La cerveza de mayor graduación alcohólica tiene 57,5%.
Desde una botella con una ardilla embalsamada hasta la receta de la reina Nefertiti, todo está disponible pero hay que pagar el precio por las excentricidades.
Te animarías a servirte una cerveza cuya botella viene dentro de una ardilla embalsamada? ¿Te tienta la idea de beber la misma cerveza que solía tomar la reina egipcia Nefertiti? ¿Y qué decir de una birra con una graduación alcohólica mayor que la de un whisky o un vodka? Las cervezas más raras del mundo son mucho más raras de lo que uno podría suponer tras asomarse a cualquier tienda virtual de bebidas. Son, también, mucho más caras, con precios que llegan hasta los US$ 20.000 la botella. Obviamente son difíciles (casi imposible) de conseguir.
The End of History es sin lugar a dudas la cerveza más rara en lo que refiere a la experiencia que propone al consumidor. Elaborada por la cervecería escocesa BrewDog, el porrón de 33 cl llega dentro del cuerpo embalsamado de una ardilla o un armiño vestido de smoking o con traje típico de esa nación. Pero lo que aquí podría despertar la ira de los proteccionistas en realidad se encuentra emparentado con la llamada “roadkill cuisine”: un movimiento culinario bastante extendido en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido que echa mano a los animales que han muerto atropellados para elaborar platos con carne que de otro modo se echaría a perder a un lado de la ruta.
Carrera armamentista
Esta cerveza cuyo nombre se inspira en el célebre ensayo de Francis Fukuyama es una belgian ale con una graduación alcohólica de 55%, cuya primera tirada de tan solo 11 botellas salió a a venta en 2010 a un valor de US$ 832 cada una. Una segunda edición -elaborada para juntar fondos para la construcción de una nueva cervecería en Ohio- apareció en el mercado con un precio bastante más elevado: US$ 20.000 la botella.
Pero si los 55% de alcohol de The End of History asustan, qué decir de los 57,5% de Schorschbock 57 (mucho más elevados que los 46% de una ginebra, los 45% de un whisky o los 40 típicos del vodka). Esta cerveza elaborada por la cervecería alemana Schorschbräu es considerada la de mayor graduación alcohólica producida a la fecha, y es también el resultado de una suerte de carrera armamentista entre productores en la que BrewDog y Schorschbräu son claros oponentes. En 2009, BrewDog lanza Tactical Nuclear Penguin, que con una graduación alcohólica de 32% se autoproclama la cerveza más alcohólica del mundo; Schorschbräu sube la apuesta con algunos grados más y BrewDog retruca con Sink The Bismarck (que se traduce, nada inocentemente, como “Hundir el Bismarck”, en referencia al acorazado alemán que participó de la Segunda Guerra Mundial) que trepa a los 41%.
El resto de la historia se completa con The End of History y Schorschbock 57. La elevada graduación de esta birra alemana de estilo Eisbock de la que se produjeron tan solo 36 botellas se obtuvo al congelar parte del agua para luego removerla, incrementando su cuerpo, su intensidad aromática y, obviamente, su volumen alcohólico. En comparación con The End of History, no era tan cara: “solo” US$ 275 la botella.
Hijos de la ciencia
Pero siguiendo con la búsqueda de rarezas, dejemos de lado el precio y la graduación alcohólica para hacer foco en las materias primas y las recetas. Un hit fue Space Barley, de la cervecería japonesa Sapporo, que empleó para su elaboración granos de cebada que pasaron cinco meses en órbita dentro de la Estación Espacial Internacional en 2006, como parte de un proyecto de investigación entre la Universidad Okayama, la Academia de Ciencias de Rusia y Sapporo. Los six pack de Space Barley se vendieron a 10.000 yens cada uno (aproximadamente US$ 90).
Si de materias primas raras se trata, ahí está la Antarctic Nail Ale, elaborada por la cervecería australiana Nail Brewery, que utilizó agua obtenida al derretir hielo de la Antártida obtenido por una expedición científica.
La ciencia también dio el puntapié inicial que dio lugar a Tutankhamun Ale. Esta cerveza fue producida por Scottish Newcastle Brewery a partir de una receta obtenida por el arqueólogo de la Universidad de Cambridge Barry Kemp, quien descubrió en 1990 residuos de cerveza en lo que fue la Cervecería Real de la Reina Nefertiti en Egipto. Tras analizar los restos pudieron reconstruir la receta de 3250 años de antigüedad que se empleaba para hacer cerveza en el Egipto de los faraones. Se elaboraron solo 1.000 botellas.
SEBASTIÁN A. RÍOS
Fuente: El País
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