jueves, 15 de marzo de 2012
Descorchando una historia con Paola Vásquez (@paola_wine): Qué significa ser promotora internacional del vino (chileno)
Descorchando esta historia
Una nueva semana en contacto con ustedes y como ha sido hasta ahora, mi intención no es darles una clase magistral en torno al vino; para eso hay muchos expertos en cada rincón del planeta que dan sus opiniones y pretenden influenciar a los consumidores. Lo que busco a través de estas líneas es darle otra lectura a este maravilloso mundo del vino, contándoles historias simples, pero honestas, que de una u otra forma nos relacionan y nos dejan a todos en igualdad de condiciones.
Sirvámonos una copa
Estoy segura que independientemente de cual sea la profesión u oficio de cada uno de los lectores de este artículo, debe sucederles que cuando se integran a un nuevo grupo o se reencuentran con viejos amigos, muchas preguntas referente a su trabajo forman parte de la amena conversación. ¿Quién no ha estado en algún evento con un médico, abogado u otro profesional, de un área distinta a la propia y no ha aprovechado de salir de alguna duda?
En lo que a mí respecta, hay tres temas que me persiguen cuando me integro a un nuevo grupo social en Chile o en el extranjero y se enteran que trabajo en ProChile a cargo de la promoción internacional del vino chileno.
1.- “¿Qué tipo de empresa es ProChile?”
Bueno, esta pregunta se da bajo la premisa de que la persona no sabe nada de comercio exterior, y evidentemente no tiene por qué saberlo; entonces viene la explicación de que ProChile es parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, que depende de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales y que tenemos representantes a cargo de Oficinas Comerciales en las principales ciudades del mundo. De hecho, hay muchas en Sudamérica y Centroamérica. Nuestra tarea es promocionar todos los productos y servicios que Chile exporta, además de estimular la inversión extranjera en Chile, y el turismo hacia nuestro país. Yo tengo “la suerte” de estar a cargo de las acciones promocionales que tienen que ver con uno de los productos estrella: “el vino chileno”, y por ende, tengo una cercana relación con todas las viñas nacionales, independientemente de su tamaño o experiencia.
Preguntas más, preguntas menos, doy a conocer todas las acciones nacionales que ello implica y los eventos que se organizan en los mercados de interés para las ventas internacionales de nuestros vinos. Tras esto, surge automáticamente el segundo tema:
2.- “O sea, que debes pasar el tiempo viajando por el mundo…” acompañado de un “¡Qué suerte!”
Tengo la sensación que, salvo quienes tienen un trabajo que los obliga a viajar a determinadas actividades fuera de su país, pocos comprenden a cabalidad mi respuesta. Sí viajo, no tanto como pareciera; pero, como todo en la vida, tiene su lado maravilloso e ingrato a la vez. Estoy segura de que no muchas personas pueden decir que gracias a su trabajo han estado en más de una veintena de países, pero también estoy segura que estar 2 días en un país no es lo mismo que conocer un país, recorrerlo y disfrutar de todas sus riquezas.
Ahora bien, lo bueno es que, por muy breve que sea mi estadía, puedo conocer a gente muy interesante, casi siempre relacionada con el mundo de la gastronomía y los vinos, lo cual de alguna manera permite conocer la cultura del país visitado. Es increíble como la comida y la sofisticación, o la sencillez en los platos, reflejan tantas cosas de un lugar, clima, recursos naturales, orgullo por sus tradiciones, entre otras, que le ponen un sabor y olor particular a cada destino y, como es lógico, siempre en armonía con algún vino chileno, que entre tanta variedad da para armonizar con casi todo tipo de sabores.
3.- Y finalmente llega la pregunta millón: “¿Cuál es tu vino favorito?” o “recomiéndame el mejor vino chileno”
Para responder a esto, más de una vez he recurrido a la homologación con los críticos de cine, que suelen castigar con muy baja puntuación a esas películas que, contradictoriamente, pueden ser favoritas para muchos asistentes a las salas de cine. Mi recomendación sobre “un” vino es bastante esquiva y va por la línea de decir que si a ti te gusta la película que fuiste a ver o el vino que vas a descorchar, que importa si le gusta a otro, si tiene o no medallas, o si un reconocido crítico le dio más de 90 puntos en alguna revista. Nadie puede desconocer que una película ganadora de un Oscar o un vino con un gran puntaje son excelentes productos y que seguramente han logrado ese reconocimiento tras un gran esfuerzo, y eso generalmente son buenos datos; pero insisto, mi vino favorito responde a ciertos atributos que podemos o no compartir, por lo que recomendar mi vino favorito puede ser un total desacierto para el paladar de otro, lo mejor es experimentar y sacar sus propias conclusiones.
Mas aún, en mi rol de promocionar el vino chileno en su conjunto, responder con una marca o variedad en particular sería como responder con un nombre a la pregunta de cuál de mis hijos es el favorito...Todas las mamás me van a comprender. Del mismo modo que cada uno de mis hijos tiene características distintas y situaciones puntuales en que uno se acerca más que el otro, en el vino, cada variedad o marca tiene sus propios méritos para ser favorito en determinada situación. Un vino de gran prestigio puede ser como el hijo súper inteligente que llena de orgullo a la familia, un blend puede ser como uno con múltiples virtudes artísticas o deportivas y las burbujas de un espumante pueden tener las notas de alegría de las locuras infantiles. Inclusive, puede que encuentre virtudes sobresalientes en el hijo de una amiga, tal como podría suceder con alguno de los vinos de nuestra competencia.
No quiero, con estos comentarios, desmerecer el trabajo de los críticos y especialistas de vino que hacen recomendaciones; muy por el contrario, admiro profundamente la facilidad con que descubren sabores y aromas en cada copa y son capaces de trasmitirlos a sus lectores u oyentes, pero quiero que comprendan que por mi actual rol profesional no puedo, ni quiero, privilegiar a una empresa por sobre otra; y recurriendo una vez más a mis homologaciones, quiero concluir diciendo que creo que no hay un hijo o un vino mejor o peor que otro, sólo hay momentos especiales para cada uno de ellos y nuestra tarea es simplemente disfrutarlos.
¡Salud!, y hasta la próxima…
Paola Vásquez
Coordinadora Nacional de Vinos
Prochile - Chile
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