Comenzar la mañana diariamente nos genera una suerte de ganas de realizar lo que en oportunidades se ha convertido en un ritual de cumplimiento de rutinas. Levantarse, dirigirse al baño, y en muchos casos tomar café. Por ello, en el día del café, les traigo este artículo que nos habla de nuevas máquinas de extraer café a la manera de siempre, la manera manual.
En tiempos en los que una taza de café está a un botón de distancia, las máquinas manuales piden revancha y lentamente recuperan su lugar en la cocina. Objetos funcionales y de diseño, son fetiche de baristas y consumidores cool. Una tendencia que se acerca al continente.
Vivimos conectados a 220: apurados, exigidos y enchufados. Si el culto a la velocidad y la fugacidad de la época nos empuja a un ritmo eléctrico, ¿por qué no apagar la máquina por cinco minutos para disfrutar de un café? Con el andar sigiloso de un artesano, aunque sin el extremismo de los luditas (aquellos fanáticos del siglo XIX que se proponían destruir las máquinas en plena revolución industrial), una nueva legión de cafeteros se propone volver a la bebida unplugged: con la mística de un recital acústico, arte puro sin enchufes.
Rok Espresso Maker y Handpresso, la opción para llevar de viaje
No hay líderes o estatutos en el movimiento que promueve un regreso a la preparación manual, de a una taza por vez y en contacto sensorial con los ingredientes: el café molido y el agua. Ni cables ni cápsulas. Ahí donde algunos bautizan la corriente como “slow coffee” –acaso en homenaje al “movimiento lento” inspirado por el libro Elogio de la lentitud, del periodista canadiense Carl Honoré–, otros llevan por el mundo su desafío al culto a la velocidad y la tecnología: en Estados Unidos, Sur la Table, el mayor minorista de artículos de cocina, el año pasado vendió 11 prensas francesas cada 17 cafeteras eléctricas de cualquier tipo; en Italia, la clásica cafetera Moka de acero inoxidable se mantiene como la más vendida de todas las épocas; en Australia, el sitio espressounplugged.com reúne cafeteras y accesorios que no exigen energía eléctrica.
Algunas máquinas serán el fetiche para el barista experto y otras, apenas gadgets para consumidores cool. Pero todas resumen una idea: en el sinsentido de un estilo de vida acelerado, un camino para que el momento (¡el café!) perdure. A continuación, seis exponentes claves de una moda que se acerca a la Argentina.
Chemex: placer para el voyeur
Con toda justicia, encabeza la letra “C” del breve diccionario A-Z Coffee, publicado en Noruega pero de distribución mundial. La Chemex (pronúnciese “kem-ex”) es el objeto de deseo del hipster: el hombre cosmopolita adora la tecnología pero prefiere lo analógico en algunas cuestiones sensibles, como el café. Si el diseño es un valor de la época (mejor cuanto más sintético y funcional), la Chemex deslumbra con su ascetismo: apenas una vasija de vidrio con un collar de madera, sin manijas ni costuras, que desde el año 1941 integra la colección permanente del MoMA en Nueva York. En la transparencia de su ejecución (un filtro de papel contiene el café molido a través del cual circula el agua), exhibe la preparación y ofrece un placer voyeurista al observar cómo se llena la jarra con la infusión recién filtrada. Creada por el químico alemán Peter Schlumbohm, mantiene el ideal supremo de la Escuela Bauhaus: “La forma sigue a la función”. El modelo para preparar tres tazas está a 37.50 dólares en su shop online, pero no se hacen envíos a nuestro país.
Aeropress: la magia de la bomba de vacío
El Pistón de Oro es el premio mayor para aquel que se imponga en el Mundial de Aeropress: desde su creación reciente, en el 2005, la cafetera de Alan Adler conmueve a los adictos a la infusión con su fórmula de café jeringa. Así funciona: como una bomba de vacío. Son dos cilindros de plástico; el más angosto tiene un émbolo de goma que encaja en el más grande, creando un sello hermético. Allí se dispone un filtro circular de papel, el café molido no muy fino y el agua caliente. La Aeropress, toda una sensación en las cafeterías más cool del mundo, usa la presión del aire al vacío para preparar una bebida con más aceites y menos sedimentos. Apenas 10 segundos se necesitan para una taza potente. Con lo mejor de la prensa francesa y del café de filtro, una infusión que combina lo mejor de tres ingredientes: café, agua y aire. En argentina la puedes conseguir a unos 330 pesos en La Tienda del Barista (Larrea 493, Morón), y se recomienda el espectáculo de su preparación en Barrio Cafetero: Florida 833, Microcentro.
Handpresso: café on the go
Un espresso siempre a mano: en una combinación de palabras que es todo un hallazgo del marketing, la Handpresso se propone como una vía de escape al bebedor portátil con síndrome de abstinencia. Creada en Francia, es una bomba manual que, con el mismo funcionamiento de un inflador de bicicleta y con la potencia del bíceps, alcanza 16 bares de presión para preparar un café en la ruta o en el picnic. Oui oui: usa la cápsula blanda de café (como un saquito de té pero circular, muy popular en Europa y similar a la del sistema Senseo que se vende en la Argentina) y agua caliente. Nada más. Ya con una multitud de fanáticos que promueven su uso y con una colección de merchandising afín (el vaso, la valijita…), se ofrece en Amazon por 150 dólares. “Tal vez podría utilizarlo como un aparato divertido para llevar a cenas: colocar la Handpresso, un hervidor de agua y un poco de leche caliente en el centro de la mesa, y luego dejar que mis invitados ‘bombeen su propio café’”, concluyó Kalle Bergman, redactor en el sitio español Honest Cooking, luego de testearla. ¿Apenas un chasco para una reunión de amigos?
Mypressi: el espresso es mío, mío, mío
“Fácil. Elegante”. Con dos palabras se presenta la cafetera manual Mypressi y, si desde la síntesis de su diseño propone el buen gusto de las cosas simples, desde el nombre estimula el placer egoísta de tomar un café en solitario. Acaso inspirada en la mecánica de nuestros sifones Drago, usa cartuchos de gas para generar los 9 bares de presión que prometen un espresso perfecto. Funciona como una máquina express portátil en la más reducida de sus funciones (hasta produce un sonido similar aunque en decibeles muy bajos): en el portafiltros metálico se coloca el café molido, en el compartimiento superior el agua caliente y que sea café. Lanzada en el año 2009, se vende por 170 dólares y ya consiguió premios de diseño por todo el mundo pero, aunque su promesa de simpleza es su lema principal, resulta algo… aparatosa. Tiene muchas piezas. Hay que moler café. Los cartuchos de gas se agotan después de pocas preparaciones. Conclusión del popular sitio Gizmodo en su crítica del producto: “Aprobado. Pero todo el proceso es demasiado complicado para una habitación de hotel”.
Manual Coffeemaker Nº1: arte sin secretos
“El café es mejor cuando es preparado cuidadosamente de a una taza por vez”. En Chicago, el paraíso de las jarras filtradas y de los vasos XL, el diseñador industrial Craighton Berman quiere volver a la pequeña escala. Y por eso pone el vaso de vidrio en el centro de la escena. Fascinado por el momento mágico de la alquimia, su Manual Coffeemaker Nº1 es una cafetera artesanal que, con su sistema de doble vidrio, devela los secretos de la infusión y mantiene el calor para que el café se conserve a la temperatura exacta: los precisos 93ºC que son la obsesión de todo barista. Por afuera, una jarra de vidrio invertida; por adentro, una taza de vidrio con asa; por abajo, una base de madera; por arriba, un filtro de papel, café molido y agua. La transparencia es el concepto fundamental en la idea de Berman: “A diferencia de otras actividades culinarias, el arte de preparar café puede ser tan disfrutable como el producto final”.
ROK Espresso Maker: el poder está en tus manos
Orgullosa, se presenta como “la antítesis de la cafetera eléctrica en la que se aprieta un botón”. Premiada como el “producto más innovador” del London Coffee Fest 2013 (sí, hay festivales para fanáticos como nosotros), la ROK Espresso Maker se promociona casi con la retórica de un libro de autoayuda: “El poder está en tus manos”. Con la puntualidad de toda máquina británica, su soporte de acero inoxidable contiene un portafiltros para ubicar la medida exacta de café molido; por encima, dos manijas se accionan para proveer la presión justa que prepara un espresso doble. Elegida como “objeto del año” por la revista masculina GQ, sus atributos destacados combinan sus aptitudes cafeteras con su ubicuidad social. Es un bellísimo objeto de diseño que resuelve el dilema de los oficinistas: cómo tomar un espresso sin caer en la onerosa indignidad de la máquina del pasillo y cómo preparar una bebida en el escritorio sin que se convierta en una mesada de cocina. A poco más de 100 libras en la web; se envía a todo el mundo.
LA MADRE DE TODAS LAS CAFETERAS
La fría descripción clínica dirá que es un cilindro de cristal o porcelana que alberga un pistón compuesto por una placa perforada de cristal. Para los más emotivos, es la madre de todas las cafeteras. La prensa francesa (también conocida como “de émbolo” o, directamente, Bodum, por la marca danesa que se convirtió casi en un genérico) es el artefacto gourmet que todo cafetero debe tener, elemento principal de cualquier erogación unplugged y estrella de catas o degustaciones por su fidelidad con el sabor original del café. Y porque permite prepararlo en la mesa, en un ritual que dura 6 minutos (2 de disposición de los ingredientes y 4 de espera, para que el agua obtenga del café molido grueso la mayor cantidad de propiedades): la prensa francesa es un modelo de preparación democrática. Libertad, igualdad, fraternidad… e independencia de cualquier berretín tecnológico.
Fuente: Planeta Joy
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