Los ancestros de Jesús López comenzaron a vender pan hace 217 años en Pozo Cañada. Hoy trabajan juntas en el obrador la sexta y la séptima generación
El pan bueno no tiene prisa». Jesús López Fernández sabe lo que dice. Su familia lleva más de dos siglos con la panadería abierta en Pozo Cañada, un pequeño pueblo de Albacete. Un negocio que ha pasado de generación en generación de forma ininterrumpida. La suya es la sexta, aunque la séptima ya trabaja en el obrador. Sus hijos Jesús y Rubén le garantizan el relevo.
Hay relevo. El hijo de Jesús, que se llama como él, va camino de convertirse en la octava generación. A sus siete años, ya hace sus propias elaboraciones en el obrador.
El primero es maestro panadero. El otro es un gurú de la mercadotecnia. El secreto, apunta López Fernández, es que «todos los que hemos estado al frente en cada momento hemos hecho cosas nuevas que nadie se atrevía a hacer».
En bicicleta. Jesús López Fernández, aún en activo, reparte el pan en 1963.:: PANADERÍA JESÚS
Panadería Jesús se fundó -con un nombre distinto al actual- en 1802. «No hemos encontrado en ningún archivo una panadería tan antigua que siempre pase de padres a hijos», reconoce el patriarca de los López. La saga presume de que su negocio ha sobrevivido a dos guerra mundiales, una civil, una dictadura e incluso a la invasión de las tropas de Napoleón. Su antepasado Santiago López Griñán fue el fundador. En realidad no era panadero. Su oficio era el de albañil. Eso le sirvió para construirse un pequeño obrador y un horno moruno de leña. Después comenzó a cocer pan y a repartirlo. En aquella época ni siquiera lo vendía. El trueque era la moneda. Unas hogazas a cambio de ayuda para sembrar un campo de trigo. Porque los antepasados de Jesús hacían el ciclo completo: sembraban, recogían y molían el grano antes de hacer el pan.
La semilla de Santiago germinó con fuerza. 217 años después, el negocio sigue abierto. Ahora cuenta con unas instalaciones de 800 metros cuadrados y emplea a 35 trabajadores, el 70% mujeres. La familia siempre tuvo claros los ingredientes del éxito: «la calidad de las materias primas, el amor al trabajo y el servicio a los clientes». Además de atender de los asiduos, los de la barra diaria, exportan sus productos a varios países y trabajan con algunos de los mejores chefs con estrella Michelin del país.
RAFA TORRE POOL
Fuente: Hoy.es
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