Hacerte pasar por un entendido es fácil siempre que no te encuentres ante un verdadero experto
Si siempre has querido pasar por un experto en vinos pero no te atreves porque no lo eres y tampoco te apetece serlo, no te preocupes. Aquí tienes diez consejos a modo de trucos para dar el pego y aparentar ser todo un entendido en cualquier ocasión siempre y cuando no te topes con un verdadero experto, claro está.
Como si de una cata se tratase, lo primero es ejercitar la vista. Se trata de mirar a la copa y primero alabar el color del vino, recordando elegir términos como teja, caoba, granate... Inclinar levemente la copa sobre un fondo blanco, que puede ser el mantel o la servilleta, y simular que estás examinando el vino atentamente. Después se levanta la copa a la altura de los ojos y se alaba su color con términos rebuscados como teja, caoba, granate... y finalmente decir algo así como "hay que ver qué lágrima tiene" para referirte al camino que recorren por la copa las gotas del vino.
El peligroso rito del meneo
Antes de oler el vino, para apreciar todos sus aromas, es necesario montar el peligroso ritual del meneito. Si no se tiene práctica es muy posible que al agitar la copa en el aire el vino termine en la mesa o, aún peor encima de alguien. Pero que no cunda el pánico hay un sencillo truco que va a dar el pego perfectamente. Se coloca la copa sobre la mesa y con el pulgar y el índice se sujeta más bien en la parte baja del tallo y se hace un sencillo y repetido movimiento circular.
Tiene que oler a algo
Una vez oxigenado, lease meneado, el vino en su copa, deberá introducirse sin ningún pudor la nariz en ella para olerlo. Y eso sí, tiene que oler a algo, pero no a cualquier cosa. Deberá oler a lo primero que se te ocurra al olerlo siempre que vaya en la línea floral del tipo azahar, violeta, jazmín; vegetal como hierba cortada o heno; frutal, a fresa o melocotón; y mineral, brea, pizarra...
Probar no es beberse la copa entera
El siguiente paso es probar el vino, pero solo probarlo, por mucha sed que se tenga o por muchas ganas de beberte la copa entera de un trago, no lo hagas jamás. Se trata de coger un buchecito y pasearlo lentamente por el paladar haciendo como si estuviésemos apreciando todo su sabor.
Hacerle la pelota
Una vez probado el vino, deberás seguir con la liturgia antes de comenzar a beber. Ahora toca alabar el vino, hacerle la pelota, y después de una breve pausa valorativa tras probarlo, decir muy serio pero con una media sonrisa de apreciación algo tan obvio y al mismo tiempo misterioso como 'es vino'. Con eso se despìsta al resto de la mesa que entiende que te ha gustado y es bueno pero sin necesidad de expresar cualquier otra peligrosa opinión.
El dichoso corcho
Sí, ya sé que es un incordio y que casi nadie sabe que se hace para comprobar si el vino ha estado bien conservado hasta el descorche, pero si queremos pasar por expertos es imprescindible hacerlo. Se coge el corcho, se huele primero y después se acerca un poco al oído y se hace como si lo apretases por el medio y él te estuviera contando un secreto.
Las comparaciones no son odiosas
Por supuesto hay que manifestar que tu ya lo conocías y nunca está de más que te recuerde a otros reputados vinos extranjeros y compararlo con ellos. Lo bueno de este truco es que no es necesario decir marcas, tan solo denominaciones del tipo Burdeos, Borgoña e incluso un vino chileno o alemán, pongamos por caso.
Divorcia el maridaje
Todo el mundo conoce la manida frase de que habrás cansado de oír aquello de que el vino blanco es para el pescado y el tinto para carne. Decir eso no quiere decir que sepas algo de vinos. Sin embargo, si rompemos ese precepto no solo beberemos el vino que queramos con lo que nos apetezca sino que además podemos explicar que 'las nuevas tendencias de la armonía' recomiendan precisamente ese maridaje para que vean lo mucho que entendemos de vino.
La importancia de la añada
También es importante hacer creer que conocemos la importancia de las añadas y, claro está, la cosecha del vino que estamos bebiendo en ese momento 'fue realmente muy buena'.
Ni Rioja ni Ribera
Suele ser muy normal que pidamos un Rioja o un Ribera del Duero, como hace todo el mundo. Error. Precisamente porque lo hace todo el mundo hay que hacer lo contrario para que se notes que sabemos muy bien las muchas denominaciones de origen que existen para lo cual deberemos aprendernos un par de ellas como un Penedés o un vino de Toro. Y, aunque bastante más difícil de aprender, para los blancos es un puntazo pedir un Gewürztraminer alemán o un Chablis francés.
ANTONIO CASTILLEJO
Fuente: 65 y más
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