Mi primer contacto con el café ocurrió a la edad de 5 años, edad en la cual mi madre sostenía que ya era adecuado poner en nuestra taza de leche unas gotas de esta bebida para acompañar nuestro desayuno... aún puedo sentir en mi paladar ese sabor, a pesar del paso de los años.
Desde ese momento el café fue acompañante de todos los desayunos en mi casa, en los cuales yo, como comensal, participaba. Nunca negro y menos espresso, sólo con leche, pero era suficiente para mí. El café fue mi fiel compañero en las largas jornadas de estudio extenuantes durante mi carrera de Derecho, días, tardes y madrugadas hasta la presentación del mismo examen… el café como un testigo silente de ese esfuerzo. Sólo, allí, a mi disposición. Asimismo, fue mi acompañante en mis primeras jornadas laborales, donde solo él podía darme ánimos para continuar y no dejarme vencer por el cansancio. Después de una taza de café pienso que vemos puertas abrirse con mejor disposición.
Hacia el año 2003, en plena expansión de mi carrera como abogado, tuve mi primer encuentro con un espresso, uno real, de esos que te marcan para siempre. Me encontraba en Barcelona-España y entré a una cafetería hermosa por fuera. Recuerdo que era un edificio antiguo, uno de esos con tradición y pasado histórico, muy al estilo Gaudí, el famoso escultor Catalán, cuyas obras circundan y rodean a esta hermosa ciudad. Era marzo y hacía tanto frío que no podía parar de tiritar. Entré a ese lugar, lleno de muebles en un aparente desorden ecléctico, con aroma a café, cigarros, a pan recién horneado, cómodo, confortable, ausente de la sensación de apremio. En cuestión de 5 minutos su amabilidad interna acogía a todos los que entrábamos allí con algo más que simple calefacción. El dueño del lugar, un catalán bohemio y conversador, tenía en su boca una rama de vainilla la cual le gustaba masticar y sustituir por una nueva al gastarle el sabor a la anterior. Como el lugar era poco visitado por la hora y el frío externo, se dispuso prontamente a atenderme y ocuparse de mi nacionalidad, y en franca conversación llegó a contarme que era Barista, que en búsqueda de esa pasión había viajado por Europa y América (USA, Brasil y Panamá) y que estaba completamente enamorado de sus dos mujeres: el café y su cafetera. El sostenía que el café, a pesar de su género masculino, tenía las cualidades francas de haber sufrido el cambio de sexo cuando Dios estaba creando el mundo. Sostenía muy enfáticamente que se trataba de una mujer porque su aroma se queda prendado en nuestro olfato persiguiéndonos a través del paso del día y atormentándonos con las ganas de volverlo a probar. Al contarme esto yo podía claramente visualizar esa imagen del café, y no tuve más remedio que estar de acuerdo con él. Y allí, en ese momento, me perdí para siempre.
Compartir esa visión y luego dejarme arrastrar por él, sin disgusto a través de su cafetera, para catar (él), y en mi ignorancia “probar” (yo) sus variados cafés de origen fue el principio de un romance que aún hoy día me acompaña. Amablemente y con todo fervor, me preparo 4 tipos de café, todos espresso, todos distintos, pero lamentablemente por mi propio desconocimiento de ese momento -y porque no decirlo “asombro” ante esa manera de preparar esa bebida- no logro recordar sus varietales. Penoso. Lo que sí recuerdo, como si estuviera marcado con fuego, son esas sensaciones en mis papilas gustativas, esos increíbles sabores a frutas, ácidos, dulces, amargo pero sobre todo aromático. ¿Pueden imaginar que el aroma sea un sabor? ¡Pues sí, lo sentí yo!, ese aroma lo pude degustar. Y les juro que nunca en mi vida he podido olvidarlo.
Visité diariamente ese mismo local durante la semana que estuve en Barcelona, y aún cuando no recuerdo el nombre del local sí recuerdo el nombre de mi amigo: Ramón Kalkari. Extraño nombre para un catalán, pienso yo. Gracias a él nació en mí el deseo de saber más, de probar más y de llegar a tener la excelencia en mis manos para poder convertir a otros a este mundo especial del Café. Gracias a esta experiencia hoy día me considero afortunada por haber iniciado mis estudios acerca del café, por haber conocido tantas formas distintas de ver un mismo tema y por aprender cada día algo completamente nuevo.
Es por esto que los invito para que a partir de hoy me acompañen a través de esta aventura llamada café. Trataremos temas variados, interesantes, ya sea que estés empezando en este mundo o que quieras incursionar en él, si tienes negocio o si quieres tenerlo, cuáles son las perspectivas reales de un negocio de esta naturaleza en Venezuela y cómo se maneja fuera de nuestras fronteras; la conveniencia de usar las redes sociales para incrementar nuestra idea de gerencia, los diferentes tipos de negocios que pueden nacer a través del café y su vialidad en nuestro país. Y por supuesto también hablaremos del Barismo y sus tendencias.
Acompáñenme en esta nueva aventura y compartamos opiniones en esta comunidad que cada día tiene más adeptos a nivel mundial a través de otro punto de vista más, y que gracias a El Gourmet Urbano podremos disfrutar. Bienvenidos a mi Mundo, a mi pasión.
“Porque detrás de toda taza de café…hay mucho más que granos…”
María Esther López Casares
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