El Gourmet Urbano: #CERVEZAS #VINOS | ¿Cerveza antes del vino o vino antes de la cerveza? La ciencia tiene la respuesta

viernes, 27 de diciembre de 2019

#CERVEZAS #VINOS | ¿Cerveza antes del vino o vino antes de la cerveza? La ciencia tiene la respuesta

Inmersos como ya estamos en época de celebraciones prenavideñas con las inexcusables comilonas de trabajo, con los colegas, con los del gimnasio, con la peña, etcétera, me parece muy pertinente recuperar un estudio publicado en febrero de este año y que, no obstante, adquiere en estas fechas plena vigencia por cuanto su objetivo era comprobar si a efectos de resaca-de-la-mañana-siguiente es preferible beber la cerveza antes que el vino o al revés.



Una cuestión resumida por los anglosajones con la expresión «beer before wine and you’ll feel fine, wine before beer, have fear»; y que en español podríamos parafrasear como «cerveza antes del vino, estarás fino, vino y después cerveza, te estallará la cabeza». Una teoría que muchas veces se esgrime bajo el argumento de que si se consume a posteriori, las burbujas de la cerveza favorecen y aceleran la absorción del alcohol del vino -otra popular creencia es que las burbujas hacen que el alcohol se te suba antes a la cabeza-.

Una investigación, por tanto, cuyos resultados podemos extrapolar a los fastos navideños, toda vez que el cava, la sidra, el champán y el resto de espumosos que se suelen consumir durante los brindis también son burbujeantes bebidas carbonatadas. Y además, dichas burbujas se originan de forma análoga a las de la cerveza. Esto es, debido a la fermentación de los azúcares presentes en el jugo/extracto original, ya sea de fruta o de cereal, que los convierte en alcohol liberando en el proceso gas CO2 que al quedar atrapado en el líquido produce las burbujas.

De vuelta al estudio, acometido por científicos de la prestigiosa universidad de Cambridge en colaboración con colegas alemanes, y que fue realizado siguiendo un riguroso y minucioso protocolo experimental, tal como se puede constatar en el enlace al trabajo, la conclusión alcanzada es que resulta indiferente beber primero la cerveza y luego el vino, que en el orden contrario, e incluso que beber solo una u otro. Que lo que determina la resaca es la cantidad de alcohol que se ingiera independientemente de su procedencia. Y que una vez ingerido se absorbe igual y a la misma velocidad.

En resumidas cuentas, que puestos a mezclar, mejor hacerlo con moderación; que la culpa de la resaca no es del cava con el que se brinda.

Dicho lo cual he de confesar que si en su momento reparé en tan interesante investigación fue a raíz de la reflexión publicada por un doctor de Harvard poniendo en solfa si estudios como éste son prioritarios teniendo en cuenta las muchas cuestiones bastante más trascendentes en la relación alimentación y salud aún pendientes de ser investigadas. Yo diría que no.

MIGUEL BARRAL

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