Con qué vinos tomarlo, cómo conservarlo, qué significa el moho en el interior: cosas que quizá no sabes de uno de los tipos de quesos más consumidos en España
Solo hay tres variedades de queso manchego, dependiendo de la curación, donde el queso reposa a la temperatura adecuada y reúne las cualidades adecuadas hasta estar listo para el consumo: el queso curado (entre 6 y 9 meses de maduración), semicurado (de 1 a 3 meses) y viejo (maduración de más de 9 meses).
Francisca Cruz, Maestra Quesera
Sin embargo, hay unos cuantos mitos o errores sobre este producto de la gastronomía española. Francisca Cruz, Maestra Quesera de Dehesa de Los Llanos, explica su opinión sobre cada uno de ellos.
Sudado está más rico
Falso. Las altas temperaturas le hacen perder parte de su grasa natural, modificando su textura, color y sabor. Es imprescindible mantenerlo fuera del frigorífico entre 20 y 30 minutos antes de su consumo.
Innacesible para los intolerantes a la lactosa
Falso. Ya no contiene lactosa porque, durante la fermentación, se transforma en ácido láctico, fácil de metabolizar por el organismo, resultando beneficioso para la digestión en pequeñas cantidades.
La corteza no se come
Falso. En las condiciones higiénico-sanitarias en las que se curan algunos quesos, la mayor intensidad de sabor se concentra en la corteza, siendo muy valorada gastronómicamente. Cocineros de reconocido prestigio la incluyen en sus recetas. Durante la curación, la superficie se cubre de mohos naturales, posteriormente cada una de las piezas es sometida a un lavado exhaustivo con el aceite de oliva virgen extra de la propia finca, garantizando así la seguridad alimentaria.
[No obstante, en la Denominación de Origen aclaran que «la corteza es comestible, así como la placa de caseína que identifica el queso. Pero está en contacto con muchos elementos que no hacen recomendable consumirla»].
Solo marida con vino tinto
Falso. Tanto los blancos, como los tintos y los espumosos, pueden ser buenos acompañantes, dependiendo de la crianza del vino, de la elaboración/curación del queso así como de las sensaciones que se quieran experimentar. En el caso de los vinos tintos, en ocasiones, la intensidad, la textura y la potencia gustativa del queso pueden distorsionar las sensaciones en boca de un vino tinto que tiene mayor tanicidad. No obstante, el queso admite gran variedad de combinaciones con vinos diferentes.
Todos se conservan igual
Falso. Un manchego debe mantenerse entre los 4 y 12 grados de temperatura. Dependiendo de la curación, tanto la temperatura como la humedad ambiental, deben adaptarse para mantener la calidad del producto.
Guarda siempre tus cuñas de queso en un recipiente hermético o en un plato cubierto con un paño húmedo. También puedes optar por cubrirlo con papel de aluminio si lo vas a comer en días posteriores. Sin embargo, un queso entero debe guardarse en la parte inferior del frigorífico o en los cajones específicos para la fruta y la verdura, siempre y cuando el queso no esté empezado.
Incompatible con un régimen de adelgazamiento
Falso. Una dieta rica en lácteos y reducida en calorías ayuda a bajar el colesterol y a controlar la tensión. La ración de queso diaria recomendada es de 30 - 40 gramos, en el caso de los quesos curados. La intensidad aromática y la complejidad en su sabor favorecen la satisfacción en pequeñas cantidades, por lo que no es necesario renunciar a este placer.
Cuanto más picante mejor
Falso. Aunque el picante podría estar relacionado con la curación, en quesos jóvenes podría relacionarse con una mayor carga bacteriana, deteriorando la calidad del producto.
No es saludable
Falso. Por su composición nutricional, es un alimento básico en nuestra dieta ya que es una fuente importante de proteínas, calcio, sales minerales, grasas y vitaminas. Además, los quesos de leche cruda refuerzan el sistema inmunológico debido a que conservan la flora bacteriana y todos los nutrientes que forman parte de la composición de la leche.
Moho en el interior: está en mal estado
Falso. En ocasiones los quesos que se elaboran con corteza natural pueden sufrir fisuras por donde penetra el moho, apareciendo así pequeñas concentraciones en su interior. Esto no es indicativo de que el queso se haya echado a perder sino de un queso más natural que no usa fungicidas, que es la única forma de evitar las apariciones de moho. Cuando se encuentre una concentración de moho, se puede disfrutar del resto del queso sin problema, retirando la parte afectada, bien limpiándolo con aceite de oliva, o bien retirándose con un cuchillo.
Fuente: ABC
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