30 de enero, día del Croissanat Crédito: Pixabay
Si bien su origen suele asociárselo a Francia, donde se popularizó, en realidad esta bollería nació en Austria. De hecho, la versión más divulgada se remonta a 1683: tiempos en que los soldados otomanos, al mando del gran visir Kara Mustafá, sitian Viena.
Sin embargo, el ejército del Imperio, que ya había conquistado la mayoría de las regiones a orillas del Danubio -incluida Constantinopla- no lo logró derribar la gran muralla que rodeaba la ciudad.
En consecuencia, los soldados optaron por otro método para ingresar a Viena: comenzaron a socavar un túnel por las noches para sortear el muro. Aunque el plan quedó trunco gracias a los panaderos, quienes al trabajar durante la madrugada, advirtieron los continuos ruidos y avisaron a las autoridades que tomaron por sorpresa a las tropas invasoras obligándolas a retroceder.
El emperador Leopoldo I de Habsburgo, entonces, condecoró a los trabajadores por su ayuda determinante. A su vez, como agradecimiento, los héroes menos pensados elaboraron dos panes: uno con el nombre de "emperador" y otro "Halbmond", que en alemán significa "media luna". Un antecedente del actual croissant, cuyo nombre hacía referencia en sorna a la media luna de la bandera otomana.
Su llegada a Francia se concretaría recién, cuando el oficial austriaco August Zang abrió una panadería vienesa en París; enseguida se transformó en un éxito total que generó su proliferación en todo el país. La bollería se popularizó con el nombre de Croissant que significa creciente en el idioma galo.
Fuente: La Nación
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