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El papel del vino como arma social obliga a tener en cuenta una serie de detalles para no desentonar en la liturgia de su apreciación y disfrute.
Hace ya un buen tiempo que el vino ha rebasado el contexto tabernario, para convertirse en un arma de posicionamiento social que obliga a tener en cuenta una serie de detalles en la liturgia de su apreciación y disfrute, si no se quiere pasar por un pardillo y desentonar en los modos en los que hoy se trata a esta bebida. Que en países como España tiene un significado mucho más complejo, por su trasfondo cultural, además de social, paisajístico, ecológico y económico, entre muchos otros.
Las claves para disfrutar del vino
Para beber y disfrutar del vino, no es preciso ser un experto. Tampoco hacerse pasar por un gurú de la enología, como pretenden algunos falsarios, que en lugar de orientar su sensibilidad hacia el placer que ofrece un buen vino, prefieren centrarse en el peso simbólico que tienen las marcas y en la estrategia para ganar puntos adoptando el papel de grandes conocedores.
Las copas no deben rellenarse por encima de un tercio de su capacidad.
Para apuntarse a la engañifa, alcanza con repasar unas cuantas de guías vinícolas de reciente edición, reteniendo el nombre de los vinos señalados en el podio: los más valorados por el crítico o el comité de cata que firma la publicación. Suficiente para estar al día en el ámbito de los vinos de moda y fardar de ello. La trampa funciona mejor si además el impostor es capaz de incorporar a su lenguaje una veintena de aquellos palabros que inundan el léxico del catador: tanicidad, astringencia, volátil, cassis, sotobosque, retrogusto, balsámico, botrytis, persistencia... Si el mentiroso es capaz de enlazar estos términos con cierto orden lógico, la farsa será casi perfecta.
Los 9 consejos para no equivocarse al coger la copa de vino
Pero ni el falsario enológico ni cualquier otro que se pase en estos días por un cóctel quedará bien plantado si no sabe manejarse con una copa de vino. Hay unas cuantas reglas básicas que conviene tener en cuenta para no caer en los errores más comunes:
1- El vino se toma en copa de vidrio. Jamás en en vaso ni en recipientes fabricados en otros materiales.
2- La copa de vino se rellena hasta no más de un tercio de su capacidad. Por encima de ello es una vulgaridad. Además, el exceso dificulta la expresión aromática del vino y puede provocar que el líquido se caliente.
3- La copa debe sostenerse por el tallo, jamás por el cáliz (por cuestiones de higiene y temperatura: a nadie le gusta ver las huellas digitales del vecino impresas en la copa). El tallo debe sostenerse entre el dedo pulgar, el índice y el corazón (a no ser que se haya sufrido la amputación de alguno). El dedo medio debe descansar sobre el tallo justo encima de la base.
La copa debe sostenerse por el tallo.
4- Abandonar la copa en cualquier rincón de la casa o del escenario social es un pecado que castiga el dios Baco.
5- La copa de agita, como hacen los expertos. Pero no exageradamente, so peligro de que el vino salga expulsado y pueda salpicar al prójimo bebedor.
6- Beber el contenido de una copa de vino de un trago, cual cosaco con un chupito de vodka, es costumbre nefasta.
7- Los contenidos de las distintas botellas de vino no se mezclan en la misma copa, aún cuando sean de la misma marca y similar añada.
8- Los brindis se ejecutan con delicadeza e ímpetu comedido, especialmente si la cristalería es fina y soplada a mano.
9- No confundir "cata a ciegas" con "ponerse ciegos". El buen bebedor de vinos jamás bebe de más.
FEDERICO OLDENBURG
Fuente: Expansión
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