Con mantequilla saben mejor JULIA LAICH |
Estos panecillos, populares en la británica hora del té y propios del recetario escocés, son dulces en su forma original, pero el queso y los tomates secos los convierten en su mejor versión salada
Crecí comiendo los (maravillosos) scones de mi abuela, y de pequeña nunca pensé que existían más allá de los que hacían sus manos. Aunque no he encontrado unos mejores por ahí, con el paso de los años descubrí que no eran invención suya, sino que son típicos del recetario escocés, en el que a veces incluyen también uvas pasas o arándanos. Con frecuencia, este panecillo de pequeño tamaño –normalmente en formato individual– suele estar presente a la hora del té, se sirve templado y se corta por la mitad para untarlo con mermelada y clotted cream, una nata muy densa que se obtiene de la superficie grasa que se forma en la leche de vaca al calentarla.
Tal es la tradición de esta merienda donde los scones son protagonistas que recibe un nombre particular: cream tea. Pero esta vez no vamos a seguir con esta costumbre, sino a tomarla como punto de partida, ya que -como casi todas las masas básicas de la pastelería o panadería-, puede ser modificada para añadirle los ingredientes que a uno le plazca. Esta vez convertimos al scon en un pan salado al añadirle queso –los cheese scones también son bastante populares– y tomates secos.
A la hora de prepararlos es importante no amasar la masa sino simplemente trabajarla hasta unir sus ingredientes, de lo contrario quedarán unos scones con los que podrás construirte una casa. Asimismo es importante trabajar con cierta rapidez para evitar que la mantequilla se funda. Al incorporar la mantequilla fría, lo que nos interesa es que queden pequeños trocitos de la misma, que en el horno se fundirán, crearán vapor y formarán pequeños agujeritos dentro del scon, dotándolo de esa textura quebradiza característica.
Tiempo: 50 minutos
Dificultad: Requiere algo de práctica para alcanzar la perfección
Ingredientes para 4 scones grandes
- 225 g de harina de trigo
- 12 g de impulsor químico
- 2 cucharaditas de sal fina
- 1 cucharadita de orégano seco
- ½ cucharadita de pimienta negra molida
- 2 cucharaditas de mostaza antigua o de Dijon
- 75 de mantequilla fría
- 6 mitades de tomates secos
- 100 g de queso cheddar madurado rallado grueso
- 20 g de queso cheddar madurado rallado fino
- 75 ml de leche de vaca
Instrucciones
- Calentar el horno a 200 ºC y poner a hidratar los tomates secos en agua caliente.
- En un bol mezclar todos los ingredientes secos: la harina, el impulsor químico, la sal, la pimienta negra y el orégano.
- Añadir la mantequilla fría –es importante que lo esté– y cortada en cubos. Incorporarla trabajando la mezcla con una rasqueta o con las yemas de los dedos hasta tener una textura arenosa.
- Añadir la leche, el queso cheddar rallado grueso y los tomates rehidratados escurridos y picados. Unir todos los ingredientes con las manos y transferir la masa a la encimera.
- Estirar la masa hasta que tenga entre tres y cuatro centímetros de espesor y cortar cuadrados de cuatro por cuatro centímetros. También se pueden hacer de menor tamaño o con un cortapastas circular.
- Colocar separados en una bandeja para horno con papel vegetal. Terminar con un poco de queso cheddar rallado fino encima de cada scon.
- Hornear entre 15 y 18 minutos o hasta que la base esté dorada y hayan aumentado su tamaño. Dejar templar sobre una rejilla antes de comer.
JULIA LAICH
Fuente: El País
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