El Gourmet Urbano: #CAFE | El extraño caso del café con leche (de guisantes)

martes, 26 de febrero de 2019

#CAFE | El extraño caso del café con leche (de guisantes)

El consumo de lácteos en todo el mundo se ha desplomado en la última década, a la vez que se ha disparado la venta de todo tipo de versiones vegetales. ¿Acabaremos tomando capuccinos con espuma de alpiste en forma de corazón?

Varias de las bebidas vegetales que se pueden adquirir en el mercado español.


Hubo un tiempo -no hace tanto- en el que uno pedía un café con leche con la tranquilidad de saber que la leche podía ser fría o caliente. Como mucho, con azúcar o sacarina. Hoy, uno pide un café con leche y puede elegir entre leche entera, semidesnatada, desnatada y sin lactosa o entrar en un laberinto de alternativas. Tomen nota: un café con soja, con leche de almendras, con avena, chocoavena, espelta, café con arroz, con quinoa, con arroz y quinoa, chia, coco, nuez, con alpiste o con un jugo mix de frutos secos. Echen un ojo en cualquier supermercado porque hay hasta leche (perdón, bebida) de guisantes.

Un café con guisantes, por favor.


Según la consultora de mercado de alimentación Innova Market Insights, las ventas de bebidas vegetales en todo el mundo superaron el año pasado los 14.000 millones de euros y el negocio no deja de crecer en dirección opuesta a la industria láctea. En EEUU, primer productor de leche en el mundo, casi uno de cada dos consumidores compra ya leche vegetal.

La explosión de las bebidas vegetales en el mundo ha coincidido con el crecimiento de estilos de vida como el veganismo y las campañas animalistas, pero también con el postureo saludable, las fotos en Instagram de mejunjes varios a la hora del brunch y el capuccino con espuma de espelta en forma de corazón. En paralelo, la reputación de la leche ha ido en caída libre. Si uno busca en internet la frase «la leche provoca», Google completa la frase con todo tipo de teorías seudocientíficas: la leche provoca cáncer, gases, estreñimiento, flemas, acné, tos, acidez, diarrea y -horror- mocos.

«Nos han hecho mucho daño», admite Charo Arredondo, ganadera y presidenta de la Organización Interprofesional Láctea (Inlac). «Estas bebidas nos han hecho tanto daño que se llegaron a poner en los supermercados en los mismos lineales que nuestros productos. Al menos hemos conseguido que ya no lo llamen leche».

¿Qué ocurre en España? El consumo de leche líquida en nuestros hogares ha descendido más de un 20% en las últimas dos décadas. Según el Panel de Consumo Alimentario que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el año 2000 los españoles bebieron en sus casas 4.025.000 toneladas de leche. En 2017, último año analizado, el consumo fue de 3.188.000, casi un millón de toneladas menos. El descenso ha sido lento pero imparable.

El Gobierno no analiza (todavía) el consumo de las llamadas bebidas vegetales pero sabemos por varios estudios de mercado que actualmente está en torno a las 164.000 toneladas, una cifra aún marginal en relación con la leche, pero una amenaza mayúscula para la industria.


EN LA ÚLTIMA DÉCADA EL CONSUMO DE LECHE EN LOS HOGARES ESPAÑOLES HA DESCENDIDO EN UN MILLÓN DE TONELADAS

La principal victoria de del sector lácteo hasta la fecha ocurrió en el verano de 2017, cuando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que los productos puramente vegetales, desde la leche de soja a la mantequilla de tofu, no podrían comercializarse ni como leche ni como mantequilla, denominaciones reservadas a los productos de origen animal. La única excepción en España es la leche de almendras, que se acepta por su uso tradicional pese a que no se conoce aún a quien haya conseguido ordeñar una almendra.

«Hemos sufrido durante años una confusión entre productos que sólo tenían en común que eran líquidos y blancos», lamenta Luis Calabozo, director general de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil). «Estas bebidas vegetales se lanzaron en su origen como un sustituto de la leche pese a que nunca han atendido a las mismas necesidades nutricionales, no sustituyen a la leche, no son alternativas».

Según Calabozo, el auge de estas bebidas ha sido impactante porque partían de niveles bajos, pero está convencido -sin demasiadas pruebas- de que su consumo ha tocado techo.

Un análisis de la consultora Alimarket concluyó que la bebida de soja, que durante años fue la principal alternativa a la leche, ya se ha estancado y cada vez se consumen más las de avena, almendra, arroz o nuez. El año pasado la bebida de soja redujo su cuota del 48,9% al 43,3% del total de litros vendidos en bebidas vegetales, mientras que el resto de referencias sumaron un 15%.

«En ningún caso el crecimiento de las bebidas vegetales ha compensado la caída de la leche», reitera el director general de Fenil. «La leche sigue teniendo una penetración en los hogares prácticamente del 100%, aunque es cierto que se ha perdido frecuencia de compra porque la difusión de algunos mitos nos ha afectado. El sector creyó que la leche se defendía sola y a muchos se les olvidó la esencialidad de los productos lácteos».

¿Son realmente esenciales? «La leche puede integrarse perfectamente en una dieta saludable y los mensajes que alertan de que su consumo produce efectos adversos no tienen fundamento, pero los lácteos no son imprescindibles, no es verdad que haya que tomar tres raciones al día», aclara Beatriz Robles, especialista en nutrición y tecnología de los alimentos. «La leche es una buenísima fuente de calcio pero hay otras. Lo que no podemos hacer es sustituirla por bollicaos, pero siempre que llevemos una dieta saludable la leche no es imprescindible».

¿Responde el auge de las bebidas vegetales a una necesidad nutricional o sólo a una moda vacía a la altura de los muffins y los locales para merendar cereales a cuatro euros el bol?

«Hay mucho mito y mucha leyenda», asegura Robles. «En algunos casos las bebidas vegetales son una buena opción y en otros son sólo una bebida azucarada que se promociona como una alternativa más saludable que la leche sin que haya ninguna evidencia científica», apunta la experta en nutrición. «Nos dejamos llevar por modas que además están potenciadas por la propia industria de la leche. Vivimos en la época del postureo, de hacernos selfies con alimentos y de seguir tendencias sin saber muy bien de dónde surgen».

RODRIGO TERRASA

Fuente: El Mundo

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