En España hay únicamente una veintena de pagos, al menos por el momento, la mayoría de los cuales se encuentran en Castilla-La Mancha, y el resto en Valencia, Navarra y Aragón. En esta página de hoy traemos a colación ocho vinos de otros tantos pagos. El lector podrá sacar sus conclusiones echando un vistazo al precio y las variedades.
Pero en muchos casos, dicen muy poco del vínculo con el territorio en el que se elaboran porque predominan uvas que carecen de arraigo, no son autóctonas, como veremos en los que predominan las francesas Cabernet, Syrah, Merlot y una larga lista de variedades francesas que tanto se cultivan en esos pagos como en el estado de Coahuila de México, en California o en Australia.
Lo vemos en Calzadilla, Prado de Irache o Aylés, por poner tres ejemplos. En otros casos, como Vera de Estena, sí se apuesta por las autóctonas, en ese caso la Bobal, tan clásica en Utiel-Requena.
Independientemente de la naturaleza y variedad de uva, lo que sí es un rasgo común en todos los pagos es el cuidado con el que se lleva a cabo el cultivo y vinificación y las crianzas que luego permiten que los vinos resulten complejos, con estructura y prolonguen su vida en botella, cualidades que hacen que se distingan de la mayoría de los vinos que son elaborados en las bodegas de su entorno.
Independientemente de la naturaleza y variedad de uva, lo que sí es un rasgo común en todos los pagos es el cuidado con el que se lleva a cabo el cultivo y vinificación y las crianzas que luego permiten que los vinos resulten complejos, con estructura y prolonguen su vida en botella, cualidades que hacen que se distingan de la mayoría de los vinos que son elaborados en las bodegas de su entorno.
Francisco J. Gil
Fuente: La Región
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