas es fundamental que no nos quede blanda ni dura, sino cremosa y consistente; y lo lograremos respetando las cantidades de harina y leche. No obstante, es importante tener en cuenta que, dependiendo del sabor del relleno (jamón, bacalao, pollo, queso...), la bechamel tendrá que ser más clara o espesa y, en función de la mezcla, rectificar hasta lograr el resultado oportuno.
2 No respetar los tiempos
Las croquetas, como las patatas fritas perfectas, deben hacerse siempre en dos tiempos, ya que si no dejamos reposar el relleno y enfriarse, será imposible que podamos darles la forma deseada sin que se nos peguen a las manos. Lo mejor es que estén al menos medio día en la nevera.
3 Un rebozado de mala calidad
Aunque pueda parecer que con huevo y pan rallado es suficiente para rebozar nuestras croquetas, lo más probable es que si elegimos solo estos dos ingredientes, las bolas se abran al entrar en contacto con el aciete caliente (como suele ocurrir con las congeladas). Por eso, es recomendable pasar primero cada croqueta por harina, antes de empanarla.
4 Croquetas desiguales
Dominado el rebozado perfecto, llega el momento de dar forma y tamaño a nuestras croquetas. Y no, no vale hacerlo de cualquier forma, ya que, si no, a la hora de freirlas se quemarán o quedarán crudas. Es fundamental que todas las bolas que hagamos tengan las mismas dimensiones, pues, además de mejorar la estética, este factor favorecerá que se cocinen bien.
5 El aceite... ¡hirviendo!
Para conseguir que se frían bien, es esencial contar con una sartén profunda o una freidora; utilizar grandes cantidades de aceite de oliva (ayudará a que no se rompan debido a su resistencia al calor), para que podamos sumergir las croquetas por completo; y, además, controlar en todo momento la temperatura. Debe estar en, prácticamente, todo momento a unos 175º y hay que freír las bolas poco a poco para evitar bajar de golpe la temperatura del aceite.
fuente: HERALDO.ES
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