Al momento de experimentar nuevos sabores, hay que tener en cuenta que, en general, es preferible que el vino debería ser siempre más dulce que el chocolate para difuminar su sequedad en lugar de potenciarla.
Cuando pensamos en un maridaje entre vino y chocolate, inmediatamente se piensa en un tipo amargo -con más de un 80% de cacao- ya que equilibra perfectamente la presencia de azúcar en el vino con el amargor del chocolate. Y al mismo tiempo, la grasa en boca del chocolate -que generalmente nos puede dejar una película en el paladar- es equilibrada por el alcohol del vino.
No obstante, el chocolate amargo no es la única opción y solo hay que atreverse a probar un sinnúmero de alternativas que nos entregarán grandes sorpresas de sabor.
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“Antes de comenzar, es importante tener en cuenta que para lograr un maridaje agradable hay que considerar los tres aspectos básicos que conforman el chocolate: primero el cacao, que básicamente da el sabor y aroma del chocolate. A mayor proporción de cacao en un chocolate, éste será más amargo, de color más oscuro y su sabor será más intenso”, destaca María José Rubiño, Product Manager de Puratos en Chile, líder en el desarrollo de productos para panadería, pastelería y chocolatería.
"Luego, la manteca de cacao, o aceite procedente del haba del cacao, es la que aporta la materia grasa a la estructura. Entonces, a mayor proporción de manteca de cacao, el chocolate se sentirá en boca más cremoso y untuoso. Y por último, el azúcar. Así, a mayor proporción de azúcar, el chocolate será más dulce”, agrega.
“Antes de comenzar, es importante tener en cuenta que para lograr un maridaje agradable hay que considerar los tres aspectos básicos que conforman el chocolate: primero el cacao, que básicamente da el sabor y aroma del chocolate. A mayor proporción de cacao en un chocolate, éste será más amargo, de color más oscuro y su sabor será más intenso”, destaca María José Rubiño, Product Manager de Puratos en Chile, líder en el desarrollo de productos para panadería, pastelería y chocolatería.
"Luego, la manteca de cacao, o aceite procedente del haba del cacao, es la que aporta la materia grasa a la estructura. Entonces, a mayor proporción de manteca de cacao, el chocolate se sentirá en boca más cremoso y untuoso. Y por último, el azúcar. Así, a mayor proporción de azúcar, el chocolate será más dulce”, agrega.
Probar nuevos sabores
Al momento de experimentar nuevos sabores, hay que tener en cuenta que, en general, es preferible que el vino debería ser siempre más dulce que el chocolate para difuminar su sequedad en lugar de potenciarla. Además, un chocolate blanco suave necesitará un vino mucho más delicado que un intenso chocolate negro con un porcentaje de cacao superior al 70%. Es fundamental resaltar también que el chocolate no debe maridarse con vinos demasiado viejos o complejos, pero sí con vinos de cierta graduación.
Algunas recomendaciones:
- Tortas de chocolate negro: van a la perfección con vinos con aromas amaderados.
- Chocolate amargo: ideal para un merlot, con aromas de frutos silvestres y ciruelas.
- Chocolate blanco: lo mejor es optar por vinos más dulces como un moscato o espumosos semisecos.
- Chocolate dulce: se sugiere un vino joven, muy a menudo monovarietal en al que la fruta sea muy perceptible.
Además, hay otras combinaciones de maridaje, que finalmente se tratan de probar y arriesgar. Por ejemplo, el oporto, armoniza a la perfección con chocolates que cuentan con un grado elevado de cacao en su composición, debido a las esencias de especias y madera. Una opción muy interesante para el maridaje del vino es el chocolate negro con sal marina. Este chocolate es más fácil de combinar con vinos. La estructura de cristales aporta al chocolate una textura crujiente que hace la experiencia más singular todavía.
Las combinaciones del chocolate con sal y el vino abren todo un abanico de posibilidades. El propio estallido de sabores del cacao en conjunto con la sal abre la puerta a espumosos de todo tipo, pero también a vinos afrutados o incluso blancos.
La mezcla del chocolate y la sal rompe convencionalismos. Y es precisamente esa la clave del maridaje: disfrutarlo más allá de cualquier convención.
Fuente: El Mostrador
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