Tradicionalmente, el mundo del vino ha tenido líderes eminentemente masculinos; sin embargo, hoy en día el mundo vitivinícola está reconociendo importantes referentes femeninos que venían trabajando entre bambalinas desde hace ya bastante tiempo. La presencia femenina en la historia del vino ha tratado de desdibujarse de muchas maneras, pero no se puede tapar el sol con un dedo.
Las primeras referencias enológicas en las que podemos ver a la mujer protagonizando la historia del vino hay que buscarlas en Francia donde las mujeres, con un marcado y definido carácter, supieron con mucho esfuerzo buscar su lugar en un segmento de mercado monopolizado por el hombre.
Nicole Barbe Ponsardin crea, al morir su marido Clicquot, la conocida marca de Champagne que hoy en día todavía disfrutamos. Esta fascinante e inquieta mujer es la que idea el degüelle como solución para retirar los sedimentos de la fermentación que permanecían en la botella, mejorando así el método champenoise ideado por Dom Pierre Perignon. Este sistema sigue usándose en la actualidad.
Otra gran dama, también viuda pero no menos emprendedora, fue Jeanne Alexandrine Pommery, quien viendo cómo los licores de expedición que se usaban para rellenar los espumosos tras el degüelle influían de manera poco favorecedora en el sabor, impulsa el consumo de los champagnes brut (sin azúcar añadida).
Otras viudas que sacaron sus empresas adelante en un mundo masculino y culturalmente difícil para la mujer fueron Mathilde Perrier (Laurent Perrier), Elisabeth Salmon (Billecart- Salmon) y Elisabeth Bollinger (Bollinger).
En tiempos más recientes tenemos muchos ejemplos de mujeres que lideran bodegas referenciales como es el caso de Philippine de Rotschild en Mouton Roschild o Corrine Mentzelopoulos en Chateau Margaux, entre una larga lista de casos que evidencian la capacidad de la mujer para gerenciar y que derrumban mitos como el que decía que una mujer que menstruaba enturbiaba el vino, por lo que no podían formar parte del equipo de trabajo en la bodega.
Ya quedando claro su papel en la parte comercial, podemos también evidenciar otras aptitudes importantes. Desde el punto de vista organoléptico, la mujer tiene sus sentidos más desarrollados que los de los hombres. Se cree que es porque su posibilidad de ser madre la prepara genéticamente para, por medio de los sentidos, detectar las sustancias químicas que pudieran resultar potencialmente peligrosas para el bebé, razón por la que cuenta con más y mejores elementos de análisis a la hora de evaluar un vino. Otros autores opinan que el silencio al que se vio obligada a mantener la mujer durante siglos le agudizó el resto de sus sentidos.
La economía doméstica ha dependido de la mujer, es frecuente ver a las mujeres actuales seleccionando e indagando en los anaqueles para elegir el producto con el que harán una mejor armonía de lo que van a preparar, escogiendo en función de precio-calidad y no dejándose impresionar por marcas, modas o costumbres. Algunas bodegas han tomado en cuenta esta realidad y trabajan en función de sus consumidoras. Según los estudios, las mujeres representan un potencial esencial en países donde el vino es considerado una bebida nueva.
En un restaurant resulta cada día menos extraño encontrar a una mujer ejerciendo profesionalmente como sommelier quien, con una natural dulzura femenina e impecables conocimientos técnicos y menos prejuicios a la hora de indagar, probar y buscar cosas nuevas, conducen al comensal al éxito en la elección del vino.
Con todo esto no nos puede quedar ninguna duda del papel primordial de la mujer en el mundo del vino. Con su particular toque, las mujeres son las creadoras y responsables de lo que consumimos hoy en día.
En otras entregas, seguiremos descubriendo el papel de la mujer en este fascinante mundo.
¡Hasta una próxima oportunidad!
Ana Gutiérrez
Médico-Sommelier
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