Degustación de los tradicionales dulces locales hoy, desde las 18 horas, en Munibe. Está impulsada por la Mancomunidad, el Ayuntamiento y los pasteleros Larrañaga, Raizabal y Mujika
Cien litros de chocolate, otros tantos de café con 300 unidades de pequeños rellenos y otros tantos tostones dan contenido esta tarde, desde las 18.00 horas, a la degustación de rellenos y tostones de Bergara que tendrá lugar en la carpa de Munibe por tercera edición consecutiva. A cambio de un euro, chocolate o café más el bizcocho y la galleta.
Las gélidas temperaturas previstas invitarán a participar en la merienda caliente, en buena compañía, y con la animación musical de los trikitilaris de Musika Eskola. Un encuentro ideado para promocionar los representativos dulces bergareses.
La invitación llega de la mano de los pasteleros Larrañaga, Mujika y Raizabal en colaboración con el Ayuntamiento y la Mancomunidad de Debagoiena, que ha inscrito la cita en la programación de las Jornadas Gastronómicas.
Las tres pastelerías protagonistas conservan, con sus pequeños matices, una misma receta. De un lado el hermano mayor con dos capas de bizcocho rellenas de huevo moll (yemas batidas con azúcar) que se cubren con un almíbar fuerte que se solidifica a la intemperie o por calor. Y como recurso para no desaprovechar las claras de tanto huevos surgió el tostón. Las claras se baten con azúcar, se hacen unos montoncitos, se cubren con almendra picada y se tuestan en el horno.
Clarisas o franceses
A quién se debe su creación es lo que no logra consenso claro. De una parte los que defienden que fueron obra artesana de las Madres Franciscanas Clarisas del Convento Goenkale y sirvieron de obsequio al Rey Felipe IV, a su paso por Bergara. Y de otro, la segunda hipótesis que señala a los ejércitos franceses como los importadores de la fórmula en la guerras napoleónicas, siendo adaptada al gusto local por los confiteros de Bergara.
Sea uno u otro el origen, lo importante es que han pervivido gracias a la transmisión artesanal entre los maestros pasteleros, de los que aún en la villa quedan tres muestras.
Son las pastelerías Larrañaga, Raizabal y Mujika. La primera es la más antigua de la villa. Esta familia adquirió el negocio en 1905, aunque este establecimiento venía funcionando en su mismo emplazamiento desde 1840, primero a manos de los padres de Telésforo Aranzadi (Félix Aranzadi y Valentina Unamuno) y posteriormente desde 1870 con Doroteo Unzurrunzaga. Tras la entrada de la familia Larrañaga en la pastelería, han pasado por ella cuatro generaciones, y en la actualidad es Agustín el que conduce el negocio.
Tres años más tarde, en 1908 Basilio Raizabal, tras permanecer varios años como aprendiz en la Pastelería Pía, se decide a abrir su propio negocio pastelero. Hoy en día los hermanos Sagastume, Jose Miguel, Josune y Andoni, tras cuatro generaciones son los encargados de sacar adelante el negocio.
El negocio para aquellas primeras generaciones de pasteleros bergareses debía ir viento en popa, porque en 1916, Francisco Mujika decidió apostar fuerte por una tercera pastelería, también ubicada, como las otras dos, en el casco histórico bergarés. Hoy, lleva las riendas del negocio, su nieto Xabier.
Estos maestros pasteleros son los que hoy conservan la tradición confitera, y con la degustación buscan difundir estos dulces artesanales.
Fuente: diariovasco.com
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