Una de las bebidas más populares del mundo, la cerveza, ha estado del lado de la humanidad por siglos. Conoce más sobre ella.
Que la cerveza es un remedio para el calor es casi un tópico tan antiguo como los faraones. De hecho, las recetas más antiguas de esta bebida provienen del antiguo Egipto, donde había sacerdotes que dirigían el proceso de elaboración. Sin embargo, sus raíces pueden ser más antiguas: los indicios arqueológicos más antiguos sobre la cerveza datan de los años 3500 a 2900 antes de nuestra era, en lo que actualmente es Irán.
Su composición es muy simple: básicamente es agua en un 90%, a la que se le añade algún grano, levadura y lúpulo. El secreto de su sabor, color, aroma y hasta textura está en la elección tanto de los granos como de las aguas con las que se hace.
Por ejemplo, aguas más ligeras, con menor presencia de minerales, producen cervezas ligeras. Ese es uno de los secretos de la cerveza pilsner, originaria de la localidad checa de Pilsen y uno de los estilos más populares en esta bebida.
Las levaduras son vitales en la elaboración de la cerveza. El primer aislamiento de la levadura de cerveza que se usó de manera general en la industria se debe a Emil Christian Hansen, quien en 1881 logró aislarla para su uso, lo cual ayudó a la estandarización de la bebida.
Sin embargo, siglos antes, justamente la producción de cerveza era una de las formas más sencillas de garantizar que el agua no estuviera contaminada y fuera segura de beber. Justo por ello se venera tanto a San Arnoldo, patrón de los cerveceros, como a San Patricio, patrón de Irlanda: ellos salvaron a sus respectivos pueblos del cólera proporcionándoles cerveza.
Las abadías y monasterios fueron, durante siglos, algunos de los sitios en los que se manufacturaba la cerveza. Todavía existen estilos conocidos como de “abadía”, los cuales destacan por su color turbio y cuerpo medio.
Alemania es uno de los lugares por excelencia relacionados con la cerveza. De la misma manera que en Francia existe una estricta ley sobre la baguette, en tierras teutonas existen leyes que protegen la elaboración de esta bebida, permitiendo solo la adición de sus cuatro ingredientes: agua, granos malteados, levadura y lúpulo.
De hecho, el lúpulo es el responsable del sabor amargo y la frescura característicos de la cerveza. Los diferentes tipos de lúpulo también cambian los sabores y aromas que puede tener ésta al final, haciéndola más o menos fresca.
El grano malteado es importante en la elaboración de cerveza. Mientras en China, por ejemplo, el elegido era arroz que se mezclaba con algún tipo de fruta, en Inglaterra se empleaba avena, lo cual da como resultado cervezas con mucho mayor cuerpo y de color más oscuro.
Las cervezas oscuras, principalmente las stout, tienen un menor contenido calórico, aunque su nivel de alcohol suele ser más alto, alrededor del 8% en promedio, contra un 6% de las cervezas lager.
El movimiento de la cervecería artesanal es relativamente reciente. Nacido en la década de los 70 en California, reúne a todos aquellos productores que realizan menos de 40 millones de litros de cerveza al año, lo cual permite una mayor variedad de estilos y propuestas. En México, por ejemplo, se han elaborado cervezas adicionadas con mole, chile y hasta cempasúchil o toloache.
De acuerdo con los expertos, nunca debes tomar la cerveza de la botella, pues su cuello delgado no te permite apreciar sus aromas; se debe servir lo más cercano a la temperatura ambiente, pues si se sirve demasiado fría no se aprecian sus sabores y en un vaso especial, con una cierta curvatura, que permita saborear un cierto porcentaje de espuma, nunca mayor al 10%.
José Arrieta
Fuente: La Lista
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