Darle la bienvenida al año que llega es lo de menos pues sabemos lo que hay que hacer en esa circunstancia y lo hemos hecho con gran dedicación; lo de más es salir indemne de la despedida al que se fue: el consenso entre mis amigos es que en lo económico pocas épocas hemos tenido más sombrías hasta ahora.
Para el vino, entretanto, el diagnóstico del año que pasó y los pronósticos son inmejorables. La apreciación sigue reglas diferentes al resto de la economía. Tal vez porque el fenómeno del vino es reciente entre nosotros: el punto de partida era tan bajo que el nuevo entusiasmo puso en marcha un dinamismo inesperado.
Se prevé que el crecimiento en 2014 sea de dos dígitos y, en consecuencia, que se genere una competencia despiadada entre el vino mexicano y los de otros orígenes. Según las cifras que manejan los productores nacionales, hoy día el nuestro es ya el primero en volumen, seguido de cerca por españoles y chilenos.
España ha vuelto a crecer desde 2010, mientras que Chile, con una recuperación importante gracias a sus bajos precios en los años siguientes a la debacle económica de 2008, comenzó luego a descender. Argentina, cuya emergencia pudo ser una amenaza para los otros importados y los nacionales, tuvo un bajón importante en 2009 como secuela de la crisis, y aunque comenzó a recuperarse en los dos años siguientes, desde 2012 permanece estático, sin alcanzar sus niveles anteriores.
En este panorama, errático en cuanto a los importados tradicionales, el vino mexicano mostró un crecimiento continuo que se mantuvo aún en las peores circunstancias del último lustro. De ahí la posición alcanzada en 2013. Pero como ya comentamos aquí, si quiere conservarla, necesitará considerables inversiones para ampliar su frontera agrícola.
Este panorama (uno de sus rasgos más notable me parece que es el crecimiento exponencial del vino italiano en México gracias al Prosecco) con el que concluyó el 2013, autoriza el optimismo. Por lo pronto, se prevé un crecimiento fuerte del consumo también en 2014 y posiblemente más adhesión al vino mexicano. Pero también una competencia aún más cerrada entre los países productores que exportan a México.
Algo alentador para nuestro País es la lucidez que se ha abierto paso entre los productores, y que queda resumida en la frase de Roberto Martínez, socio de Las Nubes, vinícola emergentes de México: "la competencia no es entre nosotros, sino la que enfrenta a las bodegas mexicanas con el vino importado". Que hoy día el Consejo Mexicano Vitivinícola agrupe ya a 22 bodegas es un paso significativo hacia la unión, condición primera para esa encomienda.
Fuente: am.com.mx
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