Convertir las frutas y verduras en zumos se instaló desde hace un buen tiempo como un “deber” dentro de la cultura de la vida saludable. Pero, ¿realmente son beneficiosos para nuestro organismo?
En enero del año pasado, empecé a sentir en el estómago un dolor muy fuerte. Una molestia que me despertaba generalmente a las seis de la mañana, todos los días. Tomé antiácidos y algo aplaqué el dolor, pero con la llegada de la pandemia el malestar pasó a segundo plano. Recién en julio, por teleconsulta, un doctor me dijo que tras el estallido social y la llegada del coronavirus, lo que yo tenía era estrés. Colon irritable. Me dio unas pastillas que no me sirvieron, otro especialista me recetó omeprazol y muchos exámenes, pero la molestia no se iba con nada.
Un día, haciendo scrolling por Instagram, encontré una health coach que hablaba de los beneficios del jugo de apio en ayunas, y también del libro Jugo de apio: La medicina sanadora más poderosa de nuestros tiempos, un texto bastante criticado por la comunidad médica debido a su falta de evidencia, y su autor, Antony Wiliam, no es tomado muy en serio: ha afirmado tener contacto con espíritus que lo ayudan a dar diagnósticos y pronósticos a sus pacientes.
A pesar de eso, seguí investigando y llegué a docenas de youtubers que contaban su experiencia con el juicing —como le dicen a estas terapias basadas en los jugos—, específicamente con el de apio. Lindsay Hoffman, por ejemplo, es una norteamericana que dice padecer de una enfermedad autoinmune, gastritis crónica, esofagistis y reflujo. Lleva dos años tomando medio litro de este jugo en ayunas, que pasa por una máquina procesadora y dice que la mayoría de sus síntomas desaparecieron. ¿Por qué? El apio tendría la mágica propiedad de regenerar la mucosa estomacal (insisto, no hay pruebas) y ella lo ha registrado durante dos años en su Blog.
No perdía nada con intentarlo y comencé. Me compré un extractor Oster, el mejor que encontré según precio, calidad y comentarios en la web. Y tras un par de días, efectivamente me sentí mejor y lo que no quitó la medicina alópata, lo salvó —por ahora— un consejo de YouTube.
Pero, más allá de la experiencia, ¿aporta realmente a nuestro organismo tomar diariamente jugos de una procesadora?
La nutrióloga Karen Salvo, de la Clínica Alemana UDD, dice que estos extractos de “fruta y verdura tienen un aporte interesante de vitaminas y minerales, además de ser una buena fuente de hidratación”, algo importante en verano, cuando sube la temperatura. Pero también señala que la fibra de estos productos naturales queda atrapada en la máquina y se pierde. Por eso, para ella es “mejor comerlas y no tomarlas”.
“Si una persona ve el juicing como una opción para agregar frutas y verduras a su dieta, en un país donde el consumo de éstas es bajo, súper bien”, dice Paloma Torres, nutricionista de Siempre Chile. “Pero a mí, como profesional de la salud, me interesa que el paciente coma la fruta completa: pulpa y jugo. Porque botar la fibra a la basura es un desperdicio total”.
“Masticar”, agrega la especialista, “disminuye los niveles de grelina, una hormona estimuladora del apetito y el control de saciedad. Mientras más mastico, me sacio más rápido, es una completa verdad”.
Por eso, y por muy natural que parezca, hacer juicing no es para todos. “Los jugos, al estar tan procesados, tienen un mayor índice glicémico, sobretodo cuando agregan tres o cuatro frutas. Es decir, tienen un exceso de glucosa”, indica Torres. Por lo tanto, al tomarlos se dispara la glicemia mucho más rápido. “En pacientes con diabetes o resistencia a la insulina, no es recomendable consumir esto”.
Lo confirma un estudio de Medlineplus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, en el que advirtió que 360 ml de jugo natural de naranja tienen aproximadamente 170 calorías. Y si tomarlo se vuelve un hábito diario, una persona podría subir entre 5 a 7 kg al año, independiente de si hace ejercicio o mantiene una dieta saludable.
La revista científica American Journal of Clinical Nutrition sostiene lo mismo: agregar los jugos naturales al día a día no sería tan saludable como dicen. De hecho, en una categorización que hizo la publicación para distinguir las bebidas según su aporte energético, los jugos naturales quedaron en el penúltimo nivel, solo por debajo de las bebidas de fantasía azucaradas. Un mal ránking que coincide con lo que observó un estudio del 2013 de la revista British Medical Journal, donde un mayor consumo de zumos de frutas se asociaba a un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2.
Por eso, más que frutas, Salvo dice que, “es mejor elegir verduras de bajo índice glicémico, como la espinaca, el apio, el pepino, la acelga y un trozo pequeño de manzana verde”. Por otra parte, Torres agrega que las vitaminas y minerales son susceptibles a las temperaturas, los materiales de los recipientes y la luz. “Estos jugos hay que consumirlos una hora máximo después de su preparación”, dice.
Su conclusión, por lo mismo, es tajante: “nunca hacerse un jugo superará el aporte nutricional de comerse una fruta”, da igual si se hace en licuadora, extractor o prensado en frío. O como dice el prestigioso dietista español Julio Basulto en este artículo, “debemos calmar la sed en forma de agua y no de jugo, y tomar fruta en su forma original, es decir, tal y como sale del árbol”.
Juan Cruz Giraldo
Fuente: La Tercera
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