El Gourmet Urbano: Placer y calorías: ¿Es verdad que el vino engorda y el alcohol fija las grasas?

lunes, 24 de marzo de 2014

Placer y calorías: ¿Es verdad que el vino engorda y el alcohol fija las grasas?

Que el consumo moderado de vino tiene importantes y demostrados beneficios para la salud, ya lo sabemos. De hecho, le dedicamos una nota completa en esta sección de ANB en el mes de mayo titulada “Beneficios del vino para la salud: la explicación de la paradoja francesa”. Ahora vamos a abordar el tema desde otra óptica, respondiendo tres preguntas: ¿cuántas calorías tiene una botella de vino? ¿el vino engorda? ¿es verdad que el alcohol fija las grasas?

 

Como siempre, hicimos una amplia investigación antes de comenzar la columna, abarcando estudios propios, datos de la Organización Mundial de la Salud, y el importante aporte de profesionales médicos de diversas especialidades de nuestra ciudad. Reuniendo todo este caudal de información, reafirmamos que en torno a este tema del vino y su influencia en la ingesta de calorías hay mucho de cierto, mucho de mito, y otro tanto de falta de educación al respecto.

 

 

El vino tiene calorías, si. Como las tienen la gran mayoría de los alimentos (el vino es considerado alimento). Y su principal componente calórico es el alcohol etílico, o etanol. Cada gramo de etanol representa 7 calorías. El cálculo correcto para saber cuántos gramos de etanol posee un vino es el siguiente: primero se debe conocer la graduación alcohólica del producto (lo dice en la etiqueta). Supongamos 13,5 % de alcohol. A ese número se lo debe multiplicar por la constante 8 (el peso específico del etanol), y el resultado debe ser multiplicado por los litros que contenga (una botella estándar tiene 0,750 litros). Entonces, sería así: 13,5 x 8 = 108, y 108 x 0,750 = 81.

Bien, ahora sabemos que esa botella de vino contiene 81 gramos de alcohol, ¿pero cuantas calorías representa eso? Lo que debemos hacer ahora es multiplicar los gramos por las calorías que posee un gramo, o sea 81 x 7 = 567. Y ahí lo tenemos: en los 750 cm3 de nuestro vino se hallan 567 calorías, además de, en promedio, un 10% más que aportan las distintas sustancias que contiene el vino. Contrariamente a lo que se cree, no existe una marcada diferencia entre los tintos y los blancos, ya que el aporte calórico varía acorde al tipo de uva y elaboración, pero podemos decir que generalmente un tinto tendrá 2 % más de calorías que un blanco de similares características.

 

Luego, la ecuación para saber el resultado por medida o copa es sencilla. Por supuesto que, a mayor graduación alcohólica, mayor graduación calórica. Primera pregunta respondida: el vino tiene calorías. Pasemos a la siguiente, que está en parte aclarada por la primera. Al poseer calorías, el vino tiene cualidades para producir acumulación de grasas. Al ser ingerido, el etanol es absorbido rápidamente y enviado por el torrente sanguíneo al hígado, el cual se encarga de metabolizarlo, primero en acetaldehído y luego en acetato, el cual el cuerpo utiliza como combustible (resumiendo el proceso).

 

El hígado metaboliza el etanol en un adulto sano a una velocidad (en promedio) de 9 gramos por hora, pero cuando la cantidad ingerida supera ese ritmo de asimilación comienzan los problemas obvios: el etanol empieza a acumularse en la sangre y en los tejidos, siendo una pequeña cantidad eliminada por el sudor, la orina y los pulmones. Con tanta energía disponible para ser utilizada, el cuerpo humano la toma de inmediato, dejando en un segundo plano el resto de fuentes de caloría (grasas), las cuales se acumulan.

 

Y aquí respondemos la tercer pregunta: el alcohol no fija las grasas, el concepto es errado, ningún alimento puede “fijar” a otro. Lo que ocurre es que el etanol es quemado por nuestro organismo en primer lugar, dejando acumularse las demás calorías consumidas. Pero lo mismo sucedería con una bebida gaseosa común, solo que en lugar de etanol, tendríamos azúcares. Cabe aclarar que las calorías que aporta el etanol son de las llamadas “calorías vacías”, ya que carecen de nutrientes (vitaminas y minerales).

 

Por otra parte, en algunos individuos el alcohol causa sensación de saciedad, y en otros genera sensación de apetito. Tanto una como la otra son desfavorables, puesto que la primera lleva a la desnutrición y la segunda al sobrepeso. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta del porqué siempre está presente la recomendación de ser muy medidos a la hora de consumir alcohol: recordemos que utilizado en exceso, es una droga muy potente.

 

Entonces, ¿todos aquellos que consuman vino, aún en forma moderada, tendrán sobrepeso? Por supuesto que no, todos los organismos son diferentes, metabolizan diferente, y consumen distintas cantidades de calorías. Y aquí se da lugar a otra pregunta (triste y lamentable): ¿cómo puede ser que las personas que solemos ver abusando del alcohol y viviendo en las calles en estado de abandono no tengan sobrepeso, sino más bien lo contrario? Eso es porque el resultante de la metabolización del etanol, cuando se consume en las comidas, participa en la síntesis de ácidos grasos, pero si se consume solo (este es el caso) es oxidado y eliminado como dióxido de carbono y agua, luego de causar sus efectos, claro está.

 

Existen estos y otros procesos similares referidos a las calorías que se desarrollan en el cuerpo con la ingesta de alcohol, pero tratamos de simplificarlos para no hacer una nota demasiado científica al respecto, pero lo suficientemente ilustrativa para aclarar, una vez más, que el consumo moderado y racional de vino (salvo contra-indicaciones) representa uno de los placeres más gratos que posee el ser humano, además de los beneficios certificados; y dejar demostrado que su consumo excesivo es perjudicial, también, para nuestro peso corporal. Tal y como dijo el químico francés Louis Pasteur (el cual descubrió la llamada “pasteurización”): “Consumido con moderación, el vino es la más sana e higiénica de las bebidas.”

Por Diego Di Giacomo

 

Fuente: anbariloche.com.ar

 

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