El algún momento hemos escuchado la frase “Desayuna como rey, almuerza como príncipe y cena como mendigo”. Probablemente para el momento en que esta frase fue creada nada se sabía sobre su importancia nutricional. Lo que no cambia es que un buen desayuno es muy importante porque marca la pauta de nuestro rendimiento diario.
Qué sucede cuando no desayunamos
En primer lugar, debemos estar conscientes que, al despertar, nuestro cuerpo lleva alrededor de 6 a 8 horas sin consumir alimento. Al levantarnos, nuestro organismo buscará la glucosa
necesaria para funcionar. Si la glucosa no es incorporada a tiempo, con el desayuno y durante los 30 primeros minutos después de levantados, el organismo se ve obligado a buscarla en otro lado para poder funcionar. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el normal funcionamiento orgánico. Entre las más importantes tenemos: Decaimiento. Sin un buen desayuno somos más propensos a sentirnos fatigados y sin energía a media mañana, y a sentir la urgencia de comer algo dulce o graso. Si tomamos un buen desayuno estamos disminuyendo las posibilidades de los ataques de hambre. Esto nos ayuda a no sabotear la dieta
Falta de concentración. El desayuno nos da energía en el momento que más lo necesitamos ya que nos provee de nutrientes valiosos para realizar las tareas físicas e intelectuales del día. Nuestra productividad será baja si no tenemos los nutrientes. Esto nos obliga a invertir más energía para lograr mayor concentración y esto generalmente induce al mal humor.
Metabolismo lento. Al esquivar el desayuno o no comer apropiadamente estamos haciendo nuestro metabolismo más lento. Al no darle los nutrientes necesarios a nuestro organismo, éste ahorra calorías para el resto del día. Al sentirnos decaídos, tendemos a comer un alimento alto en grasas, pero como ya el organismo asumió la acción de ahorrar calorías, no quema las adicionales y engordamos. Todo un círculo vicioso.
El desayuno ideal
Eso dependerá de nuestras preferencias y gustos. Lo importante es que debe ser un desayuno equilibrado que represente alrededor del 25% de las calorías a consumir durante el día y que contenga los siguientes grupos de alimentos:
· Lácteos: Aportan proteínas de alto valor biológico, más calcio, hierro y zinc.
· Cereales: Aportan hidratos de carbono que son esenciales para la presencia de la glucosa.
· Frutas: Aportan las vitaminas hidrosolubles necesarias para el organismo. También ayudan al buen funcionamiento del intestino y órganos digestivos
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