Cerramos con éste último post la serie dedicada a los nombres de los vinos de Rioja. Conocimos los motivos más clásicos, incluso mitológicos con el curioso caso del Zenus de Puelles; cómo el gigante Gallo se comió al ‘gallito’ de Benjamín Romeo, y ahora recordamos la línea Siete Pecados, que el enólogo Luis Palacios ha sacado al mercado desde su bodega de Oyón. Cada vino embotella un pecado capital. Una bonita historia que concluye así. “Ya sabéis: no hay vida sin pecado”, incluso yo añadiría: “… y si la hay, menudo coñazo”.
Siete pecados capitales del vino
Otro bodeguero que cuida los nombres es Olivier Riviere. Originario de la Cognac, trabajo en Burdeos y Borgoña y llegó a Rioja para trabajar con Telmo Rodríguez. Tras encontrar pequeños viñedos singulares, se independizó. Riviere es un tipo especial: bodeguero sin bodega, arrienda y cultiva viñas, normalmente al límite, tanto en Rioja como enArlanza (Burgos) a ¡mil metros de altitud! Quizá por ello su importador asiático le llamaba ‘cabezota’ y así, pero en japonés, bautizó su garnacha de Cárdenas: Ganko, el cabezota. Si un francés anda haciendo ‘cosas raras’ en Cárdenas, como cultivar una garnacha vieja que apenas produce un kilo por cepa, es un ‘gabacho’ en el idioma dela tierra. Y así, otro de su vinos, que inicialmente se iba a llamar ‘Puto gabacho’, se ha quedado con ‘Gabacho’.
Más convencional, aunque muy, muy, original, es su ‘Rayos Uva’, un joven y alegre tempranillo que es su principal referencia en volumen.
No podíamos olvidarnos del gran Gonzalo Gonzalo y su glorioso Gran Cerdo, dedicado al banquero que le denegó el crédito para lanzar el vino. The Wine Love, su proyecto, es una factoría de talento desde el propio nombre al primer vino que puso en el mercado: Orgullo. Discreto en diseño, con una pequeña mariquita que recorre la etiqueta fue el germen de la gran fiesta que anualmente se puede disfrutar en sus viñedos para conocer las viñas, beber el vino y disfrutar con, o sin, familia: el Mariquitinas Day.
Gonzalo Gonzalo ha sacado recientemente al mercado nuevas ‘criaturas’, como a él mismo le gusta definir, bajo la colección Classic Monster: son White Yeti y Devilihs, un blanco y un tinto joven monstruosos y lo mejor (al margen de la valoración organoléptica de los propios vinos) son las fichas de cata de su creador en las que puedes encontrar afirmaciones como la siguiente: “La cápsula es un poco guarripage, pero nos gastamos la pasta en que la impresión de la etiqueta gustara a Javier [Jubera, autor de las ilustraciones] y abaratamos unos céntimos en la cápsula”. Gonzalo Gonzalo, en colaboración con el profesor de la UR Antonio Palacios, lanzó hace ya años también la línea Lazarus Wine, con etiquetas en braille para ciegos. Todo un crack.
En España, ¡uff!… Lo de los nombres daría para decenas de post. Simplemente enumero algunos a continuación: El perro verde (Rueda), Cojón de Gato (Somontano), De Puta Madre (Rueda)… y, por supuesto, como recordaba recientemente en su blog El Comidista con el vino ‘El Follador’, el sexo es también motivo cada vez más recurrente en los nombres de los vinos. En este caso, yo me quedo con la colección australiana Kama Sutra: una botella, una variedad, una postura… y a probar toda la colección.
Aquí lo dejamos, de momento, aunque estoy seguro de que hay decenas de casos interesantes que nos dejamos y que, si queréis comentar alguno, estaré encantado de hacerlo en el blog.
Fuente: blogs.larioja.com
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