Comer es un acto de convivencia, dónde comer y qué comer es una decisión que a veces divide a los comensales entre aventureros (cazadores de tendencias, amigos de lo exótico) y convencionales (que quieren comer algo rico, dónde sea que esto se encuentre). Si eres de los primeros esta lista de lugares es para ti.
Comida en inodoros
En la cadena de restaurantes Modern Toilet, las sillas son inodoros reales, el papel higiénico juega el rol de servilleta, las lámparas tienen forma de excremento y la comida se sirve en platones que se asemejan a un retrete, una bañera o un bidet. Y por supuesto, las bebidas que acompañan la comida, el vaso tiene forma de un colorido urinario. ¿Salud por eso? Wang Tzi Wei, dueño de este ingenioso lugar, es un ex banquero que encontró la inspiración para el negocio precisamente sentado en el retrete mientras leía la manga japonesa de Dr. Slump. Uno de los personajes del cómic es un excremento rosa. Atraído por la popularidad del personaje, Wang Tzi Wei decidió abrir una heladería en la que servía un enorme helado de chocolate en espiral sobre recipientes en forma de inodoros. Más tarde, expandió su carta con platillos de dudosa apariencia. Hoy, la cadena Modern Toilet tiene 12 restaurantes en Taiwán y Hong Kong (planea expandirse a Macao y Kuala Lumpur próximamente), y reciben 90,000 comensales al año.
Altísima cocina
¿Se imagina cenar suspendido a 50 metros de altura? Mejor aún, ¿cenar sobre el Grand Canyon o las pirámides de Teotihuacán en México? Esto es lo que ofrece el restaurante flotante belga Dinner in the Sky en más de 40 países. En una mesa 22 comensales, sujetados por cinturones de seguridad, son suspendidos por una grúa, literalmente, para comer en el cielo. Los más osados pueden girar sus sillas 180°, mientras disfrutan de un exquisito banquete preparado por los mejores chefs de la ciudad en la que están. Por ejemplo, cuando Dinner in the sky estuvo en Mónaco, el encargado de la cena fue el mismísimo chef del Príncipe Alberto. Así que, si no tiene miedo a las alturas y está dispuesto a pagar hasta 200 dólares por una cena, reserve un asiento si ve este restaurante flotante en su ciudad.
Sangre y misterio
En Ginza, la zona más cara de Tokio, se encuentra el Vampire Café, un restaurante para los amantes de la tradición literaria y cinematográfica relacionada a los vampiros. Al entrar, un anfitrión ataviado como mayordomo inglés, con los ojos enrojecidos, colmillos y maquillaje estilo gótico, guía a los comensales a su mesa o privado. La cena se lleva a cabo entre cortinas de terciopelo rojo, un sinfín de candelabros, detalles como el ataúd del Conde Drácula, telarañas, tronos góticos, crucifijos o una alfombra con imágenes de glóbulos rojos. ¿El menú? Tiene un poco de Francia, Italia y Japón: rollitos de atún en forma de crucifijo; salmón marinado servido en un recipiente en forma de ataúd, bolas de helado con una calavera de chocolate o un cóctel de “sangre” (vino tinto) servido en bolsas de transfusión según su grupo sanguíneo. Todo, acompañado por música barroca y una campana para pedir los servicios del camarero.
Al estilo Broadway
En Times Square, el distrito de teatros y receptáculo de millones de turistas en Manhattan, destaca en una esquina —con luces de neón— el restaurante Ellen’s Stardust Diner. Abierto al público desde 1987, aquí el plato fuerte no es la comida, típica de un merendero estadounidense de los años cincuenta, sino el espectáculo. Los camareros suben al borde de las mesas para entonar los mejores éxitos de Broadway, disfrazados y totalmente metidos en personaje: Grease, La Sirenita, El Fantasma de la Ópera, y temas actuales como Empire State of Mind son parte de repertorio. Claro, el show tiene un costo aparte y en el intermedio, la dueña del local pasará por sus asientos para pedirles unos dólares de colaboración, sumado al 10% de propina. El dinero recaudado va a la cuenta de los camareros y su sueño de triunfar en Broadway.
En la oscuridad total
En Dans le Noir más vale agudizar el sentido del gusto para disfrutar de una cena completamente a ciegas y descubrir los sabores y texturas de los alimentos que la componen. Con locales en Paris, Londres, Nueva York y Moscú, la propuesta culinaria va más allá del misterio de comer sin ver: es un lugar donde las barreras no existen. Los camareros, invidentes por cierto, son los encargados de acompañar y atender a los comensales, de forma que ambos se encuentran en igualdad de condiciones. La idea surgió del invidente francés Didier Roche para integrar videntes e invidentes en una rutina universal: el comer. Para incentivar la tolerancia, Dans le Noir ofrece catas de vinos a ciegas y organiza eventos. Es una experiencia que se recomienda experimentar en pareja o con un grupo de amigos.
Fuente: Univisión
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