ZEENA |
Respondemos a una pregunta que seguro que se hacen muchos de nuestros lectores amantes del vino. El vino en lata, ¿es una genialidad o es un pecado?
Ya finalizando este caluroso verano hemos decidido, justo ahora, ponernos con lo del vino en lata. Así somos, ajenos a las urgencias de la actualidad. Lo nuestro es periodismo verité. Voy a ir desglosando y, por tanto, ordenando este asunto para que podáis adoptar la perspectiva que más os guste o convenga, que no siempre es lo mismo. Sí.
La lata es un recipiente el cual, técnicamente, y para cierta modalidad de consumo, ni suma ni resta a su contenido. Aclarado esto, ¿Un iniciado en el vino consume vino en lata? La respuesta es no, por dos motivos:
1º) La principal es que no hay vinos de calidad atrayente para un winelover en este tipo de contenedor.
2º) La secundaria es que se carga, a quemarropa, toda la liturgia de su consumo y más si lo bebemos directamente de la lata.
Por tanto ¿Estoy cometiendo un crimen de lesa vinosidad si consumo un vino en lata? La respuesta es no. Tampoco hay que exagerar.
No hay que olvidar que, al menos por ahora, los consumidores con pretensiones son una atronadora minoría (en España se bebe poco vino, aunque no te lo creas) que, aunque muy ruidosa, le queda mucho por conquistar para llegar a los oídos de los que beben vino porque beben vino, los del consumo estrictamente recreativo.
Esta gente que te dice que le gustó mucho un vino, le preguntas cual fue y te sueltan un: “pues no me acuerdo”. Estos muertos en vida son mayoría aplastante… por ahora.
Conviene recordar que la locura es cuestión de contexto, por tanto, no es lo mismo celebrar algo trayendo a casa un vino en lata (mal), que querer hacerte un picnic en la playa y echar algún vino en este formato por aquello de que va a ser más fácil de manejar. Aunque en ese caso, lo que resulta imbatible es la botella con cierre de rosca de la que sí hay vinos de clase mundial.
En definitiva, abrirte una lata no te va a sumar puntos en el carnet winelover, pero es que no creo que sus consumidores estén a estas cuestiones ni falta que les hace. Nunca hay que olvidar que el vino es un negocio y si esto ayuda a vender más en términos de industria, riqueza y empleo, bienvenido sea.
¿Puede servir el laterío como puerta de entrada para consumidores que acaben entrando en el culto iniciado en los misterios vínicos? Así, en general, no.
Siempre va a haber alguna excepción, pero cuestiono bastante eso de que determinados envases o bebidas con base de vino (sangrías industriales o tintos de verano chuchería) puedan servir de iniciación a bebedores que, con el paso de los años, vayan madurando y sofisticando sus elecciones. Esto me suena más a coartada de estos negocios, de blanqueos de imagen, poniendo como excusa al joven que les sirve para todo. Es muy socorrido invocar a la juventud para estas cosas.
Ya sea vender un vino azul o uno de 3 euros, para así dinamitar la cadena de valor y fomentar la cultura de la pobreza, la perfecta excusa es acercarse al joven. Lo hacen por ellos, no por ganar dinero a mansalva. Claro. Pero nosotros ya te hemos contado por qué no debes comprar vinos de menos de cinco euros, tú decides.
Dicho esto, seguro que me sale un ser humano anecdótico, corrigiéndome al contar que él empezó con Sandevid y ahora descorcha Rinaldi o Sine Qua Non.
Bien ¿Existe algún buen vino en lata? Sin querer entrar en discusiones sofistas que tanto gustan a los falsos intelectuales, la respuesta vuelve a ser no, pero sí los hay decentes. Me explico.
No hay, o al menos yo no conozco, ningún vino en lata a incluir dentro de los mejores 500 vinos del año, insisto en que su objetivo es dar un producto cumplidor para una necesidad muy concreta. Por supuesto, ya he mencionado, que esa necesidad es subsanable también con botellas, pero mira, así variamos y yo pongo un nuevo artículo a cobrar.
Esto va de hacerte pasar el rato sin dejarte ciego y con un sabor de boca al menos a la altura de otros líquidos de su formato y concepción. No es poca cosa.
Y bueno como me gusta siempre recomendar alguna referencia, hoy no va a ser excepción y ahí que voy repleto de buenos sentimientos ya que voy a recomendar los que yo he probado de proyectos como Ah So Wines, Zeena o, incluso, Peñascal. Fuera del contexto planteado no le veo mayor relevancia al fenómeno, al menos en España, pero que adelante.
Eso sí, no quiero dejar de contar mi mejor experiencia con una bebida enlatada, gracias a Bodegas González Byass, a través su Croft Twist en el espectacular Hotel Tío Pepe al que llegué un mediodía de tremendo de calor con salvaje sofoco, cuando, ya en la terraza del mismo, me pusieron uno de estos bien frío.
Me supo a lágrimas de ángel emitidas por sirenas homéricas y servidas por ninfas artúricas en copas Zalto. No exagero.
Dicho esto, seguro que me sale un ser humano anecdótico, corrigiéndome al contar que él empezó con Sandevid y ahora descorcha Rinaldi o Sine Qua Non.
Bien ¿Existe algún buen vino en lata? Sin querer entrar en discusiones sofistas que tanto gustan a los falsos intelectuales, la respuesta vuelve a ser no, pero sí los hay decentes. Me explico.
No hay, o al menos yo no conozco, ningún vino en lata a incluir dentro de los mejores 500 vinos del año, insisto en que su objetivo es dar un producto cumplidor para una necesidad muy concreta. Por supuesto, ya he mencionado, que esa necesidad es subsanable también con botellas, pero mira, así variamos y yo pongo un nuevo artículo a cobrar.
Esto va de hacerte pasar el rato sin dejarte ciego y con un sabor de boca al menos a la altura de otros líquidos de su formato y concepción. No es poca cosa.
Y bueno como me gusta siempre recomendar alguna referencia, hoy no va a ser excepción y ahí que voy repleto de buenos sentimientos ya que voy a recomendar los que yo he probado de proyectos como Ah So Wines, Zeena o, incluso, Peñascal. Fuera del contexto planteado no le veo mayor relevancia al fenómeno, al menos en España, pero que adelante.
Eso sí, no quiero dejar de contar mi mejor experiencia con una bebida enlatada, gracias a Bodegas González Byass, a través su Croft Twist en el espectacular Hotel Tío Pepe al que llegué un mediodía de tremendo de calor con salvaje sofoco, cuando, ya en la terraza del mismo, me pusieron uno de estos bien frío.
Me supo a lágrimas de ángel emitidas por sirenas homéricas y servidas por ninfas artúricas en copas Zalto. No exagero.
Santi Rivas
Fuente: Esquire
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