La cristalización es sinónimo de pureza en las mieles de calidad y naturales
La miel es el edulcorante natural más antiguo y el más importante en Europa hasta el siglo XVI, cuando comenzó a ser más barato elaborar azúcar. Se trata de un alimento utilizado desde la antigüedad, de hecho, se han encontrado restos de miel en excavaciones realizadas en Egipto. Y supera al azúcar en poder edulcorante y en sabor, gracias a la mayor cantidad de sacarosa y a los componentes aromáticos de las flores de las que procede. La miel se elabora con néctar y otras secreciones de las flores. Las abejas producen un producto natural, virgen, rico en nutrientes cuya acción sobre el organismo es ideal para mantenernos fuertes y sanos. Contiene oligoelementos, vitaminas y minerales.
Su color varía de casi incoloro a pardo oscuro. Su consistencia puede ser fluida, viscosa o cristalizada, total o parcialmente. También varía el sabor y aroma, dependiendo de donde se recolecta: montes, prados, bosques... que junto a climatología y la abundancia de flores determinan la calidad.
La diferencia entre la miel natural y la industrial radica en que la primera se consume tal como sale del panal, y la segunda pasa por un proceso de pasteurización y se calienta hasta los 78º. Así se consigue mantenerla líquida más tiempo y que no cristalice, y se evitan posibles fermentaciones. La miel pasteurizada es de menor calidad, ya que al someterla a esa temperatura pierde aromas, se destruyen enzimas y disminuyen aminoácidos. La miel industrial es buena, pero carente de algunas cualidades nutritivas, dietéticas y organolépticas. Si está cristalizada es señal de pureza. Si la queremos un poco más liquida la podemos calentar brevemente a baja temperatura al baño maría.
La miel de azahar es típica de las comarcas de la Plana, aromática, de color claro y sabor a cítricos. La miel de romero y tomillo es habitual en nuestras comarcas del interior, de exquisito sabor y color ámbar transparente. También podemos encontrar miel de calidad de eucalipto, encina, brezo, roble, acacia, mil flores... en los mercados de Castellón.
F. GONZÁLEZ YUSTE
Fuente: El Periódico Mediterráneo
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