Con influencias de nuestros pueblos originarios, sumado a la cultura italiana y española fuertemente marcadas, los sabores argentinos de cada menú sobresalen en todo el mundo.
Cada lugar, tanto de nuestra provincia como de nuestro país, tiene un plato principal y característico por el cual se destaca. Con influencias de nuestros pueblos originarios, sumado a la cultura italiana y española fuertemente marcadas, los sabores argentinos de cada menú sobresalen en todo el mundo.
Poniendo a un lado el asado, un clásico en cada rincón de la Argentina, te invitamos a conocer algunos lugares y sus comidas típicas de autor para degustar de la cocina albiceleste.
Locro, Chaco
A base de zapallo, maíz blanco y papa, el locro no sólo es una tradición patria sino que es un plato ideal para combatir las bajas temperaturas. Si bien es cierto que en varios lugares de nuestro país uno puede consumirlo y varían sus recetas, elegimos esta provincia que lo sirve de una manera peculiar, con una preparación bien hogareña. Este famoso guiso indígena, de origen precolombino, es ideal para comer en invierno, gracias al nivel de calorías y nutrientes que trae. Dicen que el secreto de una buena preparación es que la misma comience la noche anterior, poniendo en remojo (por separado) el poroto y maíz. Para los que les gusta el toque fuerte, al servirlo en los platos, se puede verter encima una cucharadita de la salsita roja picante.
Foto: La Nación
Mbaipy, Corrientes
Un plato de tradición guaraní que trae aparejada mucha historia antigua. Esta especie de polenta, que se come preferentemente en cuaresma porque se lo puede preparar sin carne, es ideal para los días frescos. Contiene mucha fibra que, sin dudas, es una gran fuente de proteína. Se puede hacer con choclo, pollo, charqui, chorizo, pescado o con trozos de asado sumado a la harina de maíz, que puede ser blanca, amarilla o colorada, y el toque final es el queso bien derretido. Se recomienda mucho disfrutarlo con un buen vino.
Foto: Destinonea
Patay, Santiago del Estero
Hecho a base de harina de algarroba y agua, esta especie de pan ancestral era un alimento fundamental para los pueblos aborígenes de la región. Lo ideal es utilizar algarroba negra que tiene un sabor más dulce que la blanca y posee sacarosa, glucosa, maltosa y fructosa, lo que le da un sabor deleitoso natural. La algarroba está considerada un superalimento, muy energético y no tiene gluten, de hecho, muchos la utilizan como sustituto del cacao. Las vainas de los algarrobos se dejan secar al sol durante varios días y, una vez listas, se muelen hasta obtener harina. Se las mezcla con agua para obtener una masa que se lleva posteriormente a una horma, popularmente conocida como aro. Allí se deja secar de forma estacionada y, una vez lista, puede ser consumida directamente como tortita.
Foto: Infoagro
GIMENA BUGALLO
Fuente: El Planeta Urbano
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