El vino peruano cuenta con una plaza natural como consecuencia del éxito internacional de nuestra cocina.
El vino peruano cuenta con una plaza natural como consecuencia del éxito internacional de nuestra cocina.
El vino seco peruano experimenta un repunte pronunciado y sostenido que se fermentó lentamente, pero en el último año ha salido a la luz, se habla de él con intensidad en espacios especializados, integra guías latinoamericanas, participa en ferias mundiales, es decir, ha ingresado al radar internacional de la gastronomía.
Algunos hechos acaecidos en meses recientes son señales inequívocas de estas buenas noticias, como su inclusión en la Guía Descorchados dirigida por Patricio Tapia, donde 48 etiquetas forman parte del informe. Por otra parte, el famoso especialista y crítico norteamericano James Suckling, evaluó positivamente algunas etiquetas. A esto se suman la participación de la marca Intipalka con un stand propio en el próximo Prowein, en Alemania, una de las mayores ferias globales del rubro, así como la búsqueda de mercados foráneos de varias bodegas locales, especialmente, en Estados Unidos. Todos los espacios mencionados, además de visibilidad, le imprimen el aval de expertos, crucial para destacarse y afianzarse.
SABOR CON VOZ PROPIA .
Pero el vino en Perú no es cosa nueva, de hecho, fue el primer territorio de Sudamérica donde se plantaron uvas, pero quedó rezagado a la sombra del pisco. Recientemente, la situación ha cambiado y esto obedece a una sinfonía de factores, donde se destacan trabajo duro, constancia, incorporación de tecnología, asesoría técnica, escuchar la voz del consumidor y entender nuestras particularidades, donde no hay que parecerse “a”, porque parte de su fortaleza radica en la tipicidad, es decir, sabor y expresión única, que van de la mano con condiciones técnicas y sensoriales óptimas.
El vino peruano cuenta con una plaza natural como consecuencia de la buena percepción y éxito internacional de la culinaria peruana, donde cuenta con un espacio natural para crecer, armonizar y afianzarse, además, ofrece novedades en un mercado global que en años recientes ha experimentado cierta saturación y estandarización en la oferta de etiquetas de corte masivo.
El grueso de la producción nacional aún lo ocupa la uva Borgoña o Isabella, con sus consecuentes vinos dulces, donde apenas el 5% de la producción local se destina a vinos secos, con uvas como Malbec, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Tannat, además de la incorporación las llamadas uvas “pisqueras o patrimoniales” como Mollar, Negra Criolla o Quebranta. Tal como apunta Pedro Cuenca, director de Peruvino, “el consumo de vino peruano crece sostenidamente y gana preferencias en paladares locales y foráneos”.
Una pendiente importante es llenar las copas de los consumidores locales, que por desconocimiento o una mala experiencia no lo ha incorporado a sus preferencias, pero allí también se ha ganado terreno y cada vez son más comunes verlos en las cartas de restaurantes.
Lo que siempre se debe tener presente es, replicable a otros productos, que nada se ha dado por azar y llegar hasta este punto es la consecuencia de un trabajo sostenido, responsable y comprometido. Como bien concluyó Tapia en su informe: “están pasando cosas en el vino peruano. El asunto despierta. Hay que estar atentos”.
El vino peruano cuenta con una plaza natural como consecuencia de la buena percepción y éxito internacional de la culinaria peruana, donde cuenta con un espacio natural para crecer, armonizar y afianzarse, además, ofrece novedades en un mercado global que en años recientes ha experimentado cierta saturación y estandarización en la oferta de etiquetas de corte masivo.
El grueso de la producción nacional aún lo ocupa la uva Borgoña o Isabella, con sus consecuentes vinos dulces, donde apenas el 5% de la producción local se destina a vinos secos, con uvas como Malbec, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Tannat, además de la incorporación las llamadas uvas “pisqueras o patrimoniales” como Mollar, Negra Criolla o Quebranta. Tal como apunta Pedro Cuenca, director de Peruvino, “el consumo de vino peruano crece sostenidamente y gana preferencias en paladares locales y foráneos”.
Una pendiente importante es llenar las copas de los consumidores locales, que por desconocimiento o una mala experiencia no lo ha incorporado a sus preferencias, pero allí también se ha ganado terreno y cada vez son más comunes verlos en las cartas de restaurantes.
Lo que siempre se debe tener presente es, replicable a otros productos, que nada se ha dado por azar y llegar hasta este punto es la consecuencia de un trabajo sostenido, responsable y comprometido. Como bien concluyó Tapia en su informe: “están pasando cosas en el vino peruano. El asunto despierta. Hay que estar atentos”.
VANESSA ROLFINI
Fuente: Diario Correo
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