Un cocinero quita la piel a un lomo de salmón.CAPELLE.R (GETTY IMAGES)
La agencia alimentaria estadounidense establece que los alimentos deberían cumplir con los límites exigidos para grasas saturadas, sal y azúcares añadidos
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) del Gobierno estadounidense acaba de proponer una nueva definición de lo que es saludable en alimentación. El nuevo significado se aplicará a la información que aparece en las etiquetas nutricionales de los alimentos procesados. Por poner dos ejemplos de lo que entra y de lo que sale de esa definición, a partir de ahora el salmón y los aguacates se consideran alimentos sanos, cuando antes no lo eran por su alto contenido en grasas, y los cereales con azúcares añadidos, que sí se tenían por saludables, dejan de considerarse así.
Además, la FDA ha anunciado que está desarrollando un símbolo gráfico que los fabricantes de alimentos procesados podrán utilizar para señalar sus productos como saludables cuando estos cumplan los nuevos requisitos fijados por el Gobierno, y una nueva etiqueta nutricional que deberá ir en la parte frontal y no, como sucede ahora, en la parte posterior o lateral. La Casa Blanca ha anunciado que el nuevo sistema nutricional propuesto por la FDA se comunicará en los alimentos a través de símbolos fácilmente identificables por los consumidores, como “una clasificación por estrellas o un sistema de semáforos”.
El nuevo sistema de información nutritiva estadounidense contempla dos vertientes. Por un lado, los nuevos alimentos saludables deben contener una cantidad “significativa” de nutrientes de al menos uno de los grupos o subgrupos recomendados por las pautas alimentarias, como frutas, verduras o lácteos. Y, además, deben cumplir con los límites exigidos para grasas saturadas, sodio (sal) y azúcares añadidos; por eso, el pan blanco tampoco puede considerarse saludable en esta nueva guía. Para la catedrática de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Navarra Maira Bes Rastrollo, esta actualización “es un paso adelante”. “Y es un punto muy favorable que hayan incluido los azúcares añadidos, algo que no hace Nutri-Score, el sistema que tenemos en España”, añade Bes Rastrollo, experta en epidemiología de la nutrición.
En España, y por normativa comunitaria, la información nutricional es obligatoria en los alimentos procesados desde 2011 y debe incluir la lista de ingredientes y la tabla de información nutricional. Pero esa misma norma de la Comisión Europea reconocía que no todas las personas pueden entender bien esa etiqueta, por lo que proponía que, de forma complementaria y voluntaria, se acompañara de una información en el frontal del producto alimenticio. Y eso es lo que España ha hecho con el sistema Nutri-Score en vigor desde 2021 y que es uno más de los que existen para trasladar información sobre si un alimento procesado es saludable o no lo es.
Nutri-Score es un algoritmo que da una nota a cada producto evaluado, de 1 a 5. Cada nota está asociada a un color, del verde oscuro al rojo y cada uno de esos colores a una letra, de la A a la E. Cuanta más alta es la nota, menor valor nutricional tiene el producto porque el algoritmo suma puntos cuando contiene grasas saturadas, sal, azúcares o más calorías, y resta puntos por el porcentaje de frutas y verduras, aceites vegetales como el de oliva o soja y el aporte de vitaminas y fibra.
Además, la FDA ha anunciado que está desarrollando un símbolo gráfico que los fabricantes de alimentos procesados podrán utilizar para señalar sus productos como saludables cuando estos cumplan los nuevos requisitos fijados por el Gobierno, y una nueva etiqueta nutricional que deberá ir en la parte frontal y no, como sucede ahora, en la parte posterior o lateral. La Casa Blanca ha anunciado que el nuevo sistema nutricional propuesto por la FDA se comunicará en los alimentos a través de símbolos fácilmente identificables por los consumidores, como “una clasificación por estrellas o un sistema de semáforos”.
El nuevo sistema de información nutritiva estadounidense contempla dos vertientes. Por un lado, los nuevos alimentos saludables deben contener una cantidad “significativa” de nutrientes de al menos uno de los grupos o subgrupos recomendados por las pautas alimentarias, como frutas, verduras o lácteos. Y, además, deben cumplir con los límites exigidos para grasas saturadas, sodio (sal) y azúcares añadidos; por eso, el pan blanco tampoco puede considerarse saludable en esta nueva guía. Para la catedrática de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Navarra Maira Bes Rastrollo, esta actualización “es un paso adelante”. “Y es un punto muy favorable que hayan incluido los azúcares añadidos, algo que no hace Nutri-Score, el sistema que tenemos en España”, añade Bes Rastrollo, experta en epidemiología de la nutrición.
En España, y por normativa comunitaria, la información nutricional es obligatoria en los alimentos procesados desde 2011 y debe incluir la lista de ingredientes y la tabla de información nutricional. Pero esa misma norma de la Comisión Europea reconocía que no todas las personas pueden entender bien esa etiqueta, por lo que proponía que, de forma complementaria y voluntaria, se acompañara de una información en el frontal del producto alimenticio. Y eso es lo que España ha hecho con el sistema Nutri-Score en vigor desde 2021 y que es uno más de los que existen para trasladar información sobre si un alimento procesado es saludable o no lo es.
Nutri-Score es un algoritmo que da una nota a cada producto evaluado, de 1 a 5. Cada nota está asociada a un color, del verde oscuro al rojo y cada uno de esos colores a una letra, de la A a la E. Cuanta más alta es la nota, menor valor nutricional tiene el producto porque el algoritmo suma puntos cuando contiene grasas saturadas, sal, azúcares o más calorías, y resta puntos por el porcentaje de frutas y verduras, aceites vegetales como el de oliva o soja y el aporte de vitaminas y fibra.
Mejor que Nutri-Score
Otro de los aspectos en los que la propuesta estadounidense mejora a Nutri-Score, según Bes Rastrollo, es que el sistema estadounidense tiene en cuenta el tipo de alimento a la hora de establecer los límites nutricionales: “Por eso se produjo el problema de Nutri-Score con el aceite de oliva, que como es 100% grasa, tenía una puntuación muy mala. En la propuesta estadounidense, el límite máximo de grasa está en función del tipo de alimento que se está considerando. Eso permite adaptarlo mucho mejor”.
El comunicado de la FDA que anuncia la nueva acepción de alimento saludable incide en los efectos para la salud que tienen los que no lo son. “Más del 80% de las personas en Estados Unidos no consume suficientes frutas, verduras y productos lácteos. Y la mayoría de ellas consume excesivos azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio”. Según los propios datos del Gobierno estadounidense, “el sobrepeso y la obesidad, que están asociados con conductas de alimentación y actividad física deficientes, son los principales contribuyentes a las enfermedades crónicas en Estados Unidos. La obesidad aumenta el riesgo de morbilidad por enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la enfermedad coronaria y algunos tipos de cáncer, y también se asocia con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas”.
Según los datos que aporta la propia FDA en la presentación de la nueva etiqueta saludable, “en 2019, el 42% de los adolescentes y el 39% de los adultos dijeron que comían fruta menos de una vez al día, mientras que el 41% de los adolescentes y el 21% de los adultos dijeron que comían vegetales menos de una vez al día”. Y eso es lo que quiere cambiar el Gobierno americano. “El paso que han dado es positivo —asegura Bes Rastrollo— porque hay evidencias de que la información nutricional correcta ayuda a cambiar los hábitos de compra, pero creo que más que información sobre lo que sí es saludable, los consumidores necesitan información sobre lo que no lo es, como hacen, por ejemplo, las etiquetas nutricionales en Chile”. En este país, la información nutricional de los alimentos procesados está basada en cuatro sellos que deben llevar los alimentos que sobrepasan el límite establecido como sano: alto en azúcares, alto en grasas saturadas, alto en sodio, alto en calorías.
La FDA lanzó su primera definición de alimentos saludables en el año 1994, pero desde entonces han cambiado las pautas alimentarias unidas a los avances en la investigación nutricional. En 2016, la agencia estadounidense para los alimentos y los medicamentos inició el proceso para la actualización de lo que se considera saludable en alimentación que ahora culmina. Pero este trabajo tuvo un parón, ya que durante la presidencia de Donald Trump se prohibió al comité encargado de marcar las pautas alimentarias del país que se consideraran los efectos sobre la salud de las carnes rojas, la sal y los alimentos ultraprocesados. La Administración de Joe Biden, por el contrario, reactivó la adecuación científica de las etiquetas nutricionales que ahora llega a los consumidores estadounidenses.
VICTORIA TORO
Fuente: El País
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