Opciones para elaborar en casa de manera muy sencilla ricos helados cremosos o de hielo
En el verano aumenta de manera espectacular el consumo de helados y sorbetes, uno de los postres preferidos de los niños -y los no tan niños-. ¿Quién puede resistirse a un polo en una calurosa tarde veraniega? ¿Y a un cremoso helado de yogur con frutas? En casa se pueden elaborar de una manera sencilla en cualquiera de sus variantes. Y es que los ingredientes son cotidianos, accesibles, y la preparación resulta muy fácil. A continuación se cuenta cómo hacer deliciosos helados caseros, ya sean cremosos o de hielo.
Imagen: Shaiith79
Elaborar helados en casa es bastante sencillo. Los ingredientes son cotidianos y solo se necesita tener un congelador para hacerlos. La principal diferencia entre los helados está en sus ingredientes:
Los helados cremosos contienen leche en cualquiera de sus variedades (yogur, nata, leche en polvo...). También llevan huevos y azúcar para la base, a la que luego se agregan frutas, chocolate, café, esencias, etc.
Los sorbetes o helados de hielo se elaboran a partir de zumos de frutas o de hielo junto con un almíbar que suele contener pulpa de frutas o sabores variados (como café). Se presentan en forma de sorbete, granizado o los famosos y ricos polos de hielo.
Helados cremosos y biscuits
En este grupo de helados siempre se parte de una base cremosa de un lácteo (natilla, crema inglesa, yogur, leche o nata montada) a la que luego se va agregando el resto de los ingredientes.
El más sencillo de elaborar es el helado cremoso de yogur. Las proporciones son las siguientes: 250
gramos de yogur, 250 gramos de frutas troceadas o trituradas y una yema de huevo para dar más finura al helado. Se mezclan los ingredientes, se prueba la base y se pone el punto de azúcar o de dulzor a nuestro gusto (en lugar de azúcar es posible emplear miel o mermelada). Una vez que están todos los ingredientes mezclados, se vierten en un recipiente apto para congelar.
Si se prepara el helado cremoso a partir de una natilla (ya sea casera o comercial), solo se deben batir tres claras a punto de nieve, mezclar con cuidado con 300 gramos de la natilla elegida fría e introducir en los moldes para congelar. ¡Listo!
Para enfriar las bases, hay dos opciones. O bien se mete la mezcla en una heladera y se remueve de manera continua (esto formará un helado cremoso y homogéneo), o bien se elige una alternativa más casera pero que también da buenos resultados: introducir la mezcla en el congelador en un molde y de vez en cuando removerla, de tal manera que el helado quede cremoso y no cristalice.
Otra de las variedades es el biscuit helado, que es el resultado de mezclar huevos, nata y el sabor deseado (como vainilla, limón, licores, galletas, etc.). En algunos casos se le pueden añadir claras a punto de nieve, para que tenga una textura más esponjosa. La ventaja que tienen los biscuits es que no cristalizan por su contenido en nata. Para que se enfríe y solidifique tan solo hay que introducirlo en el congelador, por lo que es idóneo para hacer helados con sabores más complejos y con elementos sólidos como trocitos de galletas, bizcochos, pepitas de chocolate o frutas enteras.
Para elaborar un biscuit se necesitan cuatro yemas de huevo batidas con 100 gramos de azúcar. Se montan las cuatro claras a punto de nieve y, por otra parte, se montan 250 gramos de nata. Se incorporan con suavidad las claras montadas a las yemas batidas con azúcar. Luego, con el mismo cuidado, se agrega la nata montada y, por último, unas cuatro cucharadas del elemento elegido (puré de plátano, frambuesas, manzana... o frutas con café, con cacao...). Una vez preparado el biscuit, se vierte la crema obtenida en moldes que se meten en el congelador durante seis horas hasta que se endurezca y esté listo para servir. ¡Exquisito!
Si se prepara el helado cremoso a partir de una natilla (ya sea casera o comercial), solo se deben batir tres claras a punto de nieve, mezclar con cuidado con 300 gramos de la natilla elegida fría e introducir en los moldes para congelar. ¡Listo!
Para enfriar las bases, hay dos opciones. O bien se mete la mezcla en una heladera y se remueve de manera continua (esto formará un helado cremoso y homogéneo), o bien se elige una alternativa más casera pero que también da buenos resultados: introducir la mezcla en el congelador en un molde y de vez en cuando removerla, de tal manera que el helado quede cremoso y no cristalice.
Otra de las variedades es el biscuit helado, que es el resultado de mezclar huevos, nata y el sabor deseado (como vainilla, limón, licores, galletas, etc.). En algunos casos se le pueden añadir claras a punto de nieve, para que tenga una textura más esponjosa. La ventaja que tienen los biscuits es que no cristalizan por su contenido en nata. Para que se enfríe y solidifique tan solo hay que introducirlo en el congelador, por lo que es idóneo para hacer helados con sabores más complejos y con elementos sólidos como trocitos de galletas, bizcochos, pepitas de chocolate o frutas enteras.
Para elaborar un biscuit se necesitan cuatro yemas de huevo batidas con 100 gramos de azúcar. Se montan las cuatro claras a punto de nieve y, por otra parte, se montan 250 gramos de nata. Se incorporan con suavidad las claras montadas a las yemas batidas con azúcar. Luego, con el mismo cuidado, se agrega la nata montada y, por último, unas cuatro cucharadas del elemento elegido (puré de plátano, frambuesas, manzana... o frutas con café, con cacao...). Una vez preparado el biscuit, se vierte la crema obtenida en moldes que se meten en el congelador durante seis horas hasta que se endurezca y esté listo para servir. ¡Exquisito!
Helados de hielo y sorbetes
Los helados de hielo son los más populares entre los pequeños en la época estival. Se elaboran en su gran mayoría con frutas, en especial con las que tienen mucha agua en su composición, como naranja, limón, piña, sandía o melón. También se hacen con la pulpa de frutas carnosas y dulces como las fresas, el melocotón, las cerezas o el kiwi. En todos estos casos, las proporciones en peso no son tan determinantes para conseguir un refrescante polo o sorbete. Su sabor y textura dependerán de la madurez de la fruta y de su intensidad de sabor.
En primer lugar, se hace un zumo o un licuado de la fruta con la que se quiera preparar el helado. Una vez triturada, se cuela para que quede un helado sin trocitos de frutas o se deja tal cual si lo que se prefiere es encontrar trocitos de pulpa según se va chupando el polo.
Después de hacer el zumo, se elabora un almíbar a punto de hebra. El almíbar debe pesar la mitad que el zumo. Así, si se han hecho 250 gramos de zumo de fruta, se emplearán 125 gramos de azúcar con unas cucharadas de agua. Se calienta hasta que se deshaga el azúcar y se convierta en un líquido transparente y viscoso. Se deja templar, con cuidado de que no se solidifique, y se mezcla el almíbar con el licuado o zumo de frutas. Se remueve hasta que se deshaga. Cuando se tenga preparada la mezcla, se va introduciendo en una sorbetera (si se quiere elaborar un sorbete o un granizado), o en unos moldes de helados con un palito en el interior para después congelarlo durante seis horas, hasta que se solidifique (para tener un exquisito polo o helado de hielo natural).
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