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Procedente de Estados Unidos e incipientemente introducido en España, el growler participa del buen momento que vive la cerveza artesana y los envases de consumo sostenibles. De unos años a esta parte, la cerveza ha experimentado su particular revolución en lo que a métodos y filosofía de producción se refiere. Hemos pasado del abecé más bien básico cervecero, del “dame una birra” sin mirar demasiado el surtidor, ponme “una caña” o “un tercio del que tengas”, a preguntar por marcas de cerveza hechas en una u otra zona de España o pedir la carta de cervezas de importación; a fijarnos en las etiquetas que aseguran una cerveza sin aditivos, sin pasteurizar y con sabores poco convencionales; y a cambiar incluso nuestra forma de tomarla: conocíamos el botellín, la doble o el zurito que podíamos pedir en el bar, la lata que solíamos comprar en el supermercado, pero ¿cómo podemos ahora llevarnos la cerveza de las microcervecerías donde dispensan toda esa nueva gama de cervezas artesanas que solo existen en versión barril? Ha llegado la hora del growler.
Qué es un growler de cerveza
El growler es un recipiente para transportar cerveza de grifo manteniéndola fresca y sin oxidación, como recién tirada. Se trata de una jarra de cierre hermético, en la que la cerveza mantiene sus propiedades de aroma y sabor entre siete y diez días después de envasarla, siempre que no la hayamos abierto en ese tiempo, en cuyo caso disponemos de dos a tres días para consumirla.
De vidrio ámbar, acero inoxidable o cerámica, el growler permite llevar de un lugar a otro la cantidad de cerveza deseada. Los hay pequeños, de un litro, o de tamaños mayores, de dos, tres y cuatro litros o sus equivalentes en galones si nos vamos al otro lado del Atlántico.
Estrella Galicia
Igual que la variedad de cervezas que los growlers transportan, existe una gran variedad en su diseño y precios. Hay growlers sencillos y funcionales, sin serigrafiar, muy económicos, y otros de edición limitada, como ése que Estrella Galicia ha lanzado en colaboración con la casa de ceramistas Sargadelos, y que constituye casi una pieza de coleccionista, a precio acorde con la propuesta.
Origen del growler de cerveza
El growler, como hoy lo conocemos, reapareció a finales de los años ochenta del siglo XX de la mano del propietario de la cervecera estadounidense Otto Brothers Brewery. Charlie Otto se dio cuenta muy pronto de que, para llevar adelante con éxito una empresa centrada en la cerveza de barril, necesitaría ofrecer a sus clientes un envase donde transportarla cómodamente, y decidió recuperar aquella jarra hermética de los tiempos de su padre, desplazada con el paso de las décadas por los recipientes de plástico y, de paso, darle una vuelta a su diseño.
De Koninck
Así es como el growler encontró su camino de vuelta a los hogares de miles de estadounidenses, pero el invento venía de lejos, de principios del siglo XIX, cuando era habitual transportar, primero en cubos, y después en latas galvanizadas, la cerveza desde el pub hasta casa.
De hecho, según se cuenta, cuando esas latas eran transportadas para consumir la cerveza fresca que guardaban, el chapoteo del líquido en su interior hacía que el dióxido de carbono que contiene causara un peculiar ruido al escapar por la tapa, talmente como un “gruñido”, y de ahí el nombre de growler o “gruñidor”. Aunque hay otras etimologías para el nombre que afirman que el gruñido no provenía del interior de la lata sino de la boca del cliente que esperaba impaciente a que rellenaran su lata de cerveza en la cantina local. E incluso se dice que el gruñido no era otro que el murmullo discrepante entre tendero y consumidor de cerveza, siempre en desacuerdo por la cantidad de cerveza vertida en el growler, suficiente para el primero, y demasiado escasa y llena de espuma para el segundo.
Que cada cual elija la versión que prefiera, lo que es seguro es que, igual que en España tuvimos —y aún tenemos— botas para transportar vino o jarras para el transporte de la leche, en países donde la cerveza era la bebida reina de la clase trabajadora, hubo que idear un método sencillo e higiénico para llevarla donde la sed lo exigiera.
Para qué sirve un growler de cerveza
El growler ha encontrado hoy en día de nuevo un lugar gracias al auge y esplendor de la cerveza artesana, rica en variedades y muy proclive a envases menos comerciales que la lata o la botella de cerveza que no es fresca. Con un growler en la mano, podemos ir a nuestra brewery favorita y pertrecharnos de cerveza para consumirla en casa, llevarla a una cena con amigos o añadirla a la merendola que nos llevaremos de camping.
Si el envase ya venía ganando usuarios, con el aumento del delivery y el take away, el growler encuentra un territorio fértil en los nuevos hábitos de consumo. Además, cada vez hay más cervecerías artesanas a las que acudir, puntos de venta en los que rellenar e incluso experiencias asociadas al growler de las que disfrutar, como los packs de tour con cata de cervezas en fábrica que propone La Virgen como regalo añadido a la compra del growler.
Stone
Por qué utilizarlo
A pesar de que el vidrio o la cerámica tienen un peso añadido al líquido que transportan, usar el growler no es muy diferente de utilizar cualquier otro envase no retornable que decidamos elegir por sus buenas cualidades a la hora de preservar un alimento o una bebida. En realidad, el growler está en sintonía con los tiempos. A los envases de usar y tirar se le oponen recipientes sostenibles como éste, de larga durabilidad y que ayudan a ahorrar residuos y energía en la fabricación.
Y precisamente porque no es necesario cobrarnos cada vez un envase nuevo, sino únicamente la cerveza de barril que consumamos, el growler permite cierto ahorro en el precio del litro de cerveza, lo cual es más ventajoso en el caso de cervezas artesanas, de un coste ligeramente superior.
Es, además, una forma de contribuir y estimular la economía local y de disfrutar de esas propuestas de cervecerías artesanales que solo existen en barril, ya que no se hace una tirada suficiente para embotellarlas. Con growlers pequeños, de máximo un litro de capacidad, podemos crearnos una verdadera despensa casera de cervezas nacionales o de importación, frescas y variadas, listas para tomar.
Ana Rodríguez
Fuente: Bon Viveur
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