MIRAR
Esta sería la primera parte de la experiencia sensitiva, puede parecer obvia pero se comienza de este modo, y tened en cuenta que han de llevar el orden que comentamos, no alterar el recorrido, comenzando por lo visual que primeramente nos dará una imagen que eluda cualquier problema que entre por la vista, cualquier imperfección que pueda tener. Así tendremos claro cómo organizar una cata de vinos
Las diferentes tonalidades de cada caldo se distinguen en la zona de la punta, los bordes y el centro, inclinando ligeramente la copa hacia abajo, siempre sobre un fondo blanco. En cada una de ellas hay que fijarse en la tonalidad, el brillo y la limpieza.
Con la vista podemos además conocer la edad del vino, simplemente fijándonos en su color. Los colores amarillos según su intensidad pueden determinar el tiempo del vino en barrica y por tanto si estamos ante un vino joven o viejo. Todos los vinos, tintos, rosados y blancos tienen tanino, una sustancia astringente que al envejecer cambia su tonalidad de incolora a amarilla hasta llegar al dorado. En el caso de los blancos es más fácil percibir esa tonalidad amarillenta que se aprecia peor en los vinos tintos. El amarillo en los tintos puede apreciarse inclinando la copa y fijándonos en el borde.
Con la vista podemos además conocer la edad del vino, simplemente fijándonos en su color. Los colores amarillos según su intensidad pueden determinar el tiempo del vino en barrica y por tanto si estamos ante un vino joven o viejo. Todos los vinos, tintos, rosados y blancos tienen tanino, una sustancia astringente que al envejecer cambia su tonalidad de incolora a amarilla hasta llegar al dorado. En el caso de los blancos es más fácil percibir esa tonalidad amarillenta que se aprecia peor en los vinos tintos. El amarillo en los tintos puede apreciarse inclinando la copa y fijándonos en el borde.
OLER
vinosTras pasar la primera fase, visual, pasamos a la segunda, se trata de oler el vino que vamos a degustar y valorar. Lo primero que debemos hacer es acercarnos la copa a la nariz sin moverla para captar todos los aromas del vino. Una vez hecho esto, moveremos la copa primero ligeramente y después con un poco más de brío, para que se mezcle bien y podamos apreciar todos sus olores y diferenciar cada uno de ellos.
Los aromas que cada catador distinguirá van a ser distintos siendo los más clásicos los afrutados, amaderados, químicos, vegateles, florales o balsámicos, entre otros que podemos apreciar. Los factores que aportan esos aromas diferenciados serán la variedad de la uva, el proceso de fermentación, la crianza, el tipo de barrica, etc. En un último momento también podemos notar un olor a avinagrado que nos daría a entender que el vino está defectuoso.
SABOREAR
La última y más importante de las fases, se trata, por fin, de saborear el vino y dar con las claves definitivas para su valoración y evaluación. Debemos probar un poco de vino y lo pasamos de un lado a otro de la boca para que entre en contacto con todos los receptores de la lengua y podamos percibir todos los sabores necesarios: dulce, ácido, amargo… Teniendo en cuenta que normalmente vamos a tener dos percepciones diferentes, un primer regusto que será la impresión primera que normalmente coincide o avanza la sensación final que tendremos al tragar el vino y comprobar la sensación que nos deja en boca.
Fuente: Entre Tanto Magazine
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