Desde hace muchos años, 38 para ser exactos, Rubén Santiago se ha incrustado en nuestra tierra para desgajar el exuberante jugo de nuestra gastronomía insular. Rubén Santiago, en su casa, desde su cocina y con sus recetarios ha inventariado la cocina margariteña, pero también ha reinventado esa noción pluricultural que reposa en las mesas orientales. Curioso y bonachón, Rubén se ha convertido en el vigía de nuestro mestizaje culinario, producto de esa inusitada mezcla de culturas inmigrantes y tradiciones.
Desde los primeros años de los noventa, Santiago se dio a la tarea de recopilar parte de las recetas populares neoespartanas y que por fuerza de la tradición oral se trasvasan de generación en generación, siendo esto uno de sus valores pero también su mayor riesgo. Estas recetas ancestrales corrían el riesgo de perderse en el tiempo por la ausencia de registro y publicación de este acervo culinario insular. Con la edición de su libro “La Vuelta a la Isla en 80 platos” Rubén Santiago vino a dejar su sello personal, pero sobre todo a enriquecer nuestro patrimonio gastronómico entregándonos una recopilación de recetas y fórmulas que construyen el mapa del gusto insular. Gran parte de estas recetas son día a día reinventadas y reimaginadas en los fogones de su cocina.
En su modesto y cálido restaurante “La Casa de Rubén” se ha impregnado la semblanza del margariteño y la exclusiva característica de nuestros ingredientes. Nuestros peces, moluscos y mariscos se reservan para la frescura que nos inventa. El pastel de erizo o la ensalada de botuto dejan en quien las saborea la misteriosa salobridad de nuestra tierra. El pastel de chucho ensambla los sabores del pescado y el plátano; plato este en el que Santiago ha aportado suficientes elementos y valores como para que le apreciemos por haber reinventado este emblemático plato insular y hacerlo posible y "comercializable" en las cartas de los restaurantes de nuestro territorio neoespartano e insular.
Junto a esto potenciamos la crema de frutos marinos que redimensiona la fosforera. El inenarrable asopado de mariscos margariteño deja boquiabierto al gourmet de mejor facha que se retuerce de exquisitez ante este plato. Los condumios, combinaciones y sabores de nuestra isla se mezclan para darle personalidad e identidad a un plato de fama internacional. Incluso podemos agregar un capricho que solicitamos con anticipación: Mero a la sal pampatareña. Son demasiadas las pistas que lo enlazan con la alegría caribeña y la satisfacción venezolana.
En su casa y en su cocina, se cuecen día a día las mejores formas del plato insular. En sus fogones arde la olla de nuestra identidad. Se funde el claro misterio de nuestro Caribe y el sudor vertido en las tierras de la Nueva Cádiz. En La Casa de Rubén se anida el jolgorio y la gloriosa jerga de nuestra gente. Se aglomera la fantasiosa y divertida anécdota de nuestro pueblo; la facilidad del verbo y la chanza; el reclamo y el cariñoso insulto que abraza nuestra cotidianidad. En La Casa de Rubén abrazamos el venezolano que somos y el margariteño que queremos ser. Humor, picardía, sabrosura y venezolanidad. A pesar de los kilos forzados que ha perdido Rubén, su bonhomía más bien le crece a borbotones para regalar en sus tertulias, platos y guisos. No se lo pierdan. Venir o vivir en la Isla de Margarita sin visitar La Casa de Rubén es como ir a la laguna La Restinga y no comer ostras.
Coordenadas Casa de Rubén: Final Av. Santiago Mariño. Planta Baja del Edif. Margarita Plaza
Fernando Escorcia
fernandoescorcia.blogspot.com
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