Hay algunas cosas que puedes hacer para asegurarte de tener ese bocado perfectamente maduro en todo momento: una vez que el aguacate madure debes alejarlo de las fuentes de calor y huir de la temperatura ambiente -ya que a mayor temperatura, más avanzan su maduración y deterioro-, optando por meter las piezas en la nevera. Si el aguacate está entero, puede conservarse en su punto óptimo de maduración durante varios días en el refrigerador.
Si el aguacate ya está abierto y por ejemplo, solo conservas la mitad, no le quites el hueso. Añádele unas gotas de jugo de limón -ralentiza el proceso de oxidación- y envuélvelo en papel film, metiéndolo en la nevera. Otra opción es aceite de oliva.
Pero si todavía no está maduro del todo, la encimera de la cocina es un buen lugar para tenerlo. Eso sí, no lo pongas en el frutero junto a otras frutas y verduras, ya que los aguacates producen gas etileno, que puede hacer que otros alimentos maduren más rápido.
Para saber cuándo ha llegado la hora de meterlo en la nevera, has de saber que cuando un aguacate es suave al tacto, significa que está maduro. También el color es un indicativo: cuanto más oscuro es más madura está la pieza.
La piel más firme y gruesa señala que todavía está verde, por lo que si lo presionas y está blandito, está en su punto. Lo ideal es que su apariencia esté uniforme. Si el rabillo superior es oscuro, el aguacate ya está un poco pasado, mientras que si es verde significa que todavía le quedan unos días para madurar. Lo ideal es que la tonalidad sea tirando hacia el amarillo.
Por otra parte, aunque tenga algunas manchitas marrones, no quiere decir que ya se haya echado a perder. Aunque no tenga la misma calidad que cuando la carne de la fruta está verde, sigue siendo seguro para comer y disfrutar de platos como un buen guacamole.
Fuente | Eat This, Not That
Vía: Ticbeat
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