El pulpo está tan asociado a nuestra mesa como al placer de degustarlo en una terraza, junto al mar, en buena compañía
El pulpo, 'octopus vulgaris', es un molusco cefalópodo que forma parte de la tradición y la costumbre gastronómica cántabra, y del resto del país. Aquí se come y se guisa un buen pulpo que, entre sus beneficios, incluye un variado surtido de posibilidades para disfrutarlo en la mesa.
Asado a la plancha, encebollado, en ensalada, al estilo gallego... o cocido en su propio jugo y con su propia gelatina. Todo son ventajas para disfrutar de este producto tan nuestro, que además tiene muchos nutrientes que lo hacen muy saludable. Por ejemplo, es ideal para dietas de adelgazamiento por su bajísima aportación de kilocalorías. Y tiene un elevado contenido de proteínas, careciendo de hidratos de carbono y con muy bajo contenido en grasa.
CARACTERÍSTICAS
Nombre: 'Octopus vulgaris' es el nombre científico del pulpo común, ese «feo bicho», placer gastronómico.
Crecimiento rápido: La mayoría de las especies maduran temprano y son de vida efímera.
Solitarios: Así son considerados en su comportamiento marino, también se les tacha de asociales.
Nutrientes: El 80% de su peso es agua, de ahí que aporte pocas calorías y sea perfecto para dietas.
Un plato muy completo: Por sus muchas propiedades nutricionales y preventivas de problemas de salud.
Muchas variedades: Para saborearlo, en ensaladas, guisado con patatas, con aceite, ajo, sal y pimentón.
Consumirlo con frecuencia aporta, además de salud, placer, siempre y cuando claro está, esté bien cocido, resultando fácil de comer y de digerir. Es precisamente ese su secreto para disfrutar de él en el plato, máxime ahora que ya se está pensando en el verano, la mejor temporada para sentarse ante una buena ración mientras se disfruta de un paisaje marinero.
Paso a paso: Cómo prepararlo
También contiene abundantes minerales, como el hierro, calcio, magnesio, fósforo, potasio, zinc, cobre y selenio, que es un potente antioxidante capaz de neutralizar los peligrosos radicales libres.
Hasta es recomendable para los más pequeños de la casa, porque precisamente por esa riqueza en nutrientes se le atribuyen propiedades preventivas para numerosos problemas de salud. Sin duda que estamos hablando de un producto tan vinculado a la gastronomía regional, y a la de otras comunidades que también comparten esa pasión por los moluscos y otros platos que forman parte de la dieta mediterránea, que no debería faltar si no en el día a día, una vez a la semana. Bien acompañado, sin duda, de una copa de vino blanco.
Consumirlo con frecuencia aporta, además de salud, placer, siempre y cuando claro está, esté bien cocido, resultando fácil de comer y de digerir. Es precisamente ese su secreto para disfrutar de él en el plato, máxime ahora que ya se está pensando en el verano, la mejor temporada para sentarse ante una buena ración mientras se disfruta de un paisaje marinero.
Paso a paso: Cómo prepararlo
- Lo primero que hay que hacer antes de cocinarlo es golpearlo, aunque se puede sustituir esta práctica por la de congelarlo.
- A la hora de preparar el agua, esta no debe llevar nada porque de lo contrario, el pulpo se pela (siguiendo los consejos del médico nutricionista José Enrique Campillo). Y la cocción ha de realizarse sumergiéndolo en el agua hirviendo.
- Hay que sacarlo tres veces y dejarlo unos 35 minutos (si el peso del pulpo está entre el 1,5 y los 2 kilos).
- Como ingrediente en ensaladas, guisado con patatas o legumbres, es una delicia culinaria que con aceite, ajo, sal y pimentón es un bocado delicioso, y muy nutritivo. Sobre todo por su riqueza en vitaminas del grupo B y B12.
También contiene abundantes minerales, como el hierro, calcio, magnesio, fósforo, potasio, zinc, cobre y selenio, que es un potente antioxidante capaz de neutralizar los peligrosos radicales libres.
Hasta es recomendable para los más pequeños de la casa, porque precisamente por esa riqueza en nutrientes se le atribuyen propiedades preventivas para numerosos problemas de salud. Sin duda que estamos hablando de un producto tan vinculado a la gastronomía regional, y a la de otras comunidades que también comparten esa pasión por los moluscos y otros platos que forman parte de la dieta mediterránea, que no debería faltar si no en el día a día, una vez a la semana. Bien acompañado, sin duda, de una copa de vino blanco.
Fuente: El diario montañés
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