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- Es fuente de antioxidantes naturales. La cerveza aporta a la dieta polifenoles que pueden protegernos contra enfermedades cardiovasculares y ayudarnos a reducir la oxidación responsable del envejecimiento.
- Es rica en vitaminas. El consumo diario de una lata de cerveza aporta un 10% del fósforo y vitaminas solubles del grupo B, importantes apara el desarrollo neurológico, que necesitamos al día.
- Mejora la digestión. Gracias a las sustancias amargas del lúpulo, la cerveza promueve la secreción de jugos gástricos y estimula el apetito.
- Aporta fibra soluble. En la cerveza encontramos una importante cantidad de la ingesta recomendable de fibra soluble, que evita el estreñimiento y ayuda a disminuir la hipercolesterolemia y la absorción de grasas.
- Ayuda a prevenir la osteoporosis. Hay estudios que sugieren que su consumo puede tener un efecto positivo sobre esta enfermedad, debido a su alto contenido en flavonoides y a su baja graduación alcohólica.
- Es buena para el deporte. Contiene maltodextrina, un carbohidrato que permite que la cerveza se metabolice sin causar picos de concentración de glucosa, lo que consigue una mejor recuperación de los deportistas.
- Y además, la tripa cervecera no existe. Lo dicen muchos estudios, uno de ellos desarrollado por el Colegio Oficial de Médicos de Asturias. Según éste, el consumo moderado de cerveza (de hasta medio litro diario, mucha va a ser), asociado a la dieta mediterránea, no engorda. Y además, reduce el riesgo de diabetes e hipertensión. A ver si lo que te engorda van a ser las tapas...
SILVIA NIETO
Fuente: El Mundo
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