El mejor vino blanco es el peor de los tintos. ¿Cuántas veces no hemos escuchado esta ridícula frase producto de la ignorancia?
El hombre lleva bebiendo vino desde hace más de 6 mil años, pero como en México apenas comienza el gusto por esta bebida, muchas personas que cuentan con escasos conocimientos sobre el vino y se precian de saber demasiado, frecuentemente confirman su ignorancia despreciando al vino blanco.
Nuestros hábitos responden a patrones como la moda. En Francia, por ejemplo, alrededor del siglo XVIII, lo que se bebía con más frecuencia era vino blanco, mientras que quienes bebían tinto no eran muy bien vistos.
El vino blanco puede producirse con uvas blancas o tintas. El color del vino se obtiene de la cáscara de la uva, ya que la pulpa no contiene las sustancias colorantes que están presentes en la piel de este noble fruto. Cuando se obtiene el jugo al apachurrar la uva, comienza la fermentación de éste, es decir, mediante unos hongos llamados levaduras los azúcares del mosto se transforman en alcohol. Una vez que se fermentó el azúcar del mosto ya tenemos vino blanco.
Para obtener vino tinto, el mosto de uvas tintas se fermenta en contacto con la cáscara para que ésta le confiera color. Esencialmente, la diferencia entre ambos tipos de vino radica en que el tinto es un vino de maceración, es decir, obtiene color gracias al contacto que tuvo el mosto con la piel de la uva durante la fermentación, mientras que el vino blanco jamás tuvo contacto con la cáscara. Como podrán ustedes observar, cada vino es diferente. Entonces, ¿por qué comparar?
¿Cuál es el parámetro de calidad de quienes afirman que, por muy bueno que sea un vino blanco, jamás se comparará con un tinto? Es tan absurdo como equiparar a Botero con Leonardo.
Es válido que no nos guste el vino blanco, pero el gusto y la calidad son conceptos totalmente diferentes. Quienes desprecian el vino blanco y presumen de beber tintos legendarios, se pierden del placer de degustar los grandes vinos blancos de Borgoña de las apelaciones regiones Chablis, Montrachet o Puilly Fussé, o bien, los extraordinarios blancos de Burdeos como el inigualable Pavillion Blanc de Margaux. De hecho, es más complejo lograr un gran vino blanco que un tinto, por eso pocas regiones en el mundo producen vinos blancos verdaderamente notables.
El vino blanco generalmente es más ácido que el tinto, por ello es que debe enfriarse con el fin de disminuir su acidez para que sea más agradable a la hora de beberse.
Definitivamente, no se debe descalificar sin conocer, y mucho menos ofender a quienes pretenden iniciarse en el mundo del vino. Atrévanse a probar vinos blancos, lo peor que puede pasar es que no les guste.
¡Salud!
El Escritorio De Baco
RENÉ RENTERÍA
Fuente: elfinanciero.com.mx
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