No incluir frutas de temporada y poner poco hielo son algunos de los fallos más comunes
Los romanos no tomaban sangría pero “mezclaban el vino negro con pimienta y miel y lo llamaban mulsum, en época medieval se hacía con especias (también pimienta) y miel, y en Catalunya se llamaba vi piment”, explica la historiadora de la alimentación Núria Báguena.
Sangría Getty Images
Hoy el vino tinto más refrescante del verano es todo un clásico que se baña con azúcar, zumo de naranja, un toque de licor, algunas especias, mucho hielo y frutas de temporada. La popular sangría, que estaba ya a punto de pasar a la categoría de bebida viejuna, estos últimos años ha revivido con tanta fuerza que se ha convertido en un refresco de moda, con chispa y hasta glamuroso.
Turistas y locales la beben por igual en España. Diversas marcas en el mercado (incluida La Cala de Albert Adrià) la han recuperado y algunos llenan las botellas de topos y rayas dándole un toque tan divertido y cañero a la presentación que parece que nació ayer.
Si quieres refrescarte en plena caléndula con tu propia sangría, hay 7 errores que no debes cometer. ¿Te queda demasiado aguada, muy dulce o caliente? ¿Sabes con qué licores se puede mezclar el vino? ¿Eres de los que le echa la primera fruta que encuentra a mano? ¿Por qué el azúcar a veces no se deshace? ¿Es importante remover la sangría? El experto bartender Damià Mulà nos de todas las claves.
Si quieres refrescarte en plena caléndula con tu propia sangría, hay 7 errores que no debes cometer. ¿Te queda demasiado aguada, muy dulce o caliente? ¿Sabes con qué licores se puede mezclar el vino? ¿Eres de los que le echa la primera fruta que encuentra a mano? ¿Por qué el azúcar a veces no se deshace? ¿Es importante remover la sangría? El experto bartender Damià Mulà nos de todas las claves.
1. Mezclar el vino tinto con demasiados alcoholes
El vino tinto es la base de una sangría clásica, pero eso no excluye que se le pueda dar un toque de sabor añadiendo un poco de licor o alguna otra bebida con gradación. “Ahora bien, no hay que pasarse y poner más de uno, de destilaciones distintas, porque la mezcla desdibuja el sabor final”, explica el bartender Damià Mulà, que aconseja dar un punto de sabor con un brandy, un Cointreau o un vodka. “El vino liga con todo lo que pueda equilibrarlo, a mí me gusta mucho poner un licor de naranja, que puedes completar muy bien añadiendo piel o rodajas de la misma fruta”. Un poco de jerez también le puede aportar al vino su sabor de bota característico. Para 0,75 litros de vino, le pondremos 2 cl de aguardiente o licor.
También hay quién le añade alguna bebida carbónica, como la soda, para darle un punto picantito, frizzante, “pero no es la receta típica y a mí no me convence demasiado”.
Sangría Getty Images/iStockphoto
Lo que sí resulta imprescindible es que tanto el vino como el resto de alcohol sean de buena calidad. Los vinos jóvenes elaborados con tempranillo, garnacha, monastrell o shiraz pueden quedar muy bien y son muy asequibles, aunque a Damià Mulà no le importa nada hacer sangría con vinos originales de cooperativas o con otros más caros. “Cuanto mejor sea el producto, mejor será el resultado”, opina. “Un coctelero dirá que puedes poner un buen reserva si te apetece pero a un sumiller no le parecerá tan bien porque de esta forma escondes las cualidades del vino y no lo saboreas en su plenitud”.
2. No incluir frutas de temporada
El verano es una época rica en frutos que podemos incorporar en nuestra sangría. Melocotones, cítricos, peras, cerezas (no hace falta quitar el piñón), ciruela roja (la dota de un buen tono rojizo), sandía… Eso no quiere decir que no puedas añadir también una manzana verde y ácida (“cortada a gajos queda muy bonita”), o incluso uvas, “pero no pongas plátano porque le otorga pastosidad a la sangría, densificándola demasiado”, nos cuenta el profesor y asesor de coctelería Damià Mulà. En general, “le van bien las frutas con pulpa dura que aguanten bien la absorción del vino y le suman ricos sabores”. Por eso, el palo santo no debe incluirse porque su carne se desharía. Tampoco funciona la piña “ya que no le aporta sabor positivo al vino”. Los cítricos no pueden faltar, y se pueden poner todos juntos porque se avienen bien: el toque amargo que le aporta a la sangría el pomelo, el dulzor de la naranja y la acidez del limón. “A nivel gustativo la lima está en un punto medio entre la naranja y el limón”, apunta Mulà.
No pongas plátano porque le otorga pastosidad a la sangría, densificándola demasiado”Damià MulàProfesor y asesor de coctelería Damià Mulà
Las frutas que usemos tampoco han de estar demasiado maduras ni demasiado verdes para que no se resienta la sangría. La receta tradicional incluye también zumo de naranja o refresco de limón. Para 0,75 litros de vino, le pondremos 33 cl.
3. Cortar mal la fruta o poner demasiada
Las frutas para la sangría pueden cortarse a dados, un estilo que resulta muy práctico, pero también a gajos (si hablamos de naranjas) o a rodajas. “Lo que importa es que cada tipo de fruta sea reconocible, hay que cortarla de forma estética y nunca se debe triturar, si la machacamos ya no hablamos de sangría”, apunta Damià, que aconseja no hacer los pedazos demasiado grandes. “Cuanto más pequeños sean mejor se macerarán con el vino”. Porque la fruta también toma el sabor del vino, y puede comerse: “Es como una macedonia envinada”. Eso sí, si las introduces con piel, no podrás tomarlas como macedonia.
Sangría con canela Getty Images
El porcentaje de fruta “no ha de ser más de un cuarto de la capacidad de la jarra donde hacemos la bebida, el resto es vino y hielo”, apunta el bartender, a quién le apasiona introducir pieles de cítricos en la sangría. “Nunca pongo trozos de limón pero sí su piel, que llamamos twist, porque le da un punto aromático fantástico. Lo mismo ocurre con la piel de naranja, aporta menos zumo y otorga más sabor. Todo va a gustos, pero no podemos olvidar que el sabor predominante ha de ser el del vino. La receta tradicional de la sangría también lleva un palo de canela.
4. Mezclar el almíbar todavía caliente o echar azúcar al hielo
La sangría lleva vino pero también frutas, por tanto tiene un aporte de fructosa que le proporciona dulzor y no hace falta abusar del azúcar añadido. “Buscamos un punto de dulzor pero no un exceso que llegue a esconder el sabor del vino”, dice Mulà. ¿Se sube antes a la cabeza el alcohol si lo endulzamos? “La verdad es no hay una evidencia científica, lo que sí que dicen los científicos es que si lo endulzamos mucho, el azúcar enmascarará la fuerte sensación en boca del alcohol, y esto facilitará que bebamos más de la cuenta”, dice Montserrat Saperas, integrante del grupo de investigación en cocina y gastronomía de la escuela CETT.
Azúcar y alcohol
No hay evidencias de que el alcohol se suba a la cabeza cuando lo endulzamos, pero el azúcar puede enmascarar la sensación en boca de este
Una regla básica: Si el azúcar lo añadimos a la sangría cuando ya lleva hielo, no conseguiremos nada, “porque el azúcar en contacto con el frío no se deshará. Nunca se debe poner azúcar después del hielo”, explica el bartender. Mulà prefiere añadir almíbar que azúcar. “Con un litro de agua y un kilo de azúcar haces un almíbar que te puede ayudar a rectificar el dulzor de la sangría”. Sería un grave error echarlo en la sangría cuando todavía está caliente “porque se desharía el hielo. Los cocteleros lo reservamos, dejamos que se enfríe y lo metemos en la nevera”.
5. Dejar más de un día las frutas macerando con el alcohol
El tiempo que tengamos las frutas macerando con el vino, el licor y el azúcar dependerá de nuestro gusto personal. “Si las dejas un día entero el vino se impregnará mucho más de su sabor que si están 3 o 4 horas, que más o menos es el tiempo medio recomendado”, explica el bartender que desaconseja alargar demasiado el proceso aunque cuesta mucho que lleguen a fermentar. “¡Si nos olvidamos de la sangría una semana, la encontraremos inservible!”, sonríe Damià Mulà, que tiene su propia web.
Sangría Getty Images/iStockphoto
Si tenéis en casa una envasadora al vacío podéis osmotizar la fruta “y conseguir el resultado de un día en tan solo dos minutos”, nos cuenta el experto, que también aconseja macerar los ingredientes dentro de una botella y cerrarla de forma hermética con un tapón de silicona que consiga un efecto vacío “para que el vino se impregne mejor de los sabores”.
6. Poner poco hielo o hielo triturado y no removerla
La sangría se toma muy fría, con cubitos de hielo, nunca con hielo machacado “porque nos aguaría el resultado”, explica Mulà, que nos recomienda poner bastante hielo. Con las altas temperaturas de verano, dos cubitos en la jarra de sangría se desharán en tan solo dos minutos, mucho antes que si le pones ocho. “Cuanto más hielo colocas, menos agua aparece, eso es así”, cuenta Damià y nos advierte de la importancia de remover enseguida la mezcla cuando le hayamos puesto los cubitos. “En cuanto la sirves has de ir removiendo con una varilla larga para que no se clarifique y para distribuir bien el contenido: el vino tiende a quedarse abajo y el agua arriba”.
En cuanto la sirves has de ir removiendo con una varilla larga para que no se clarifique y para distribuir bien el contenido"Damià Mulà
El bartender catalán también nos recomienda hacer cubitos con el mismo tipo de vino que utilicemos para que, al irse deshaciendo el hielo, no perdamos intensidad de sabor.
7. Limitarse a la sangría tradicional
La sangría tradicional admite variaciones, dependiendo del chorrito de alcohol que le pongamos o del tipo de fruta que utilicemos, pero también podemos dar un paso más y lanzarnos a probar nuevas sugerencias. Por ejemplo, cambiar el vino por cava o champán, “en este caso podemos poner uva y manzana ácida y echarle un poquito de jerez, que tiene la misma base vínica que el cava”, explica Damià Mulà.
Sangría de cava con melocotón Getty Images
Al coctelero le gusta la sangría de vino caliente, heredera de la antigua receta del vino hervido o vi de cop. Para conseguirla, se calienta vino tinto y cuando arranca a hervir lo detenemos y añadimos vaina de vainilla, semillas de cardamomo, estrellas de anís, cortezas de canela, y lo volvemos a llevar a ebullición. Cuando llegue al borboteo, lo paramos de nuevo y le ponemos licor de naranja, almíbar y pieles de cítricos. Volvemos a hervir, lo paramos y lo infusionamos unos 15 minutos. Colamos todo el líquido y lo dejamos enfriar pausadamente. Lo metemos en el refrigerador y cuando esté frío lo servimos con mucho hielo.
Igualmente podemos elaborar sangría infantil, eliminando el alcohol de la receta. “Mi padre nos hacía una con todo tipo de refrescos mezclados con fruta natural que era maravillosa”, recuerda el bartender. Lo dicho, la sangría es una bebida del pasado con mucho futuro.
MARIJO JORDAN
Fuente: La Vanguardia
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