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Si todavía no has oído hablar de él o no te has animado a probarlo, hoy te contamos qué es el cold brew y cómo puedes prepararlo en casa.
Cuando llegan las altas temperaturas, los apasionados del café acaban sucumbiendo al típico café con hielo para no renunciar a una de sus bebidas favoritas. Otra opción que tienen es el café frappé, pero en los últimos tiempos se ha puesto de moda un método más sencillo que se convierte en una alternativa estupenda para el verano.
Nos referimos al cold brew o café en frío. Si todavía no has oído hablar de él o no te has animado a probarlo, hoy te contamos qué es el cold brew y cómo puedes prepararlo en casa. ¿Apetece un café fresquito?
Qué es el cold brew
No debes confundir el cold brew con un café con hielo, aunque ambos se consuman helados. Efectivamente, el cold brew es un café que se consume frío, pero es que también se prepara en frío. De tal modo, la diferencia es el método de elaboración, pues mientras que el café con hielo se prepara con el método tradicional, bien caliente, el cold brew se obtiene de una infusión en frío.
Historia del cold brew
Para descubrir referencias al primer cold brew que se conoce tenemos que remontarnos al año 1600 en Japón, en la ciudad de Kyoto. Fue entonces cuando este tipo de café comenzó a elaborarse de esta forma con la influencia de los comerciantes holandeses que acudían hasta el país. De hecho, se denomina Kyoto-style coffee y todavía se prepara de igual forma en los locales de la ciudad. El agua fría se deja caer gota a gota así que el proceso es un ritual solo apto para personas con mucha paciencia.
De manera más reciente, hará cosa de un par de décadas, se empezó a popularizar en Estados Unidos el cold brew tal y como lo conocemos hoy, y desde allí pasó a Europa. La diferencia con el estilo Kyoto es que aquel es más simple, aunque la cantidad de tiempo para que esté listo sigue siendo notable.
Cómo preparar un cold brew
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Para preparar un cold brew primero tienes que dejar el café molido en el agua a temperatura ambiente entre 12 y 24 horas. Lo mejor es que elijas un café molido grueso, que soportará mejor este tiempo de infusión tan largo, y agua mineral, tal y como resulta recomendable para cualquier otra bebida. La proporción más utilizada es la de 100 gramos de café por cada litro de agua, que puedes tomar como referencia para hacer mayor o menor cantidad. Otra medida es una parte de café por cada parte de agua, así que usa la que te resulte más fácil para calcularlo. Y otro punto a tener en cuenta es que cuanto más fino sea el café molido, mayor tiempo de maceración necesitará.
Para prepararlo puedes tener café en grano y usar un molinillo o comprar directamente café molido, aunque nosotros te recomendamos la primera opción. Luego, puedes utilizar una cafetera de émbolo o tipo francesa de modo tradicional, solo que en vez de verter agua caliente, deberás agregar agua fría. Pero si no tienes una cafetera de este tipo simplemente necesitarás un recipiente de vidrio en el que hacer la mezcla y un colador con un filtro de papel.
Primero vierte en el recipiente el café molido y añade el agua. Remueve lentamente y con cuidado para que todo el café se empape. Luego tapa con un paño de cocina o con una tapa y déjalo reposar un mínimo de 12 horas, a temperatura ambiente o en la nevera. Si lo introduces en el frigorífico se atenuará la oxidación.
Después, filtra el café a través del filtro de papel o de una tela con cuidado y paciencia. El café que obtengas puedes guardarlo en una botella durante un par de semanas, pero recuerda que antes de consumirlo deberás echarle agua o leche y diluirlo en función de tu gusto.
Características del café en frío
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Al estar tanto tiempo infusionando, el cold brew tiene sabor y cuerpo, y se diferencia mucho más de lo que puedes creer de un café helado que primero está caliente y al que añades los hielos. Entre sus características más destacadas, el cold brew tiene menos amargor y menos cafeína como resultado final que el café infusionado en caliente. De hecho, se calcula que el cold brew tiene hasta un 60 % menos de acidez que un café tradicional así que la diferencia es más notable de lo que en principio cualquiere cafetero pueda considerar.
Una vez que hayan pasado las horas suficientes, sírvelo como más te apetezca. Este es el momento de añadir los cubitos de hielo, diluirlo más en agua o añadirle leche para tomarlo a tu gusto. Si quieres probar algo diferente, puedes añadir 20 mililitros de zumo de limón recién exprimido por cada 300 mililitros de cold brew. Otra opción es mezclarlo con tónica, en una proporción de 220 mililitros de tónica por 80 mililitros de cold brew, y si te apetece un combinado, a esta última mezcla puede agregarse un chorrito de ginebra.
Silvia Pato
Fuente: publico.es
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