Los bodegueros apuestan por unirse en una Denominación de Origen, pero la diferencia entre los caldos de la provincia y los requisitos de Bruselas alejan la meta de esta figura de calidad
Si la importancia de los vinos sevillanos se midiese por su producción, estos quedarían relegados a los últimos puestos de Andalucía. La provincia es la segunda por la cola en superficie de uva para vinificación de la comunidad, con una media de 621 hectáreas de viñedos entre los años 2011 y 2014, según los últimos datos facilitados por la Consejería de Agricultura, correspondientes al mes de junio. Una superficie de la que el año pasado salieron 6.000 toneladas de uva y 45.000 hectolitros de mosto.
El mapa de las bodegas.
Sin embargo, el peso de los vinos sevillanos está en su paladar. Pese a no ser una de las zonas vitivinícolas más reconocidas, sí es de las más variadas. Más allá de los afamados mostos del Aljarafe, en la provincia se elaboran tintos, espumosos, blancos y hasta los licores más populares de las barras. Vinos que son aptos para los paladares más modernos, asegura el presidente de la Asociación de Productores de Vinos y Licores de Sevilla, Julián Navarro.
Pero los productores tienen una cruzada: posicionar sus caldos en las cartas de los restaurantes sevillanos. Y es que hasta los vinos sufren aquello de que nadie es profeta en su tierra. Desde hace varios años, Diputación y productores han unido fuerzas para promocionar los vinos de la provincia y algo se ha notado, «pero todavía queda mucho camino por recorrer», reconoce Navarro.
Una de las medidas que favorecería esta promoción es la creación de una etiqueta común o incluso una Denominación de Origen (DO) que impulsase la imagen de estos caldos «bien apreciados en catas a ciegas», sostiene el portavoz de los productores.
De las tres comarcas vinícolas de la provincia, solo dos cuentan con figuras de calidad. La Sierra Norte y Los Palacios son vinos con Indicación Geográfica Protegida (IGP), mientras queLebrija se sitúa en un intervalo medio entre la IGP y la DO con el reconocimiento de vinos de calidad. Sin embargo, resulta paradójico que los caldos más conocidos de la provincia, aquellos que proceden del Aljarafe, sean los únicos que carezcan de este tipo de reconocimiento.
Lo ideal para impulsar la promoción de los caldos sevillanos sería conseguir una DO de Sevilla, pero los requisitos se han endurecido desde que su reconocimiento depende del Parlamento Europeo. El reglamento europeo requiere «prestigio en el tráfico comercial en atención a su origen», que la calidad y características del vino se deban a los factores naturales del medio geográfico y que hayan transcurrido «cinco años desde su reconocimiento como vino de calidad con indicación geográfica», entre otras condiciones.
Desde la asociación reconocen que si el boom vitivinícola hubiese estallado en la provincia hace 15 años, hoy Sevilla tendría su apreciada DO. Sin embargo, en la actualidad, las diferencias entre comarcas suponen un obstáculo. Primero deberían demostrar que en Sevilla se elabora vino desde tiempos inmemoriales; hecho fácil, si se tiene en cuenta que hay bodegas que cuentan con más de 300 años de historia, como es el caso de Góngora, en el Aljarafe, o los 3.000 lagares que llegó a albergar la Sierra Norte hace cinco siglos. Después, todas las comarcas deberían contar con alguna figura de calidad, por lo que el retraso que lleva precisamente el Aljarafe ralentizaría aún más la concesión de esta etiqueta. Y es que el vino más afamado de esta comarca, el mosto, no se puede catalogar como tal, ya que según Europa es zumo de uva; de ahí que los bodegueros de la comarca hayan tenido que reinventarse. Por último están las diferencias entre unos y otros. Mientras que en el oeste de la provincia la uva Garrido Fino reina en las cepas, en el norte es la Garnacha y en el sur la Palomino hace las delicias del Bajo Guadalquivir. Conclusión: el parecido entre los caldos sería pura coincidencia.
Mientras el trabajo en común intenta mejorar el posicionamiento y distribución de los vinos sevillanos, los bodegueros optan por lanzar nuevos caldos. «Renovarte o morir», recuerda Rafael Salado, vicepresidente de la asociación de productores.
En el Aljarafe hace una década la producción de vino se centraba en el mosto, pero ahora son más de una decena las referencias que hoy rezan en Bodegas Salado. La novedad de este año viene a conmemorar el décimo aniversario del lanzamiento de Umbretum, el primer espumoso de la provincia. Para ello lanzarán 1.800 botellas de Umbretum Brut Reserva Familiar.
Otra bodega de esta comarca lanzará nuevo producto. Se trata deGóngora que lanzará en septiembre un vermut bautizado como Iriarte, como homenaje al linaje de la familia, explica Ignacio Gallego-Góngora, director de la bodega.
En Lebrija, González Palacios también trabaja en sus novedades. Concretamente en dos: un vino blanco semidulce y un vermut embotellado, que en ambos casos carecen todavía de nombre pero que estarán en el mercado en un par de meses. Además, esta bodega está haciendo pruebas para lanzar en un futuro un espumoso, asegura su director comercial, Félix González.
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La Margarita y Tierra Savia, las primeras premiadas
Con la intención de impulsar la promoción de los vinos de la tierra, la Diputación de Sevilla y la asociación de productores otorgaban esta primavera el primer Premio Vinos de la Provincia de Sevilla. Galardón con los que se alzaban el tinto Cocolubis, elaborado en Constantina por La Margarita, y el Mirlo Blanco, de las bodegas Tierra Savia, ubicadas en Alanís. Dos vinos producidos en la Sierra Norte y de los que que la Diputación adquirió 1.500 litros de cada uno para promocionarlo en eventos y catas.
Los primeros vinos varietales de España son sevillanos
Fuera de las tres comarcas reconocidas, la bodega Puerta Marisma, ubicada en Alcalá de Guadaíra, se erige como una excepción. De su lagar salen los primeros vinos varietales que se hicieron en España. Es decir, el caldo está elaborado con un solo tipo de uva. O vino tinto Syrah o blanco Colombard. «Sin mezclas, uva Syrah o Colombard pura», explica el gerente de esta bodega, Antonio Pallarés. Además de aportar un caldo diferente, Puerta Marisma, que ahora tiene sus viñedos en Rociana (Huelva), intentará devolver a Los Alcores las viñas.
Sevilla, la provincia con más nuevas hectáreas de viñedo
Uno de los problemas a los que se enfrentan los productores de vino andaluces es la pérdida de superficie vitivinícola a causa de la regeneración de agricultores y la caída del consumo. Sin embargo, en la provincia de Sevilla la tendencia es a la inversa. El auge paulatino de los vinos sevillanos anima a jóvenes emprendedores y a bodegueros consolidados a solicitar más superficie vinícola. De hecho, la Junta de Andalucía adjudicó en la provincia 5,32 hectáreas de nuevas plantaciones de viñedo a tres viticultores, entre ellos la bodega Puerta Marisma.
ALBA POVEDA
Fuente: El Correo de Andalucía
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