La sala de subasta parisina Drouot estaba llena de gente este jueves y viernes. Algunas personas incluso tenían su asiento reservado para no perderse este evento inédito: la subasta de un 10% de las bodegas de vino del palacio presidencial.
Además de su gran calidad, las 1.200 botellas puestas a la venta tienen un carácter insólito por su procedencia, pues permanecieron durante años en un lugar de Francia donde muy poca gente ha podido entrar, las bodegas del palacio del Eliseo, sede de la presidencia francesa.
Vinos tintos y blancos habían sido cuidadosamente seleccionados por la sumiller del Eliseo para representar las diferentes regiones vitícolas del país, desde Burdeos hasta Borgoña, pasando por Alsacia y Champaña.
Buena fama
"Cuando amas no escatimas", dice un proverbio francés. Y en la casa Drouot tomó todo su sentido. Entre las botellas más caras figuraba un vino Petrus del año 1990, estimado entre unos US$2.800 y US$3.200, que se vendió en poco más de US$7.900, más los gastos de gestión.
Fan Dongxing, que hizo el viaje desde Shanghái para participar en la subasta, adquirió uno en poco más de US$7.500. El chino no dice cuánto ha gastado en total, pero lo que sí sabe es que piensa revender parte de sus compras en China, donde el vino francés tiene muy buena fama.
En la sala también estaba sentada Angélique de Lencquesaing, que vino para representar a algunos de sus clientes.
"Entre ellos figuran aficionados. Otros son fetichistas, coleccionistas dispuestos a pagar para adquirir una botella", le comentó a BBC Mundo. "Uno de mis clientes compró un magnum de Yquem del año 90 y pagó tres veces el precio común", añadió.
Cada uno tiene su límite. El japonés Koichiro Mayashi estaba sentado en la primera fila, frente al escenario. Se encontraba de vacaciones en París, y le gusta el vino francés. Decidió probar fortuna, pero con un presupuesto de unos US$2.600, sabía que sería difícil comprar los vinos que le gustaría llevar al país del sol naciente. "Los precios suben muy rápido", confiesa.
Y tiene razón. Los precios pagados por los compradores fueron dos, tres, o hasta cuatro veces más altos que las estimaciones de los expertos. Los compradores están dispuestos a desembolsar centenares o miles de euros para poder vislumbrar el sello especial estampado en los frascos, que menciona "Palacio del Eliseo" con la fecha de la subasta.
Detractores
Pero la iniciativa, además de los aficionados y compradores, tiene sus detractores, quienes ven en ella una fuga del patrimonio francés al extranjero, ya que se compraron botellas desde los Estados Unidos y Asia.
El valor simbólico de las botellas superó de lejos las estimaciones de los expertos.
Sin embargo, desde el punto de vista de la presidencia, seguramente se considerará un éxito. Cada año, el Estado francés gasta unos US$200.000 en vinos para el Eliseo.
El objetivo de la subasta era "alcanzar una autofinanciación para renovar los vinos de la bodega", dijo Drouot en un comunicado. "El producto de la venta se volverá a invertir en vinos más sencillos y el excedente se reportará al presupuesto del Estado", añadió.
El Estado francés puede alegrarse. Las estimaciones preveían un beneficio de 250.000 euros. Sólo el primer día, las ganancias alcazaron casi US$400.000.
También podrán alegrarse los compradores. Al igual que Fan Dongxing, algunos de ellos ya están pensando en volver a vender las botellas. Otros podrán disfrutar el placer de tener embotellado un trozo de la historia de ese país europeo.
Si el vino pudiera hablar, seguramente les contaría eventos y secretos de la República de Francia que sólo se pueden escuchar en los pasillos del palacio del Eliseo.
Fuente: bbc.co.uk
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