Debido a que nuestros genes están fijos en la concepción, y nuestra variación genética puede considerarse aleatoria, esto permite a los científicos hacer una especie de “experimento natural”, a base de marcadores genéticos para poder ver más allá de muchos de los factores sociales o ambientales que pueden influir en nuestros hábitos, gustos y preferencias al momento de elegir entre café o té.
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El estudio, publicado esta semana en la revista Scientific Reports, involucró dos tipos de análisis en una muestra de más de cuatro mil participantes en el Reino Unido. El primer estudio realizado entre los años 2006 y 2010, involucró la recopilación de datos genéticos, información básica de salud, así como hábitos de consumo tanto de café como té.
El segundo, se basó en el estudio genético de gemelos, en el que se demostró que alguna de las variantes genéticas están vinculadas a la percepción de gustos, llegando a la conclusión que mientras algunos marcadores genéticos tienen mayor reacción a la amargura del café, mientras que otros presentan un mayor vínculo a la amargura de la quinina, y otros más muestran mayor reacción para un medicamento para el conocido como propiltiouracilo, el secreto está en la reacción en bebidas calientes.
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El equipo encontró que las personas con una mayor predisposición genética a percibir la amargura de la cafeína tienden a beber más de café, mientras que una mayor percepción de la amargura de la quinina y al medicamento están relacionadas con una pequeña reducción en el consumo de café. Sin embargo, los patrones inversos se observaron cuando el equipo examinó las variantes genéticas y la cantidad de té que bebían los participantes.
La Dra. Marilyn Cornelis, coautora de la investigación de la Northwestern University en Illinois, dijo que: “El estudio se suma a nuestra comprensión de los factores que determinan las preferencias de bebida, el sabor, en particular, y en particular, la razon por la que aún manteniendo las constantes de todos los demás factores, persisten claras diferencias en cuanto a la preferencia y cantidad de bebidas que consumimos”. Así que la próxima vez que no te decidas entre café o té, mejor pregúntale a tu ADN.
Fuente: Sopitas
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