Dos Estados, Dos panes
No quiero parecer una suerte de guía turístico, dando recomendaciones y llevándoles de la mano por estos caminos de Dios, pero sí como un insaciable buscador de aquellos panes que nos encontramos donde estemos y, sobre todo, conocer aquellas personas tras los mostradores o al margen de una autopista,que nos venden con pasión sus productos al darnos la certeza de que son los mejores que vamos a consumir.
Mi primera experiencia la tuve al momento de orillarme con mucho cuidado para comprar unas "Panelitas de San Joaquín". Una chica, de nombre Carmen, corrió para asegurarse la venta en un mercado altamente competitivo. Poco saben de la historia de estas panelas que llevan en sus manos, su misión es la venta y no estar dando a conocer detalles. Pero, ¿quién, en algún momento, no se ha visto tentado a comprar estas panelitas, solo por la curiosidad de ver cómo de manera basculante, en movimientos de perfecta sincronización, logran los vendedores captar la atención de sus productos?
Haciendo la investigación de rigor, nos encontramos que San Joaquín fue fundada por 13 familias mantuanas en los tiempos de la colonia. Éstas vieron, en las fértiles tierras de Aragua, el lugar idóneo para asentar a sus familias, sin saber en aquel momento que dejarían un legado panario a la zona y que representa hoy día parte importante de su gentilicio.
Se dice que las manos creadoras de las panelitas fueron las de Doña Silveria Zuloaga Egusquiza de Nieto, quien las hacia para satisfacer la demanda familiar y eran propicias a la hora de la merienda para acompañar con una humeante taza de chocolate caliente. Para finales del 1800, Doña Silveria le entrega la receta, cual secreto de familia, a Doña Juana Elizalde de Uriarte, quien nombra a dicho producto con su actual nombre de Panelas de San Joaquín, comercializándose de esa manera en la zona.
Al principio se elaboraban de forma totalmente artesanal con almidón de yuca, huevos y papelón; actualmente se preparan con harina de trigo, huevos y azúcar, pero mantienen el mismos sabor que les caracteriza.
Ya asentados en una hermosa casona, al pie de las montañas que rodean al pueblo de Sanare, me levanté temprano y tomé dirección hacia una de las zonas de mayor producción de quesos del país: Yaracal, capital del Municipio Cacique Manaure del Estado Falcón. Así me lo reafirmaría Ana Grange, propietaria de la panadería Mis Sabores 46, cuando le pregunté acerca de los panes típicos de Yaracal. Su respuesta: “Mis panes tienen mucha aceptación de la población, son panes dulces con infinidad de rellenos: queso, guayaba, cabello de ángel, piñitas, etc." Y es que los aromas cautivan al llegar a esta pequeña panadería donde la pasión de Ana por sus panes es un signo de garantía de calidad. Estoy seguro que, como este hallazgo que hice, Venezuela está llena de gente entusiasta y trabajadora, sólo basta recorrerla y probar el sabor de cada rincón gastronómico que esconde nuestro territorio.
Cada vez que tenga la oportunidad de recorrer mi país, colocaré en mi agenda la tarea de investigar acerca de nuestro acervo panadero y de aquellas personas detrás de esas creaciones culinarias y de sus pasiones por hacer que los panes formen parte de sus vidas y de las nuestras.
Humberto Silva
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