A la hora de adentrarse en el mundo del vino, hay costumbres que se transforman en una suerte de dogma de fe. Tips para descontracturar la experiencia
El mundo del vino suele estar rodeado de una suerte de manual de “usos y costumbres” que puede terminar por acartonar una experiencia que debería ser relajada y desprovista de prejuicios.
A continuación, una guía simple y breve que aborda algunos tópicos que ayudarán a desacartonar parte del folklore que se construye alrededor de la bebida nacional y que, posiblemente, podrían escandalizar a consumidores que asocian al vino con una religión.
Adiós a la tiranía del corcho
Hay mitos que siguen instalados y subsisten con firmeza alrededor de la cultura del vino. Uno es establecer una relación directamente proporcional entre el peso de una botella y la calidad del vino. La otra, muy difundida también, es asociar a los sistemas de tapado alternativo al corcho tradicional con vinos de baja calidad.
Es cierto que hay ejemplares pensados para largos períodos de guarda que requieren la utilización de los mejores corchos. En las tasas de transferencia de oxígeno está la clave.
El oxígeno, en definitiva, puede convertirse en un aliado o en el peorenemigo del vino, dependiendo de la cantidad –como todo en la vida, claro-.
Sin embargo, vinos pensados para ser bebidos como máximo en uno o dos años, se adaptan perfectamente a otras alternativas.
Y cuando se pensaba que la tapa a rosca o los tapones sintéticos eran lo más novedoso en materia de embotellado, varias compañías han desarrollado materiales alternativos que realmente salen de lo común.
Por caso, la multinacional Vinventions ya está embotellando vinos en la Argentina –incluso del segmento premium- con tapones derivados de la caña de azúcar, es decir, amigables con el medio ambiente.
Vinventions proyecta comercializar un total de 270 millones de tapones en el país durante todo 2017 y elevar la proporción de su línea ecológica, denominada "Plant Corc" hasta un 50%, lo que daría como resultado un total de 135 millones de botellas de vino argentino que pasarían a incorporar estos sistemas de tapado.
Para el año próximo, la meta es que el 100% de la demanda se cubra con este producto.
La compañía también introdujo en el mercado "Vinolok", un tapón de cristal que elimina completamente el riesgo a la contaminación por TCA.
La bodega Susana Balbo Wines se convirtió en la primera de la Argentina en utilizarlos, ya que comenzó a implementarlos en su rosado de alta gama: Susana Balbo Signature, cosecha 2017, un blend de Malbec y Pinot Noir del Valle de Uco.
En paralelo, Diam Bouchage, empresa francesa que produce y comercializa cada año cerca de 1.300 millones de tapones para vinos, acaba de presentar en la Argentina una nueva línea ecológica.
Se trata de un tapón que contiene una emulsión de cera de abejas y un aglomerante compuesto por derivados 100% vegetales, pensados para vinos de más alta gama y que requieren de un mayor período de guarda.
Como parte de este proceso, Diam Bouchage también se dedica a apoyar a la asociación "Un toit pour les abeilles", apadrinando colmenas en diferentes regiones vitícolas francesas.
Así que, cuando descorches un vino, si aparece un tapón alternativo, lo mejor es ahuyentar cualquier connotación negativa.
Espumantes en copas de vino tinto o blanco
Por costumbre, beber espumantes o champagne francés está asociado con las clásicas copas flauta, de esas largas y estilizadas que pueden ser un problema a la hora de trasladar a una mesa y servir.
En el pasado, las copas obligadas eran las Pompadour, mucho más anchas, que también requerían de una buena dosis de equilibrio.
Todo eso, para compañías de prestigio y con muchos años de know how, como Moët Hennessy, es parte del pasado.
El chef de cave de Dom Perignon, Richard Geoffroy es uno de los expertos que hace años viene evangelizando sobre la necesidad de archivar las copas especiales para espumantes o champagnes y reemplazarlas con copas de vino blanco.
Y hay una razón: "La copa flauta envía el vino de manera directa donde menos papilas gustativas hay. Esto no permite disfrutar y percibir la calidad del champagne en todo su esplendor".
Como contrapartida, enfatizó que "la copa más amplia, como la de vino blanco, da más volumen y permite que el champagne logre una mayor expresión y relieve".
Incluso, fue un paso más allá al asegurar que "para un champagne de más de 30 años -contra la creencia popular- utilizaríamos copas incluso más grandes".
Es decir que un buen exponente se puede disfrutar tranquilamente en un copón de vino tinto.
Esto implica una clara ventaja a la hora de servir espumantes en casa.
Incluso, Chandon fue un paso más allá con su Délice al sugerir servirlo en una copa sin tallo (y con hielo y pepino).
Además, la compañía acaba de presentar una nueva copa de boca ancha que, aseguran, "permite vivir una mejor experiencia a la hora de degustar un espumante".
"La nueva Copa Chandon apunta a perfeccionar el ritual de consumo de los espumantes dejando atrás la tradicional copa flauta. Se trata de una copa desarrollada junto con el equipo enológico que busca optimizar la apreciación visual, la percepción aromática y el gusto a lo largo y ancho de la boca", compltan.
Así que, antes de que estorben, no es mala idea guardar esas copas flauta en una caja, ahí, bien en el fondo del armario.
Verano para tintos
Las altas temperaturas se suelen llevar mal con la idea de servir un vino tinto. En general, son épocas en las que pican en punta los espumantes, los blancos y los rosados.
Sin embargo, en este último tiempo proliferaron numerosos exponentes elaborados a partir de uvas tintas que son ideales para beber bien refrescados.
Tintillo, de Bodega Santa Julia; Vallisto Extremo Criolla, de la bodega comandada por Pancho Lavaque y Marcelo Pelleriti o Estancia Los Cardones Tigerstone Garnacha, de Alejandro Sejanovich, son algunos ejemplares de esta tendencia.
Se trata de vinos ligeros, con un paso bien ágil, casi etéreo, debido a su baja cárga tánica. Este es un punto a favor, dado que se sabe que los taninos, esos compuestos que suelen conferir sensaciones ásperas o secantes, se potencian en la boca cuando un tinto está frío.
Dadas sus características, estos ejemplares se pueden mantener en la heladera, servirlos fríos y que vayan ganando algo de temperatura en la copa.
Dentro de esta categoría se podría incluir a los Pinot Noir, especialmente, los de cosechas recientes, que no requieren de mucho tiempo en la copa para ir abriéndose.
En paralelo, los días de calor también se prestan para realizar algunas concesiones. Siempre sucede que una botella fuera del frío, durante una jornada con una temperatura promedio de 30 grados, termina por calentarse en cuestión de minutos.
Ahí aparecen los consumidores con alma culpógena que piden permiso para ponerle unos cubos de hielo a un espumante, a un blanco o a un rosado, como si estuvieran cometiendo un pecado.
Y la realidad es que, si contribuye al disfrute, ponerle hielo al vino es algo que se vuelve hasta necesario. Incluso, enólogos de gran prestigio siempre reconocen que en verano “sodean” a los tintos o le agregan hielo al resto.
En general, en este tipo de situaciones, se está hablando generalmente de vinos jóvenes y fáciles de beber. Así que, si ayuda a hacerlos más bebibles aun, es una práctica bienvenida.
Por J.D.W
Fuente: Iprofesional
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