Un verdadero elíxir
OK, seguramente eso es lo que menos te importa. O a lo mejor sí te lo preguntas, pero ya que tienes unas cuantas cervezas encima y empiezas a "reflexionar" sobre la inmortalidad del cangrejo...
Pues ahí te va una explicación sencilla: así como la harina hace al pan, la malta es la base de la cerveza, el cereal que le da cuerpo y que mezclado con otros ingredientes, le da color, soltura y sabor.
Las maltas llevan los nombres de los tipos de cervezas que se elaboran con ellas: Pilsen, Pale Ale, Munich, Stout. Se conocen también por sus características como malta aromática, chocolate o torrefacta.
El lúpulo, una planta trepadora, es la que le otorga a la cerveza esa deliciosa y sabia amargura, la hace más ligera y facilita su digestión; por eso, una cerveza helada cae de perlas al estómago en esos momentos en que el cuerpo requiere refrescarse.
La levadura es la parte vital de la cerveza, el organismo que transforma el azúcar del mosto en alcohol, la que facilita el proceso de fermentación y genera la espuma que muchos prefieren marque una delgada línea entre el tope del vaso y el líquido que se encuentra debajo.
La cerveza se constituye como mínimo por un 90 % de agua, este ingrediente es tan importante que define el tipo de cerveza que se puede elaborar en determinada zona.
Los ingredientes que componen a la cerveza, de manera independiente, tienen muchos beneficios, como así lo asegura la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y el Centro de Información Cerveza y Salud.
No en vano, y como bien dicen por ahí, todo con medida, nada con exceso. Si de esta forma se consume la cerveza, ésta puede ser, además de una experiencia refrescante, el excelente complemento de un estilo de vida saludable.
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Fuente: Chilango
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