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Tan deliciosas como delicadas, las fresas son una de las frutas que más cuesta conservar. La congelación es una manera de hacerlo, pero tiene truco. Te damos todas las claves
Se acerca el verano y cuesta resistirse a la tentación de una caja repleta de fresas. Su aspecto y, sobre todo, su aroma dulzón despiertan las ganas de comerlas. En estos días es fácil y económico hacerse en el mercado con uno o dos kilos de esta fruta deliciosa y delicada cuya principal desventaja es que se deteriora con rapidez. Y es que si las fresas no se consumen en pocos días o no se conservan de modo adecuado, es bastante probable que acabemos tirando a la basura unas cuantas piezas. Para evitar el desperdicio podemos congelarlas, pero no de cualquier manera. Hacerlo tiene truco.
🍓 ¿Por qué las fresas se echan a perder tan rápido?
La explicación del rápido deterioro de las fresas está en un par de hongos (el Botrytis cinerea y el Rhyzopus stolonifer), a los que esta fruta es muy sensible. Y, también, en que la fresa «respira» muy deprisa, una característica que hace que se acumule gas carbónico dentro de los envases donde se presenta y que altera su sabor, dejándole un gusto desagradable. De ahí que las cajas o tarrinas en las que se comercializan estas frutas tengan unos pequeños agujeros que permiten que salga el exceso de gas carbónico.
🍓 Cómo elegir, separar y almacenar las fresas
Elegir bien la fruta y conservarla en buenas condiciones es muy importante. Más, si cabe, en el caso de las fresas (o frutillas, como se las llama en Latinoamérica). Para ello, tres consejos:
1. Lo primero es descartar las fresas que tengan moho y separar las que estén maduras en exceso. Con estas últimas, que aún no se han echado a perder, se pueden preparar postres, batidos, helados, mermeladas o una macedonia de frutas.
2. Las demás piezas deben conservarse secas y con su parte verde, en un lugar fresco (puede ser la nevera) y sin humedad.
3. En la medida de lo posible, se debe evitar tocarlas demasiado: cuanto menos se manipulen, mejor.
2. Las demás piezas deben conservarse secas y con su parte verde, en un lugar fresco (puede ser la nevera) y sin humedad.
3. En la medida de lo posible, se debe evitar tocarlas demasiado: cuanto menos se manipulen, mejor.
🍓 ¿Se pueden congelar las fresas?
En esta temporada es habitual que tengamos en casa más fresas de las que podemos consumir. Utilizarlas en varias recetas viene bien para aprovecharlas. Pero, claro, esta estrategia es limitada. Si no quieres aburrirte, la mejor opción es congelar el excedente. Porque sí, las fresas se pueden congelar.
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❄️ Congelar fresas al natural paso a paso
- Para congelar las fresas sin que pierdan su sabor, hay que seguir estos pasos:Lavarlas bien (sin dejarlas mucho tiempo en remojo).
- Escurrirlas y dejar que se sequen (puedes secarlas con cuidado con un paño de cocina).
- Quitarles el pedúnculo (la parte verde).
- Cortarlas (en mitades, en cuartos, en rodajas…).
- Colocarlas sobre una bandeja que quepa en el congelador, pero sin amontonarlas. Si ponemos unas encima de otras, al congelarse, se pegarán y quedarán apelmazadas.
- Dejarlas en el congelador 3 o 4 horas, hasta que se endurezcan.
- Una vez que estén duras, las retiramos de la bandeja.
- Luego, las introducimos en una bolsa con cierre hermético, le ponemos la fecha fuera y las guardamos en el congelador. ¡Listo!
❄️ Otras maneras de congelar las fresas
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También hay otras ideas. Por ejemplo, podemos congelarlas en papel de aluminio, envolviéndolas de forma separada, o introducirlas en una cubitera con un poco de agua alrededor. Pasadas unas horas, tendrás los cubitos de fresa listos para enfriar la bebida que prefieras con todo el sabor de esta fruta.
Con estos cubitos especiales, se pueden enfriar bebidas de un modo original y vistoso. Las fresas congeladas son una excelente manera para preparar granizados y smoothies. Y, por supuesto, también puedes hacer tu propio helado.
💡 El principal truco para congelar fresas es que estén bien secas antes de meterlas al frigorífico y tener presente que cuando las descongeles no podrás utilizarlas para su consumo en fresco, porque no conservan la misma textura. La buena noticia es que sí tendrán el mismo sabor, de modo que es posible guardarlas ahora para usarlas más adelante en muchas recetas.
Laura Caorsi
Fuente: Eroski Consumer
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